El polvorín de Tejares o el camino que lleva al abandono

Abandonado a finales de la década de 1980, el polvorín de Tejares parece haberse quedado suspendido en el tiempo. El visitante recorre con la mirada los restos de lo que, en tiempos, fueron garitas de vigilancia, aunque no tarda en sentirse atraído por la boca de uno de los túneles, una oscuridad que invita a ser invadida para llegar al interior y descubrir que la imaginación que evoca la falta de luz es más atrayente que la realidad. Falta de luz que hace un favor al espacio para tratar de esconder los restos de suciedad y abandono. Más de un visitante ha querido pasar sin dejar huella, pero se olvidaron de los kilos de escombros que dejaban atrás.

El antiguo polvorín es un enorme solar, más de 440.000 metros cuadrados, sumido en el silencio a las afueras de la ciudad, con un destino, hasta ahora, esquivo, vacilante, y que le ha llevado a convertirse en un improvisado vertedero de escombros. Pero el viaje ha merecido la pena, piensa nuestro visitante, porque siguiendo sus pasos y dejando atrás el polvorín, llega hasta la presa abandonada, donde le recibe una inmensa balsa de agua.

Fotos: Alberto Martín