Literatura infantil chilena

Michel Foucault decía que la curiosidad es el motor del conocimiento y nosotras, curiosas por definición, aprovechamos otros lugares, escenarios y viajes para descubrir cultura a través de los libros.

En Chile el panorama de la literatura infantil es tremendamente rico y variado, y si no se consume o conoce tanto como debería es por un motivo puramente económico: aquí los libros son muy caros. Tremendamente caros. Y este artículo podría ser desesperanzador para el panorama de LIJ o para el sector educativo pero es justo lo contrario, ya que la labor que se realiza desde las Bibliotecas CRA es admirable.

En el horizonte de la educación chilena ha surgido un universo de coordinadores y encargados de las bibliotecas escolares, que propician una visión amplia de la lectura, en espacios abiertos y acogedores, donde los libros y otros materiales de lectura se vuelven un elemento cotidianamente accesible. Títulos de calidad, propuestas de actividades, formación para los profesionales que trabajan en ellas? La realidad literaria se sustenta entonces en aprender no a poseer conocimiento, sino a compartirlo.

Y hay mucho que compartir. El panorama de edición resalta la labor de Ekaré Sur, OchoLibros y Amanuta, una editoriales que hacen hincapié en libros ilustrados que combinan tradiciones y contemporaneidad, herencia cultural y nuevos conceptos. Destaca la apuesta de esta última especialmente gracias a su colección de clásicos recuperados por Gabriela Mistral y bellamente ilustrados por profesionales chilenos, acercando el cuento popular a la estética contemporánea. se puede disfrutar de una versión digital de Caperucita Roja aquí.

A la hora de hablar de poesía hemos tenido el privilegio de conocer a la folclorista chilena Verónica Herrera, cuyo empeño por recuperar canciones de cuna, poemas, rimas y otras composiciones de la historia de Chile se ha traducido en varios libros muy interesantes para compartir otras formas de leer, desde las raíces, con la primera infancia. Y también destaca la labor de María José Ferrada, una joven poeta que sorprende con sus creaciones y revaloriza el papel de la poesía para niños más allá de las fronteras de Chile. No en vano en 2013 obtuvo el Premio Internacional de Poesía para niñas y niños Ciudad de Orihuela y desde entonces no ha parado de publicar pequeños tesoros poéticos recomendables para mayores y pequeños.

La novela juvenil también despunta gracias a Al Sur de la Alameda, una creación reconocida como género híbrido a medio camino entre la narrativa y el cómic. Escrita por Lola Herrera e ilustrada por el jovencísimo Vicente Reinamontes, a quién también hemos tenido el placer de conocer y publicada por Ediciones Ekaré. La obra ha recibido el Premio a la Edición en 2014 en Chile y ha sido seleccionada por el prestigioso catálogo alemán The White Ravens 2014. Narra las vivencias de un estudiante que participó en la "revolución pingüina", revuelta estudiantil chilena del año 2006.

Revistas como Había una Vez, reconocida internacionalmente por la calidad y el tono a la hora de abordar el universo de la literatura infantil y juvenil; figuras como la de Manuel Peña, escritor, narrador, crítico e investigador de LIJ especialmente iberoamericana; espacios como la Biblioteca Libro Alegre, en Valparaiso, constituida gracias a la inicitiva personal de Anne Hansen con donaciones de países escandinavos que los voluntarios de la biblioteca se encargan de traducir al español; e iniciativas como la Escuela de Cuentacuentos de la Fundación Mustakis, que reivindican el valor de cuento como elemento cultural, educativo y social, demuestran el buen momento de la LIJ en Chile.

Recordad que la lectura es una excelente manera de acercarse a la cultura de un país. Las palabras crean las historias que a su vez forman las memorias., y los libros son la memoria de la humanidad.

Salud.