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‘Afro’, el tamborilero de La Ribera
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HOMENAJE EL 4 DE ABRIL EN VITIGUDINO

‘Afro’, el tamborilero de La Ribera

Actualizado 25/03/2015
Miguel Corral

Afrodisio Hernández recibirá el reconocimiento de un centenar de folcloristas por su defensa de los toques singulares de La Ribera

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Afrodisio Hernández Herrero, 'Afro' para los que le conocen, recibirá el próximo 4 de abril en Vitigudino un homenaje en la cuarta edición de la Concentración de Tamborileros, un reconocimiento por sus 35 años defendiendo los toques singulares del tamborilero de La Ribera, una figura en extinción no porque no haya tamborileros en lo que ya ahora todo son Arribes ?para algunos?, sino debido al 'aserranamiento' que ha sufrido el folclore tradicional salmantino a través de las escuelas y talleres impartidos por la Diputación Provincial desde hace ya más de tres décadas.

Y con motivo de ese homenaje, aunque no solo por eso ?sino más bien por todo lo que ha aportado a la conservación del folclore de La Ribera, traemos aquí a 'Afro', personaje tan singular como son los sones de su tierra, y que por esa circunstancia debieran conservarse hasta el fin de los tiempos, aunque ?por desgracia? ni Afro ni las tonadas ribereñas tienen asegurada la inmortalidad.

Este era el final de la hora larga de conversación mantenida con él al brasero de la camilla que preside la cocina de su casa en Vilvestre, pueblo que también considera suyo por la acogida que siempre le dieron, especialmente después de casarse con 'Tere', María Teresa Martín Barreña, la misma que le ha dado dos hijos y estos a su vez cuatro nietos, y a los que siempre tiene presente como demostró en nuestra conversación, especialmente a su hija por ser parte de la historia que un día le hizo ser tamborilero.

Afro nació en Mieza hace 71 años, es de pequeña estatura y con marcadas facciones en el rostro, especialmente su nariz, que se vuelve más sonrojada de lo normal cuando sopla la gaita después de algún brindis dedicado al personal que contempla su arte. También le ayuda a sujetar sus gafas. De carácter campechano, abierto ?vamos, de pueblo que dirían algunos, y a mucha honra, que diría él?, siempre dispuesto a la conversación amable. Es honesto, honrado y humilde. Sí, Afro tiene las virtudes de las tres 'haches', lo cual no es fácil encontrar en estos tiempos en los que triunfan impostores, corruptos y arrogantes.

[Img #260593]Desde los 15 años quedó prendado por los sonidos de la gaita y el tamboril, instrumento el primero que para él no tiene discusión en cuanto a su nombre, "las que tienen tres agujeros son gaitas, no flautas", asegura; y fue en aquellos años de finales de 'los 50', en su Mieza natal, cuando comenzó a escuchar a los 'Venenos', a "Antonio y su hijo Emilio", miembros de una saga de tamborileros de Aldeadávila que recorrían La Ribera animando sus fiestas y a los que se sumaba en sus pasacalles por Mieza tocando "un 'caldereto'". Y viendo su padre que el hijo no iba por buen camino, pues el oficio de tamborilero "era de gandules y fiesteros", prohibió a Afro entonar un solo 'corrido'.

Pero como suele suceder, no hay peor decisión que prohibir algo a un hijo para que este se empeñe en lo contrario. Así que en lugar de escuchar a su padre, a quien hizo caso fue a 'Kiko Zambo', vecino de Mieza que "me dejó una gaita poco buena" y le ayudó a realizar un tamboril con una piel de cabra por un lado y la de un perro por otro. "Al perro lo había pillado un carro y aprovechamos la oportunidad", añadía. Durante varios años, "antes de ir al servicio en El Ferral", acompañó al tío 'Zambo' en "más de una farra por meter ruido", pero siempre con sus bártulos escondidos de su padre, más preocupado de que llevara a casa las 23 pesetas del jornal cavando olivos que de "perder el tiempo" con la gaita y el tamboril. "Entonces, amigo, con el pan en una mano y la tralla en la otra si te descuidas. Me dedicaba a cavar olivos, de sol a sol?, y a la punta abajo del río terminar, hacerse de noche, y para casa con la azada colgada sobre el hombro. Con estrellas para casa. En esta época se cavaban los olivos, todo a mano".

