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Verano, tiempo de retornos
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DESDE GUADRAMIRO

Verano, tiempo de retornos

Actualizado 27/08/2016
Redacción

CARLOS JAVIER SALGADO FUENTES / Doctor en Ciencia Pollítica y de la Administración por la Usal

[Img #399173]Llegados a la veintena de agosto, una vez pasadas las ferias de Vitigudino, comienzan a irse progresivamente muchos de los paisanos de los pueblos circundantes que se encuentran trabajando fuera de nuestra tierra. Nuestros pueblos comienzan a vaciarse y, poco a poco, vuelven a su quietud habitual. Aún resisten a los últimos días de agosto los emigrantes de Aldeadávila, Vilvestre, Lumbrales y otros pueblos cuyas fiestas patronales tienen lugar en este final de mes.

Agosto siempre ha sido en nuestra zona, como tierra de emigrantes, una época especial, de reencuentros. Muchos que se fueron vuelven para visitar a sus familiares, para recordar y mantener vivas sus alcordanzas de niñez y adolescencia, para retomar las antiguas amistades que las circunstancias de la vida dejan en pausa buena parte del año. Sólo el hecho de volverse a ver llena de alegría, por comprobar que se sigue en este mundo y que los hijos del pueblo, aunque lejos, se siguen acordando de regresar a abrazar sus raíces familiares.

Muchos otros, con el vuelo de sus mayores hacia otro mundo, acaban haciendo un punto y final en las estancias veraniegas en sus pueblos, no regresando, en ocasiones por no poseer casa propia (la falta de acuerdo entre hermanos es una lacra para las casas de nuestros pueblos), en otras por no querer enfrentarse a una situación dolorosa (la falta de aquel familiar con quien sentimentalmente se veían enlazados al pueblo). Pero esto no evita que se les siga recordando, que en ocasiones algunas conversaciones giren en torno a cómo les tratará la vida y qué será de quienes no han vuelto pero son hijos del pueblo. Con un punto de nostalgia, siempre acaba aflorando algún recuerdo de ellos, experiencias de un pasado de niñez, de juegos y anécdotas acaecidas en ese universo de inocencia que supone la infancia, o del puente hacia la adultez que representa la adolescencia.

¡Qué vueltas da la vida! Si echamos la mirada atrás es mucho lo que ha cambiado en nuestro entorno afectivo, aunque siempre hay un "núcleo duro" de amistades que permanece, son muchos los que van y vienen. Unos cambian de mundo, por cuestión de ciclo vital, otros se los llevó alguna desgracia antes de tiempo, y otros, los más, simplemente se alejan del círculo habitual de amistades por las propias circunstancias de la vida. En este último caso, el verano es una oportunidad de reencontrarse con antiguos amigos, de brindar con viejas amistades en las fiestas de otros pueblos, que ejercen de polo aglutinador para las gentes de la comarca y, por ello, de oportunidad para tener un diálogo con quien hacía tiempo no se conversaba.

En los últimos días de verano, cada año parece como si en los atardeceres el astro rey se llevase consigo la fuerza de nuestros pueblos...

Es también el verano en nuestra tierra una época de bellos atardeceres, en que el Sol, anaranjado como la yema de un huevo frito, busca continuar su camino hacia el Oeste, despidiéndose cada día en ruta hacia ese eterno vecino, más hermano que vecino, que es Portugal, como buscando que a la saudade que conlleva el atardecer le acompañe un nostálgico fado.

Precisamente, en los últimos días de verano, cada año parece como si en los atardeceres el astro rey se llevase consigo la fuerza de nuestros pueblos, escondiendo su eterno relumbrar tras la silueta de la sierra de la Marofa, de camino hacia un océano Atlántico más allá del cual algunos de nuestros paisanos echaron raíces, y cuyos descendientes más curiosos, en ocasiones, reaparecen por estos pueblos para reencontrarse con la tierra que en su día arañaron sus ancestros para sacar el sustento.

Las vacaciones veraniegas, al sacarnos de la rutina, frecuentemente nos ayudan a recordar con más intensidad el pasado, emanando reflexiones personales en ocasiones surgidas de los paseos al fresco de la noche, en las cuales a principios de agosto es difícil no encontrar a alguien intentando ver llorar al cielo con las lágrimas de San Lorenzo, con la esperanza de que alguna de ellas sea un guiño de nuestros seres queridos ausentes desde lo alto. Bendito verano, ojala todo el año nuestra tierra tuviese la fuerza que le otorgas, sementada por el vigor de tus rayos de Sol.

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