el inmenso sufrimiento de las personas normales y corrientes no conmueve a los poderosos del mundo
Autor: Guillermo Castán Lanaspa. Activista de Amnistía Internacional
El pasado 25 de febrero Amnistía Internacional presentó su informe anual sobre el estado de los derechos humanos en el mundo en 2014, y de su lectura es fácil, a bote pronto, sacar dos conclusiones fundamentales:
La catástrofe padecida por millones de personas atrapadas en conflictos entre Estados y grupos armados, como por ejemplo ocurre en Siria, es ignorada por la comunidad internacional, que prefiere mirar hacia otro lado, no comprometerse con las normas de convivencia que ella misma se ha dado. Se diría que el inmenso sufrimiento de las personas normales y corrientes no conmueve a los poderosos del mundo. Se diría que la ONU, esa organización surgida para evitar los horrores de las guerras, está fracasando rotundamente.
Del análisis de la situación en 160 países del mundo, se deduce que de no tomar medidas muy comprometidas y urgentes nos espera un mundo, en este 2015, en el que grupos armados extremadamente violentos campan a sus anchas provocando el horror en extensas partes del planeta y, por consiguiente, las crisis humanitarias y de refugiados se enquistan y agravan para millones de personas vergonzosamente abandonadas a su suerte; un mundo en el que además vamos a ver retroceder las libertades fundamentales y los derechos básicos por el ímpetu autoritario de unos gobiernos que a menudo se escudan en la necesidad de "protegernos" para perpetrar sus políticas reaccionarias.
Un breve resumen de datos significativos, recopilados del informe, puede servirnos pata ilustrar lo que decimos:
Un breve resumen de datos significativos, recopilados del informe, puede servirnos pata ilustrar lo que decimos:
En España, el Gobierno sigue la tendencia global de recortes a la libertad de expresión y de reunión; la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana (LOSC), no solo amplía los poderes policiales sin establecer mecanismos de supervisión y rendición de cuentas, sino que además incluye nuevas infracciones que podrían amenazar el ejercicio de la libertad de reunión pacífica, expresión e información, como las limitaciones para mostrar y difundir imágenes de las fuerzas y cuerpos de seguridad. También han sido de especial preocupación los casos de uso excesivo de la fuerza por parte de agentes de seguridad en manifestaciones, así como crecientes restricciones al derecho de reunión, incluido la imposición de multas a manifestantes pacíficos, algo que puede disuadir la protesta.
La reforma del Código Penal también ataca la libertad de expresión, de información y de reunión, al ampliar los delitos, tanto de terrorismo como de desórdenes públicos, de manera tan amplia y vaga que resultan incompatibles con las normas de derecho internacional. Otro de los grandes retrocesos de 2014 ha tenido lugar en la lucha contra la impunidad de la que gozan los perpetradores de los crímenes más graves, mediante la reforma de la jurisdicción universal, que limita las atribuciones de las autoridades para investigar crímenes atroces contra las personas cometidos fuera de España.
También las personas migrantes están viendo sus derechos vulnerados en España. Amnistía Internacional ha seguido denunciando uso excesivo e innecesario de la fuerza en frontera por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley a refugiados, migrantes y solicitantes de asilo, que en ocasiones han sido devueltos de manera ilegal. Además, lejos de cambiar esta política, las autoridades pretenden, mediante una enmienda introducida en la LOSC, legalizar esta práctica de las denominadas devoluciones en caliente, prohibidas por el derecho internacional.
Una situación que, como vemos, exige de los ciudadanos compromiso, coraje cívico y el ejercicio de la decencia que, según parece, muchos de los gobernantes y de los que aspiran al poder por cualquier medio en este mundo ni la tienen ni la han conocido.
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