...aún no sabía lo que el destino le deparaba mediante una serie de coincidencias que se le presentaron, casi a modo de premociones y que le empujaron en 1980 a volver a agarrar la gaita y el tamboril.

Durante estos años de adolescencia Afro "hacía de todo, fui poco a escuela", pero sobre todo lo que más recuerda eran aquellas jornadas de sol a sol en los bancales de las arribes de Mieza, "todo el día cavando y de vuelta andando" para enderezar el espinazo, pues entonces "todo se cavaba a mano". A penas sin enterarse de su juventud fue llamado a filas, hizo el campamento en León y la mili en Salamanca, en Ingenieros. "En la mili dejé aquel chisme en el pajar metido y recuerdo que una vez vine y habían roído los parches los ratones".

Concluido el servicio militar, tiempo que aprovechó para sacarse el certificado de estudios y un curso de maquinaria pesada, comenzó a trabajar en la construcción de la presa de Almendra, lugar del que guarda un recuerdo imborrable, poco bueno, pues perdió la primera falange del dedo índice de su mano izquierda, la de tocar la gaita. Sin tambor y con la dificultad de tocar con un dedo más corto, imprescindible para este instrumento, Afro desechó a partir de ese momento volver a tocar, "perdí todas las ilusiones", aunque aún no sabía lo que el destino le deparaba mediante una serie de coincidencias que se le presentaron, casi a modo de premociones y que le empujaron en 1980 a volver a agarrar la gaita y el tamboril.

Casi concluyendo las obras de la presa como conductor de un buldócer, un accidente hizo que perdiera el carné de conducir por un tiempo, lo que aprovechó para casarse y disfrutar en Trabanca de su luna de miel con Tere, a medio camino entre Mieza y su lugar de trabajo. Más tarde, Entrecanales lo llevó de obra en obra, hasta que se cansó de su deambular 'carrilano' cuando le propusieron ir a Cofrentes, a la construcción de su central nuclear.

De este modo, Afro y Tere se asentarían en el pueblo de ella, Vilvestre, tras comprar la casa en la que viven "con los ahorrillos que tenía y el paro", lo que obligó a nuestro protagonista a hacer casi de todo. Pero si hay un oficio del que guarda especial recuerdo este es el de herrador, puesto que desempeñó por cosas de la providencia, pues nunca fue su intención, al principio.

[Img #260591]Por aquel entonces el herrador de Vilvestre había fallecido, "yo tenía dos mulos que andaban descalzos y me dije, esto lo hierro yo", así que aplicó lo que había visto tantas veces hacer en Mieza a un portugués, diestros en este arte. Y cuando estaba herrando, un vecino le propuso que herrara sus mulos, "pues detrás de ese, otro, y detrás, más, hasta que me puse a herrar todos los mulos y burros del pueblo".

Y fue en uno de esos momentos cuando el tío José, tamborilero de Vilvestre, le propuso que tenía que aprender a tocar la gaita y el tamboril: "Siempre me daba la paliza diciéndome que tenía que ser el tamborilero". Afro tenía por entonces vacas lecheras, y cada día le reiteraba al tío José que no estaba dispuesto a sustituirle, pero "el 22 de septiembre de 1980 vino a errar el mulo, y no tenía falta. Me dijo que había venido a verme para que aquel invierno sin falta fuera a que me pusiera al día con el tamboril, ?porque aquí nadie piensa en nada, todo el mundo se marcha y las tradiciones del pueblo se terminan?. El hombre tenía esa preocupación y lo entiendo porque eso me pasa a mí ahora. Me dijo que esto es igual que un cura, porque ?un pueblo sin cura está mal y sin tamborilero también?, así que le dije que sí por quitármelo de encima. Le volví a poner las mismas herraduras porque no tenía falta, casqué los mulos y se fue tranquilo". A los 12 días de aquello, el 4 de octubre, el tío José murió, "me quedé blanco por no haberle hecho caso. A nadie le había dicho las traíllas que traíamos este hombre y yo. La mujer sabía algo porque se enteraba de las conversaciones cuando venía, pero nadie más lo sabía".

