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Otoño, la estación de las hormigas de ala
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Otoño, la estación de las hormigas de ala

Actualizado 22/09/2015
Miguel Corral

La pesca de barbos, carpas y bogas con cola de rata e imitaciones de este insecto supone una de las más agradables sorpresas para un pescador

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Ya estamos en otoño y en sus primeras lluvias, lo cual para la mayoría de los pescadores es sinónimo de buena pesca. Como en cualquier otra época del año no hay nada más eficaz para pescar que emplear el cebo natural que en ese momento pueden encontrar los peces en ríos y embalses, aunque siempre es un reto añadido hacerlo con una imitación de estos. Esto, sin duda, conlleva una doble satisfacción para el pescador, la primera, capturar al pez, y la segunda, hacerlo con un señuelo realizado por nosotros mismos. En esta época nos encontramos con un insecto muy común, la hormiga de ala, un pequeño formícido que vuelve locos a los peces cuando confluyen la lluvia y el sol en los primeros días del otoño. Tal y como hemos podido ver durante los días pasados, la consecución de estos factores son el combinado perfecto para que se produzcan esas eclosiones masivas de este himenóptero. Como decíamos, bien es conocido por los pescadores que las primeras lluvias del otoño suelen traer consigo eclosiones de este insecto, su objetivo responde al ciclo natural de reproducción, que con sus abdómenes alados abandonan sus hormigueros con la finalidad de aparearse y perpetuar su especie.

Se trata de hormigas de ambos sexos, y a diferencia de la mayoría de las que vemos a lo largo del año, son ejemplares fértiles. El apareamiento sucede durante el vuelo y después de ese momento los machos caen a tierra, donde generalmente no tardan demasiado en morir. Sin embargo, las hembras fecundadas pierden las alas para convertirse en reinas que formarán nuevas colonias. No hay pescador que no haya soñado con ese ansiado momento de ver el cielo negro de hormigas, y si es al lado de un río, mejor que mejor. Es a partir de unas horas después cuando los peces cobrarán una actividad frenética para hacerse con este excelente bocado, pues al contrario que en otras ocasiones, por no decir casi siempre, apenas si repararán en la presencia del pescador junto al agua.

[Img #435660][Img #435663]A la pesca tradicional con ejemplares de hormigas que hayamos recolectado tras una de estas eclosiones, poco más hay que añadir que un pequeño flotador y unas lágrimas de plomo para hacer de una jornada del todo fructífera sobre barbos y carpas, aunque se ha podido comprobar una mayor efectividad, incluso, con imitaciones artificiales montadas sobre un buldó, pues las oportunidades se multiplican al poder montar más de un anzuelo a diferentes distancias y abarcar así un mayor área sobre la superficie del agua, lugar donde las picadas resultan espectaculares. Pero si este momento es especial para el aficionado del uso de las técnicas tradicionales, para el aficionado con cola de rata se convierte en el día soñado por tres motivos fundamentales.

A la satisfacción que supone capturar un pez con una imitación realizada con nuestras manos se une la belleza y la emoción de ver cómo el pez aflora a la superficie para tomar el señuelo, circunstancias ambas a las que en la pesca con esta técnica se añade, además, el reto de sacar del agua peces de un tamaño considerable con una caña de no más de 2,5 metros y bajos de línea cuyo grosor no suele sobrepasar los 0,22 mm.

Es por lo anterior que para el aficionado de la pesca con cola de rata, hasta hace un tiempo casi exclusivo de los tramos trucheros, se decante en momentos como este por abandonar el río y acercarse a cualquier embalse o tramo fluvial donde barbos, carpas e incluso bogas le harán olvidar por completo que la trucha es la reina en esta modalidad de pesca, una circunstancia que cada año se sucede más en otros momentos de la temporada. Ver subir a la superficie un barbo o una carpa de varios kilos de peso para coger nuestra imitación de hormiga de ala, es una imagen difícil de olvidar, una sensación que se convierte en todo un reto cuando la clavamos de un pequeño anzuelo del número 14 o 16 atado a un bajo de 0,18 mm y que cuelga de la puntera de una caña de 8 pies. El lance, en estas circunstancias, se torna por momentos en una lucha desigual a favor del pez, con toda la línea fuera del carrete y con la idea en la mente del pescador de que aquello se va a romper por algún lado.

La actividad de los peces se mantiene incluso varios días después de que se producen estas eclosiones y no todos los pescadores tienen la posibilidad de recolectar hormigas en el momento de la eclosión, por ello una buena solución es recurrir al cebo artificial, una imitación que nos seguirá brindando momentos de satisfacción junto al río.

Pero recuerda, siempre captura, saca la foto y suelta.

Hormiga de ala artificial

[Img #435666]Aunque los señuelos artificiales son los únicos utilizados en la pesca con cola de rata, en este caso la opción es extensible a los aficionados que practican técnicas tradicionales, pues pueden confeccionarse imitaciones de tal semejanza al cebo natural que posibilitan su utilización en otras técnicas. El uso de cebos artificiales facilita al pescador tener siempre cebo dispuesto sin necesidad de salir al campo días antes a recoger hormigas, además de no deteriorarse durante la pesca, lo cual permite pescar más tiempo. Por tanto, las imitaciones de hormigas de ala bien pueden utilizarse con equipos de lance ligero y un buldó de mosca ahogada, así como con equipos convencionales de pesca a la inglesa, aunque en este caso omitiremos el empleo de plomo y utilizaremos únicamente un flotador para ayudarnos en el lance. En cualquier caso, siempre es preferible la primera opción por ser más práctica y manejable en el lance, y por estar a la mano de cualquier aficionado.

Montaje

El montaje de esta imitación se realiza sobre un anzuelo entre los números 12 al 16 y tiene el foam como material base junto dos pequeñas plumas de cuellos de gallo (colgaderas) de color blanco que imitan las alas, además de un pequeño mechón de pelo de ciervo teñido de negro que imite las patas, aunque, también, puede utilizarse una pluma negra de cuello de gallo que enrollaremos entre la cabeza y el tórax a modo de hackle. Tras atar el foam en la mitad del anzuelo y llegar hasta la curvatura, este se invierte hacia el ojal hasta la mitad de la tija para formar el abdomen. Se coloca una pluma blanca de cuello de gallo de cada lado y un mechón de pelo de ciervo negro que sujetamos junto a las plumas para que imiten las patas. A continuación, se cubre el saco alar (tórax) con la tira de foam, se ata para formar el tórax y continuamos hacia adelante para construir la cabeza y dar el nudo final junto al ojal.
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