Martes, 23 de abril de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Quitar a alguien toda esperanza de conseguir lo que desea*
X

Quitar a alguien toda esperanza de conseguir lo que desea*

Actualizado 28/02/2015
Rafael Muñoz

Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es ?se ha dicho con frecuencia- nuestro primer universo. Es realmente un cosmos. Un cosmos en toda la acepción del término. Vista íntimamente, la vivienda humilde ¿no es la más bella?

En esas condiciones, si nos preguntaran cuál es el beneficio más precioso de la casa, diríamos: la casa alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos permite soñar en paz. No son únicamente los pensamientos y las experiencias los que sancionan los valores humanos. Al ensueño le pertenecen valores que marcan al hombre en profundidad.

La poética del espacio | Gaston Bachelard

(*) Primera acepción del verbo DESAHUCIAR. Fuente: DRAE

[Img #240153]

Este texto está dedicado a la PHA (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), con nuestro agradecimiento solidario

Hablando, no hace mucho, con un conocido con el que mantengo bastante cercanía, deduje por lo que me contó, que se encontraba en un estado de preocupante fragilidad emocional. Los motivos desencadenantes de esa inestabilidad parecían tener que ver con una serie de problemas domésticos que se habían ido concatenando en un periodo relativamente corto de tiempo: una avería en el coche, otra en la calefacción, después en el agua caliente y, para terminar, una rotura en el lavaplatos.

En circunstancias que podríamos calificar de normales todo se hubiera quedado en un mero cabreo, y el que me lo contara, el natural desfogue de quien busca de nuevo el equilibrio hablando de ello. Pero no era el caso, su situación personal pasa por momentos difíciles, como las de muchos otros españoles que no ven la luz al final del túnel porque éste se encuentra cegado, aunque al fondo hayan pintado una falsa salida.

Pero lo que verdaderamente llamó mi atención, cuando después me puse a pensar sobre ello, era que, dada la gravedad de su situación, lo que verdaderamente le exasperaba en esos momentos eran esos pequeños problemas del día a día que todos sufrimos alguna vez. Y que, aunque es cierto que nos enojan, en general, nunca nos abruman hasta niveles cercanos a la desesperación, como era el caso de mi amigo.

¿Qué le ocurría? ¿Sería su naturaleza hipersensible, ignorada hasta entonces para mí?

Creo conocerlo y no se trataba de eso. Siempre lo he visto como una persona normal con capacidad media (como la mayoría de todos nosotros) para resolver estas adversidades sin mayores problemas.

Entonces, ¿qué le estaba pasando?

En nuestro país, una gran mayoría de ciudadanos hemos descubierto desconcertados como, durante los últimos [Img #240156]años, un porcentaje nada desdeñable de conciudadanos perdían sus casas por no poder hacer frente al pago de sus hipotecas debido, fundamentalmente, a la pérdida de su trabajo. Pero lo que nos ha llevado al grado máximo de estupefacción ha sido descubrir que, además de quedarse sin su vivienda, han tenido que seguir asumiendo el pago del préstamo, sin que la entrega de la casa al banco para saldar la deuda fuera suficiente.

Aunque a estas alturas seamos conscientes de esta canallada nos sigue pareciendo incompresible, ¿no es verdad?

Recuerdo que cuando todo esto se empezó a conocer, gracias al esfuerzo tenaz y nunca suficientemente reconocido de las PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), que denunciaban "parando" con su presencia constante estos atropellos, estos inaceptables desahucios, mis suegros, ciudadanos franceses, me comentaban que aquello no era posible, que sin duda me equivocaba, que en su país, miembro de la UE como el nuestro, esas cosas no estaban permitidas por la ley, refiriéndose a la "obligación" de seguir pagando aunque la casa ya no perteneciera a sus dueños.

Esta digresión no sólo pretende recordar uno de los hechos más flagrantemente dolorosos e injustos acaecidos en nuestro país, que ha supuesto, junto con otros, el inicio de toma de conciencia por parte de muchos ciudadanos de los ataques frontales que estamos sufriendo contra el llamado estado del bienestar (el "medioestar" que diría uno de nuestros más conspicuos representantes políticos).

Como decía, no es el único objetivo este artículo recordar lo que ha sido y sigue siendo la lucha contra una "normativa" a todas luces injusta, que ataca a uno de los más elementales derechos humanos: tener un lugar en el mundo.

Mi pretensión es establecer el nexo de unión con algo profundamente lacerante, como es el hecho de que todas estas familias desalojadas/expulsadas/desahuciadas, no lo han sido sólo de sus casas, sino también de su hábitat humano, del mundo (para que se vea más claro).