Con todo aquello aún remordiéndole en la conciencia, "por la Pilarica fui a llevar a mi hija a la estación del tren, que estudiaba en Zaragoza", y en la Plaza Mayor de Salamanca se encontró con el que fuera alcalde de Vilvestre y vicepresidente de la Diputación, Casimiro Hernández Calvo. "Y hablando con él, me preguntó por el tío José, y le expliqué el caso", así que Casimiro le invitó a que acudiera a la Escuela de tamborileros, oferta que Afro rechazó, no así la gaita y el tamboril que le regaló, aunque no pudo menos de contestarle que "esto es lo de menos, lo peor es tirar para adelante". Por su parte, el alcalde redundó en las palabras del tío José: "Tenéis los paleos, la bandera?, y eso se va a perder todo ?si ya lo sé, pero que quiere que le haga yo?". Afro regresó a Vilvestre con la gaita y un tamboril, "que sea lo que Dios quiera ?se dijo?. Llegué a casa, lo colgué en un sitio, y la mujer me dijo que dónde iba con aquello, así que le expliqué lo que había pasado".

Como cada mes de enero llegó la fiesta de San Sebastián, Patrón de Vilvestre, y aquel año "era José 'Canene' el mayordomo, y le había dicho don Casimiro que yo tenía una gaita y el tamboril, así que se empeñó que tenía que ir a tocar", pero ambos instrumentos habían permanecido sin que Afro los descolgara del lugar en el que los dejara cuatro meses atrás.

Finalmente, Afro accedió, "ese fue el primer día, y toqué los ritmos de por aquí arriba (Aldeadávila), de Vilvestre no estaba yo puesto. Y luego, aquel día, rompí el parche de atrás, aquel tamboril no tocaba muy bien". Después llegó la fiesta de la Virgen del Castillo, "un pasacalles que es muy parecido al de las madrinas de Mieza, igual que el pasacalles de novios es en Aldeadávila, son parecidos. En estos tres pueblos casi todo es parecido, en los toques y en el arte". Y partir de ahí Afro se las tuvo que ingeniar para suplir su dificultad en la mano izquierda, tapando los agujeros con la segunda falange y adelantar el pulgar para tapar el agujero de la parte trasera", por eso mucha gente me preguntaba qué forma tenía de poner los dedos".

Sobre el tractor, lugar de inspiración

[Img #260592]En ese momento Afro había asumido que sería finalmente el sustituto del tío José, pero las labores del campo apenas le dejaban tiempo para ensayar, hasta que encontró el lugar y el momento, poco apropiado que diría cualquiera, pero en sus traslados de acarreo de purines de la granja de cerdos que tenía, "también fui porquero", en el tractor encontró el espacio que estaba buscando, "donde me inspiraba". Tanto fue así que incluso hoy, cuando tiene problemas para entonar un tema con la gaita, recurre al tractor, "o lo tengo que dejar o en el tractor sale. A alguno más se lo explicado y se ríen, porque es de risa, pero en el tractor sale", lo que le hace recordar el encuentro con los guardias en la carretera y "que escuchaban el sonido de la gaita y el ruido del tractor; me estaban esperando porque seguro que lo sabían, pero al final se echaron a reír, aunque yo me quedé acoj?, ?ya verás estos ahora?".

Y a todo esto, su mujer "paciencia que te crió. La vida me daba el corral". En casa de su padre se iba a un pajar o a casa del tío 'Zambo', "pero aquí me iba al corral, aunque en invierno pasaba unos fríos?, porque en el tractor el tamboril no lo podía llevar, la gaita sí y ahí toco lo más difícil porque me inspiro", incluso los corridos de La Ribera, "lo más difícil que hay porque no tienen letra". Todos los pasacalles carecen de letra, tanto los de Aldeadávila como los de Vilvestre o los de Mieza, "tienes que escucharlos mucho y recordar, que era lo que hacían antes los tamborileros. Los hijos aprendían de escuchar a los padres, pero hasta que no morían no tocaban y llamaban a su hijo soplón. A mí también me llamaron muchas veces soplón. Los mayores no nos podían ver; como cuando un toro pega a otro y tiene que escapar".

Afro se considera tamborilero de La Ribera, ni más de Vilvestre ni menos de Mieza, circunstancia esta que le ha acarreado más de un dolor de cabeza...

