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La cercanía de los políticos
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La cercanía de los políticos

Actualizado 10/10/2015
Julio Fernández

JULIO FERNÁNDEZ / Profesor de Derecho de la Usal

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[Img #448761]Esta semana se han conjuntado una serie de circunstancias informativas que han trasladado mensajes sobre la valoración de los políticos por parte de la ciudadanía. Y en los términos de referencia que se barajan se tiene en cuenta no sólo su eficacia en la gestión sino su carisma y liderazgo materializados en su capacidad de comunicación, su simpatía y su cercanía hacia los problemas de los ciudadanos. La política, como todas las actividades públicas, no se ejerce sólo desde un laboratorio compareciendo ante la sociedad en televisores de plasma, sino pisando la calle y recibiendo directamente las quejas y sugerencias de la ciudadanía. Es decir, hay que imprimir más humanidad y cordialidad y menos seriedad; dicho en Román Paladino, más amabilidad y menos mala leche.

Pues bien, por un lado, aparecía la vicepresidenta del gobierno, Sáenz de Santamaría, marcándose un baile con el equipo del del programa "El hormiguero" y, a renglón seguido, algunos comentaristas políticos criticaban a la vicepresidenta por su falsa simpatía, cuando en la realidad ejerce de "dama de hierro" en las comparecencias de prensa posteriores a los Consejos de Ministros, no permitiendo que muchos periodistas le hagan preguntas. Además, cuando las interpelaciones guardan relación con los vicios y corruptelas de otros, responde, emite su opinión y aprovecha para dirigir ataques a los adversarios. En cambio, cuando la corrupción afecta a su propio partido, se limita en la contestación a la fórmula ya cansina de "respetamos las decisiones judiciales".

Por otro lado, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicaba también esta semana que los alcaldes de Madrid (Manuela Carmena), Barcelona (Ada Colau) y Valencia (Joan Ribó) son los políticos mejor valorados en sus respectivas ciudades. Ada Colau es calificada con un 6,05 sobre 10, Carmena, con un 5,99 y Ribó con 5,06. En cambio, Esperanza Aguirre se queda con un 2,96 y es el político madrileño peor valorado.

No es de extrañar que desde ciertos medios de comunicación reaccionarios se intente denigrar a esta generación de políticos comprometidos con el bien común (cuyo origen tiene lugar en las plataformas ciudadanas del estilo del 15-M) y ensalzar a otros, algunos de ellos presuntamente implicados en casos de corrupción. Parece que, por casta y por tradición, "los perroflautas" del estilo y la procedencia de Carmena, no tienen derecho a gobernar y a gestionar los intereses colectivos.

Manuela Carmena cometerá errores, es humano y normal, y ella lo reconoce y rectifica cuando tiene que hacerlo, pero lo que no hará nunca (como sí hizo su predecesora en el cargo Ana Botella) es entregar las llaves de oro de la ciudad de Madrid a personajes que más tarde han sido encarcelados por la comisión de ciertos delitos relacionados con la corrupción; me refiero al expresidente de la República de Guatemala, Otto Pérez Molina. Y aunque en el momento que se le concedió (febrero de 2013), aún no se habían destapado esos casos de corrupción, sí le acusaban en aquél momento de presuntas implicaciones en la brutal agresión que tuvo lugar en la guerra civil de Guatemala, durante 30 años. Por aquél entonces, Pérez Molina era un destacado miembro del ejército de Guatemala. Por cierto, durante esta semana el señor Aznar ha intervenido en Guatemala, en una conferencia dentro del Encuentro Nacional de Empresarios. Los asistentes a la misma tuvieron que pagar la cantidad nada despreciable de 1.000 Quetzales (unos 115 euros), cuando el salario mínimo mensual de los guatemaltecos es de unos 2.000 Quetzales al mes. Claro, tenían que pagarle la conferencia. Se sabe que Aznar cobra unos 40.000 euros por una sesión de 2 horas de conferencia. No está mal. Esto es más grave, si cabe, cuando ocurre en un país como Guatemala, que cuenta con un porcentaje de pobreza que supera el 70 % de la población.

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