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Nueva era entre Washington y La Habana
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el análisis de uva de aragón

Nueva era entre Washington y La Habana

Actualizado 23/07/2015
Uva de Aragón

La escritora y periodista habanera afirma que el pueblo cubano aspira a tener más opciones en todo, desde las gastronomía a los estudios universitarios

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El pasado 17 de diciembre el Presidente Barack Obama y Raúl Castro sorprendieron al mundo al anunciar el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, tras más de cincuenta años de su ruptura. Sin embargo, la reciente apertura de la Embajada de la Isla en Washington y el viaje del Secretario de Estado de EEUU John Kerry a La Habana previsto para el 14 de agosto ha sido objeto de múltiples especulaciones y comentarios, tanto elogiosos como críticamente severos. En todo caso, aún dista mucho de que las relaciones entre los otrora archienemigos puedan normalizarse.

[Img #363149]Cuba tiene su lista de demandas: el levantamiento del embargo (bloqueo dicen los cubanos), la devolución de la base de Guantánamo y una considerable suma como recompensa por los daños que las sanciones económicas han causado. Los voceros de la Casa Blanca no son tan explícitos en sus peticiones, con excepción de reafirmar su crítica a las violaciones de derechos humanos por el gobierno castrista. Hay, sin embargo, asuntos espinosos pendientes: la extradición de prófugos de la justicia estadounidense que residen en Cuba; la negativa hasta el momento del gobierno cubano de aceptar las más de 30,000 personas que Estados Unidos desea deportar, muchos porque han cometido delitos; y la recompensa económica por las propiedades expropiadas a compañías americanas y a cubanos ahora ciudadanos de Estados Unidos.

Ninguno de estos asuntos son de fácil solución. Cabe preguntarse qué ha motivado a Obama y a Castro a restablecer relaciones en estos momentos.

Los Estados Unidos vela principalmente por sus propios intereses. Puede disgustarle el acoso a la oposición en Cuba y las dificultades con que vive el pueblo cubano, pero sus motivaciones son mucho menos altruistas. Algunos arguyen que se trata de intereses económicos, pues ven la posibilidad de hacer grandes negocios. Tampoco parece muy acertada esta tesis porque las inversiones en la Isla son aún arriesgadas. Otros opinan que se trata de un caballo de Troya y que el flujo de turistas americanos dañará las bases ideológicas del régimen. Aunque los Estados Unidos preferiría una Cuba democrática, a estas alturas sabe que sólo podría suceder como resultado de un largo proceso de cambios.

A nuestro juicio, los analistas de la realidad cubana han observado, y con razón, el envejecimiento de la cúpula de poder, la proximidad inevitable de cambios cuya dirección es difícil de anticipar, y le temen principalmente a dos cosas. Lo primero, un éxodo masivo como los de 1980 y 1994. En un momento en que el tema de los más de 11 millones de indocumentados en el País no puede ser más álgido, los Estados Unidos no podría resistir una flotilla de balsas acercándose a sus costas. En ese caso sí se vería obligado a bloquear la Isla, con las consecuentes críticas regionales. Las nuevas relaciones con Cuba, por otra parte, mejoran su imagen ante el resto de América Latina que juzga su política con la isla caribeña como obsoleta. Al mismo tiempo, el acercamiento sirve para aislar a Nicolás Maduro.

La otra preocupación es la posibilidad de puedan llegar a gobernar una generación menos aferrada a la ideología y que le Isla sea terreno fértil para el narcotráfico. Es preferible que el Pentágono y las Fuerzas Armadas Revolucionarios (FAR) trabajen juntas desde ahora para evitarlo.

De una forma u otra, las relaciones con Cuba colocan a Estados Unidos en una posición mejor para tener cierta influencia durante un período de transición. El riesgo para Obama es mínimo. Aunque reciba fuertes críticas del ala derecha del partido Republicano, y en especial de los congresistas cubanoamericanos, ya no tiene pendiente ningunas elecciones antes de terminar su presidencia. Por eso tampoco se puede descartar que visite Cuba antes de abandonar la Casa Blanca.

Raúl Castro, por su parte, necesita urgentemente rescatar la precaria economía del país, que amenaza con empeorarse a medida que el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela se deteriora. Los cubanos no resistirían ya un "período especial" como el sufrido tras la caída de la Unión Soviética. Raúl aspira, quizás aún más que Obama, a que el restablecimiento de la relaciones con Estados Unidos sea uno de sus legados principales. Sin embargo, según Aleksei Valerievich Fenech, miembro del Consejo Asuntos Internacionales de Rusia, una estrecha cooperación con Estados Unidos podría resultar en un cambio de régimen para Cuba. Algunos en las esferas de poder en la Isla concuerdan. Piensan que negociar con los yanquis es vergonzoso. Lo ven como ceder, capitular ante el enemigo de medio siglo. De ahí, tal vez, la insistencia en un discurso de que no habrá en verdad cambios, y el aumento de la represión, de la que Raúl no está exento de responsabilidad y podría detener, pero que lo enfrentaría a los más ortodoxos. Quizás el régimen no sea tan monolítico como parece.

El discurso oficial actual, ambiguo y contradictorio, contra el "igualitarismo", pone nerviosos a ciertos sectores de la población, sobre todo a los que dependen de la seguridad, por mínima que sea, que les ofrece el sistema. Para otros, las reformas son solo maquillaje, y tanto figuras célebres como cubanos de a pie expresan su desencanto. La mayoría, sin embargo, tiene muchas esperanzas de que las cosas mejoren a corto plazo. Un peligro para el gobierno es no lograr satisfacer esas expectativas. El otro es perder el control de la apertura, como sucedió en la Unión Soviética. Puesto en una balanza, Castro arriesga mucho más que Obama.

¿Qué quiere el exilio cubano? Algunos, impedir a toda costa lo que consideran una traición y una burla a su sufrimiento, y el de sus padres. Otros, por el contrario, le han facilitado el camino a Obama porque llevan años tendiendo puentes. Las últimas oleadas de inmigrantes ansían viajes más fáciles y baratos, y un mejor futuro para los familiares en la Isla.

¿A qué aspira el pueblo cubano? A tener más opciones en todo, desde las gastronomía a los estudios universitarios o de oficios técnicos. A ganar un salario decente, tener un carro, un negocito, una casa que no se esté cayendo a pedazos. Poder acceder al internet sin pagar una fortuna. Viajar, no hacer colas. Y poder reunirse en cualquier esquina a hablar en alta voz y sin miedo, no sólo de pelota.

Uva de Aragón, escritora y periodista cubana, nacida en La Habana, reside en Estados Unidos desde hace más de 50 años.

https://uvadearagon.wordpress.com

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