El oficio de tamborilero nunca fue tal, era una segunda actividad. La mayoría tenían otra profesión, zapateros, cabreros?,"para vivir no era, aunque bien venia", pero en el caso de Afro "nunca lo hice por ganarme un dinero". Lo que le ha preocupado siempre fueron las palabras del tío José, "guardar nuestras tradiciones, por lo menos a nivel de pueblo, lo mío es defender las cuatro, cinco o diez cosas que hay en el pueblo", aunque reconoce que se defiende con un 'picao' o un fandango serrano, o una charrada, "por si te lo piden".

Respecto a la conservación del folclore típico de La Ribera, Afro considera que el tío José, "el antecesor mío, en aquellos tiempos tenía más problemas que yo ahora", pero bailes como la bandera, los paleos o la fiesta de los quintos, incluida su rosca, nada que ver con la tradicional de madrinas, hubieran desparecido de no haber sido por la irrupción de Afro en el escenario del folclore de estos pueblos, un mérito que rehúye pero que la mayoría reconoce.

Sobre la fiesta de los quintos, recuperada a raíz de que su hija fuera quinta aquel año, "está en su integridad con sus pasacalles, cantar de quintos?, y la rosca de quintos, que es única en Salamanca, solo existe en Vilvestre", una danza que "una vez recuperada es una felicidad". La rosca de los quintos de Vilvestre se podrá observar el 4 de abril en la plaza de España de Vitigudino con motivo de la cuarta Concentración de Tamborileros y en la que Afro recibirá ese merecido homenaje, a la vez que recuerda que este año Vilvestre contará con 20 quintos, "que me van a dar más trabajo que un demonio porque nadie sabe nada... A base de paciencia".

[Img #260588]Pero nadie nace enseñado, como recuerda cuando comenzaba a recuperar a algunas de las singulares piezas de La Ribera, una labor en la que no olvida sus consultas a los mayores y en especial al tío Juanito, al que acudía para saber cómo eran los toques de aquellos corridos que la memoria no le retuvo de chaval. "El tío Juanito, ya con noventa y tantos años, me dijo mucho, los toques, la forma de bailar, los cambios..., y después ya Diego aquí también me ayudó bastante; buen bailador y su mujer también".

En cuanto a la recuperación de las danzas de paleos, recuerda cómo todos en Vilvestre temían que llegasen a desaparecer pero sin que nadie intentase recuperarlos, hasta que "Juan Vicente, que había danzado y se decidió, y Diego, enseñamos a un grupo a bailarlos".

Afro se considera tamborilero de La Ribera, ni más de Vilvestre ni menos de Mieza, circunstancia esta que le ha acarreado más de un dolor de cabeza, el último en su aparición en el programa de Telecinco 'Tú sí que vales'. "Tuve un problema porque hice un tamboril con el nombre de Vilvestre y dibuje la torre de la iglesia de Mieza y el crucero de Vilvestre por la otra cara, y cuando fui al programa 'Tú sí que vales' lo tuve puesto por la cara de Vilvestre, como no podía ser de otra manera porque la danza era de Vilvestre, por lo que todo tenía que ser de Vilvestre. Pues? que ni nombré a Mieza, ni puse el tamboril por el lado de Mieza ni nada, pero es que yo no estaba para pensar en todo eso".

Pero no solo por eso el recuerdo que guarda de su participación con el grupo de paleos de Vilvestre en ese programa televisivo no es todo lo grato que había imaginado, aunque lo califica de "un momento bueno, feliz, pero no todo lo que yo hubiera querido porque tuve un error", aunque entre risas reconoce que se ha hecho el tamborilero más famoso de la provincia.

A partir de ahí, Afro ha sido el protagonista de varios programas o reportajes para televisión, pero sobre todo continúa con su misma humildad, enseñando a bailar a los quintos, entonando sus pasacalles por los pueblos de la comarca de Vitigudino, haciendo danzar al grupo de folclore 'La Verde' de Aldeadavila; y entre Mieza y Vilvestre, por San Sebastián y las Madrinas, poner el toque de los sones propios de La Ribera, con su estilo particular, como los toreos de arte, aunque siente que "el toque de La Ribera se está menospreciando".

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