Críticas a la Casa Escuela Santiago Uno

En primer lugar quiero pedir perdón por no haber sabido evitar los atracos de esta semana, aunque es un centro abierto y tanto la policía como nosotros habíamos pedido para estos menores ingreso en centro cerrado donde ya están, por cómo estaban en este momento de violentos.

El noventa y cinco por ciento de los niños de la Casa Escuela Santiago Uno cada día tienen seis horas de clase aprovechadas en formación profesional no subvencionada, cosa que no hacían en sus anteriores colegios, comen, tienen asamblea, entre hora y media y tres de estudio, clases de circo, deporte, talleres, etc. Como mucho tienen una hora y media de tiempo libre si se lo han ganado.

No nos lucramos, hacemos mucho voluntariado para compensar la desatención que han tenido estos menores y la falta de recursos de la administración, aunque somos mucho más baratos que los centros propios públicos y les exigimos mucho más esfuerzo a los chicos para crearles buenos hábitos. Es un maravilloso equipo educativo y con una gran cualificación profesional.

Las dramáticas historias familiares de la mayoría de los chicos no justifican la delincuencia de la que no somos cómplices y que no es habitual. En el centro de Salamanca no sólo delinquen los de Santiago Uno y quienes le venden los porros no somos nosotros, de todas formas hacemos analíticas semanales y hay menos drogas que en la Universidad o en algunos colegios mayores. Mi experiencia con estos niños es muy buena, tienen un buen corazón, son muy valientes y tienen grandes cualidades que aportar a la sociedad, tienen alma de Quijotes. Pero están confundidos y alteradas sus prioridades, "aunque hagan las cosas bien no tienen el móvil que el niño de papá aunque haga las cosas mal", procuramos redefinir sus sueños y explicarles por qué sus padres no están con ellos dando ejemplo.

Nos vence la tele e internet algunas veces, quieren tener lo que los demás y a veces no sienten que tienen mucho más al vivir con menos si son capaces de quererse y ayudarse como hacen incluso con desconocidos.

Sí estamos al lado de la Catedral que es algo más que piedras, sí ofrecemos a la ciudad barcos de fuego que admiran los turistas y bonitos pasacalles, sí vivimos con estudiantes europeos que aprenden aquí, sí sabemos hablar y ya os han contestado algunos alumnos, sí que algunos tienen prejuicios. Pero la mayoría nos conoce y acepta nuestras invitaciones a las asambleas a las que también vosotros estáis invitados para hacernos propuestas para mejorar a lo que siempre estamos dispuestos.

Espero que la ciudad de Salamanca pueda estar orgullosa de nuestros chicos y chicas que son misioneros y casi siempre buscan hacer el bien.