Perder este espacio primigenio pero también el último reducto donde salvaguardar tu humanidad, entraña fagocitar tu espacio vital. Significa, lisa y llanamente, tu expulsión del mundo.

Escribe Bachelard: La casa es un cuerpo de imágenes que dan al hombre razones o ilusiones de estabilidad. Reimaginamos sin cesar nuestra realidad: distinguir todas esas imágenes sería decir el alma de la casa; sería desarrollar una verdadera psicología de la casa.

La casa "propia" como símbolo de lo privativo, de lo más íntimo; aquel lugar donde poder refugiarnos y rehacernos ante la adversidad exterior. Si nos desalojan de ella, socavan nuestro último espacio personal, donde protegidos [Img #240154]intentamos reconstruirnos. Donde somos nosotros junto con los nuestros. Donde la relación con los objetos no es meramente utilitaria y funcional, pues en ellos se expresa y se extiende nuestro yo (nuestras fotos y libros) a través de los objetos que llevan nuestra marca, nuestra huella personal (nuestra cama, el sofá, las sillas y la mesa del comedor).

Dice el filósofo francés: Lo que guarda activamente la casa, lo que une en la casa el pasado más próximo al porvenir más cercano, lo que la mantiene en la seguridad de ser, es la acción doméstica. [?] En cuanto se introduce un fulgor de conciencia en el gesto maquinal, en cuanto se hace fenomenología lustrando un mueble viejo, se sienten nacer, bajo la dulce rutina doméstica, impresiones nuevas. La conciencia lo rejuvenece todo. Da a los actos más familiares un valor de iniciación. Domina la memoria. [?] un poco de cera fragante en su mesa, crea un nuevo objeto, aumenta la dignidad humana de un objeto, inscribe dicho objeto en el estado civil de la casa humana.

Pero, cómo hacer para poder sentir esta pérdida a quienes afortunadamente no la hemos padecido? Hagan el esfuerzo de recordar un objeto familiar y querido que de pronto desaparece, destruido o puede que hurtado. Piensen en su casa calcinada por el fuego o anegada por la crecida de un río, donde nuestros objetos más venerados se han convertido en polvo o esfumado en la torrentera.

Es verdad que en el caso de mi amigo nada desaparece totalmente, lo que percibe son ciertas fallas que se asemejan a "grietas", que se hacen visibles como en las paredes de cualquiera de nuestras casas, anunciando que algo no marcha bien. Al igual que el funcionamiento de esas máquinas (pongamos electrodomésticos), esos objetos humanizados de los que habla Bachelard, que son parte de nuestra vida cotidiana y que, como en el caso de mi amigo, dejan de funcionar, una detrás de otra, creando desazón, desequilibrio.

Conocen a alguien que no tenga "grietas" en su casa cuando ha visto su sueldo congelado, si es que no se lo han rebajado. Cuando a los que carecen de trabajo se le acaban las prestaciones por desempleo y después los subsidios miserables. Cuando empieza a no haber nada, y no se puede encender la luz y la calefacción, y después se malcome; entonces, la grieta se abre más y se resquebraja.

Cuando te expulsan de tu casa y, para que no te olvides, te siguen obligando a pagarla. Cuando esas fisuras se convierten en negros boquetes que parecen anunciar fracturas completas, totales; el equilibrio entonces, aunque siempre frágil, desaparece por completo.

¿Es que algunos estamos libres de padecer estas grietas? ¿Mi amigo, sus vecinos y familiares? Todo apunta a que no es así. Quizá por eso estamos saliendo a las calles, habitamos de nuevo en la "plaza pública", hemos decidido hablar y hacernos escuchar con nuevas palabras, pero con un reclamo antiguo.

Ya no nos negamos a ver lo que para unos son sólo fisuras, pero para otros ya se han convertido en grietas, y para no pocos, agujeros negros. Sabemos, como dice Bachelard, que: El mundo es un nido; un inmenso poder guarda en ese nido a los seres del mundo. Por eso reclamamos nuestro lugar en él.

Y la constatación más evidente y hermosa de esta verdad, sabida y al mismo tiempo olvidada por muchos, se muestra, día a día, en todas las escuelas de nuestro mundo: Pedir al niño que dibuje una casa, es pedirle que revele el sueño más profundo donde quiere albergar su felicidad; si es dichoso, sabrá encontrar la casa cerrada y protegida, la casa sólida y profundamente enraizada. Está dibujada en su forma, pero casi siempre hay algún trazo que designa una fuerza íntima. En ciertos dibujos es evidente, que hace calor dentro, hay fuego, un fuego tan vivo que se le ve salir por la chimenea. Cuando la casa es feliz, el humo juega suavemente encima del tejado.

Rafael Muñoz

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.

Comentarios...