Se despide el año con olor a vieja política

2014 se acaba, un año políticamente convulso, donde la vieja política que representan los viejos partidos se tambalea. Irrumpe de alguna forma el espíritu del 15-M buscando regenerar el sistema, que el ciudadano se convierta en el centro del mismo como elemento clave y plenamente participante en el mismo.

Pero parece que hay quien sigue sin enterarse. En Salamanca despedimos del año con olor a rancio. Hace alguna semana comentaba el urbanismo salmantino ejemplificado en el antiguo Cuartel de Caballería de Federico Anaya. Recordaba que la ley está para cumplirse, al igual que las decisiones judiciales, y que hay que criminalizar a quien no lo hace o intenta rodearla para conseguir fines inconfesables, no a quien lo denuncia. La operación que permitió la instalación de un gran centro comercial ha sido declarada nula, y se debe revertir a su situación anterior.

Resulta casi impensable cerrar esa actividad, aunque nunca se cuantificara su impacto real en el comercio local, por lo que al menos merecía resolverlo con una reparación razonable para la sociedad salmantina. Pero el Ayuntamiento no está por la labor. Ante todo hay que beneficiar a la iniciativa privada, sin importar el daño a los intereses públicos. La historia reciente está llena de grandes proyectos vitales para el futuro, a los que se les dio todo tipo de ventajas. Pero con el paso del tiempo seguimos perdiendo población, nuestros jóvenes tienen que emigrar y la Universidad no sirve para fijar nuevos talentos, sería absurdo claro si se tienen que ir los que ya están aquí.

En definitiva, el urbanismo se sigue entendiendo como una serie de ocurrencias que se plasman en un papel, siempre pensando en los intereses de unos pocos y no de todos los salmantinos. En caso de error, se cambia y ya está (¿se acuerdan de eso de si no le sirven estos principios tengo otros?). Al igual que hace la Junta, autoridad última en materia de urbanismo, con el caso de la ciudad de la ciudad del ¿!Medio Ambiente¡? en Soria.

Para seguir con la vieja política, en la Diputación aletea un caso extraño de gestión en contrataciones de obras; y en el partido gobernante aparece algún caso de financiación sorprendente de alguna campaña electoral. Pues parece que el Ayuntamiento se quiere apuntar a ello, de repente nos dice que una obra de 600.000 euros ha de incrementar su presupuesto en otros 300.000 porque el estado del Puente Enrique Esteban es peor del esperado. Se puede entender que al rehabilitar una infraestructura con 100 años como esta surjan imprevistos, pero ¿tantos?. ¿No se hace un estudio previo del estado del puente para saber qué es lo que hay que hacer?. Parece que es así como deberían ser las cosas; y si así ha sido, ¿no parece excesivo el desvío de dinero?. Empieza a aburrir esto de sospechar de todo, por lo que confiemos que simplemente alguien no hizo bien una parte del trabajo, pero me sigue pareciendo demasiado dinero y es de esperar que alguien responda por ello.