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El antiguo lápiz Purgante Besoy levanta acta un año más sobre lo ocurrido en las Mecas
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TRADICIÓN

El antiguo lápiz Purgante Besoy levanta acta un año más sobre lo ocurrido en las Mecas

Actualizado 04/04/2015
Raúl Blázquez

PEÑARANDA | Más de una decena de personas participaron en esta clásica cita anual cada Viernes Santo, una tradición que se mantiene desde hace más de seis décadas

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Las buenas costumbres no han de perderse y ésta, tan llamativa como enraizada, mucho menos. Como cada Viernes Santo, un puñado de peñarandinos se reúnen en el Centro Social para poner en marcha el juego de las Mecas, una tradición peñarandina que se remonta a 1949 y que es una forma original de pasar un rato divertido, disfrutando de la también tradicional limonada. Más de una decena de participantes se daban cita este año para tirar los dados, cantar, burlar a los perdedores y mantener viva una costumbre única en Peñaranda.

Este original juego tiene una única cita anual que se lleva a cabo durante la tarde del Viernes Santo, a las cinco en punto. Su primer punto de encuentro fue el "bar Autocar", al cerrar este establecimiento se realizó en "La Flor del vino", y tras la jubilación de sus dueños, se celebra desde hace años en el Centro Social de la ciudad, donde este pasatiempo ha cumplido ya más de seis decadas de historia.

El mecanismo consiste en lanzar los dados e ir sumando los puntos tirada tras tirada. Cada jugador tira los dados tantas veces como sea necesario para sumar entre 24 y 31 puntos. Llegada a esta cantidad el jugador se planta. Pero si se pasa de la puntuación, pierde la ronda y la jarra de limonada, que recibe el nombre de lamentación. El participante que supere los 31, o que se plante en 24 o más, pero el resto de jugadores le superen, pierde la lamentación y recibe constantes burlas del resto lo que provoca que durante la jugada siguiente, tenga delante de él, sobre la mesa, un cirio alumbrando, anunciando que el ha sido el perdedor de la ronda.

Llegado el final, se plasma lo ocurrido en un acta, en la que se reflejan las alusiones principales y se firma con originales mensajes. El aún conservado lapicero Purgante Besoy es el utilizado para anotar, año tras año, las partidas que cada jugador ha perdido, dejando constancia de las jugadas. Una original tradición al margen del los ritos propios de la Semana Santa y que, lejos de perderse en el olvido, parece recobrar fuerza cada año, recaudando a jóvenes participantes que harán pervivir este divertido pasatiempo.

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