Arte y espiritualidad

La verdad es que he tenido la oportunidad de viajar bastante y conocer otras culturas, algunas veces donde mejor en la propia Salamanca conviviendo con personas de otros países.

Pero esta Semana Santa queremos ver alguna procesión de Salamanca y Zamora, de donde soy original.

La dimensión espiritual del hombre es indiscutible, necesitamos trascender incluso para encontrarnos a nosotros mismos y soportar alguna de las pruebas de la vida. Yo últimamente digo que cuanto más incapaz me siento más creyente me hago.

La música simple pero sonora, las esculturas magníficas que balanceadas parece que cobran vida nos lleva a un misterio de las emociones que han nacido en esta tierra austera de Castilla y León. Estas imágenes religiosas evocan una melancolía de una vida interior probablemente más intensa.

Por mucho que algunos critiquen y sienten cátedra contra todo acto religioso, por mucho que la Iglesia tenga una parte oscura como toda institución gobernada por hombres, es una pena que nuestros hijos se pierdan la emoción que puede transmitir el sentir de la gente ante la vida de un Santo.

Yo me he emocionado escuchando una saeta y también lo he hecho ante la imagen de un Cristo crucificado. Cuando se le intenta edulcorar todo a los niños y a los mayores, cuando educar a los jóvenes parece que supone que miren para otro lado y vean un mundo Disney y un mundo yupi, parece que las imágenes dramáticas con sufrimiento por un ser perdido y por otro lado sin perder la esperanza, parece que no encaja en la moda juvenil. Sin embargo la juventud es pasión no vida descafeinada.

Alguna vez cuando en mi pueblo he llevado en la procesión de la Soledad por la noche un Cristo muy pesado, me recordaba una escena descrita en la "familia de Pascual Duarte" de Camilo José Cela donde el pueblo le permitía resarcirse al bruto y al marginal. También puedo entender el que pretende pagar una culpa con un esfuerzo suplementario o un cierto gesto de humildad o piedad.

Yo creo que no podemos frivolizar una vez más con la Semana Santa o como se puede hacer con el Ramadán. Evidentemente se puede hablar de hipocresía en otro sentido de fundamentalismo. Pero yo me quiero quedar con las ganas de cambiar a mejor, con la idea de no perder la esperanza, con la conexión con nuestros antepasados, con la idea del perdón, con la entrega hasta dar la vida por los demás, con la mezcla de sentimientos de tristeza y luego de alegría ante la Resurreción y el reencuentro.

Espero saber compartir este halo de historia y presente con mis hijas, niñas y adolescentes.