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Cuento de Navidad
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POR FRANCISCO LÓPEZ CELADOR (Coronel, hijo de la Villa de Cantalpino)

Cuento de Navidad

Actualizado 22/12/2014
Francisco López Celador

"Cuando un comando talibán ha cometido la salvajada de entrar en un colegio de Paquistán y masacrar a más de 130 niños por el único delito de ser hijos de los militares que mantienen el orden y combaten el terrorismo, a cualquiera se le quitan las ganas a

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A lo largo de nuestra vida hemos escuchado muchos cuentos. De pequeños, de labios de los padres o abuelos, al calor de la chimenea, tratando de dulcificar las crudas noches de invierno; otras veces al lado de la cama, como medicina segura para quedarnos dormidos. Inventados o reales, como todos los niños, nunca nos sentíamos satisfechos y siempre exclamábamos: ¡Otro! ¡Otro! Pasaron los años y los cuentos tomaron otro sentido. De jóvenes, la inquietud por la lectura y los deberes literarios, nos pusieron en contacto con Parrault, Andersen, Dickens, Harriet Beecher, Daniel Defoe, etc. Ellos se encargaron de llenar de aventuras ?o lágrimas- nuestra imaginación con historias grabadas a fuego en el disco duro de nuestra memoria. De adultos, son muchos los personajes que se disputan la oportunidad de contarnos tantos cuentos que, por ser demasiado escuchados, o por estar convencidos de que no se ajustan a ninguna realidad, calan muy poco en nosotros. Es más, no pocas veces surten el efecto contrario. El sujeto pasivo del mensaje, antes de escuchar, ya se coloca a la defensiva, desconfiando de que quien le pone todo de color de rosa, quiere aprovecharse de su buena fe en beneficio propio.

En esta ocasión, y en vísperas de estas fiestas tan entrañables, he creído oportuno escribir ?más bien soñar despierto- un cuento de Navidad. Cuando un comando talibán ha cometido la salvajada de entrar en un colegio de Paquistán y masacrar a más de 130 niños por el único delito de ser hijos de los militares que mantienen el orden y combaten el terrorismo, a cualquiera se le quitan las ganas mencionar cualquier cuento. No es casualidad que la acción se haya dirigido al país asiático de mayor población musulmana y ?no se olvide- en poder de la bomba atómica. El mayor enemigo del talibán es el musulmán informado. Los monstruos yihadistas huyen del combate tradicional, porque saben que lo tienen perdido; por eso acuden a acciones de terrorismo suicida, difíciles de prever y más difíciles de controlar porque el movimiento se está extendiendo por todos los continentes. Si el mundo occidental no se une para terminar con esta lacra, nadie estará libre de sufrir las consecuencias; y en España, por desgracia, ya sabemos cómo actúa este ejército de perturbados. Pues bien, precisamente para contrarrestar este ambiente de violencia, hoy me gustaría escuchar un maravilloso cuento, algo parecido a:

"Érase una vez un mundo sin enfrentamientos, sin odio, sin hambre, sin racismo, sin paro; con una vivienda digna para todas las familias. Un mundo en el que sus gentes lucen el semblante de quien no tiene preocupaciones. Donde se respetan al máximo los derechos humanos de todos los ciudadanos y a nadie se le persigue por su raza, sexo o religión; donde los gobiernos se preocupan de establecer unos sistemas educativos sin contenidos sesgados y una sociedad que se rige por leyes justas, con criterios de igualdad y solidaridad. Que en las grandes y pequeñas ciudades, los viajeros suben y bajan de los transportes públicos saludando y sonriendo al que está al lado. Donde no hay empujones ni malas miradas, y los conductores al volante de sus coches, procuran facilitar la maniobra de quien se ve apurado; no se le pita ni, por supuesto, se le insulta. Los peatones caminan por las aceras charlando tranquilamente de sus cosas, y nadie se siente observado por esa cara que siempre parece estar esperando para darnos el tirón. Como la libertad de cada cual no perjudica la de los demás, las personas se toleran y respetan mutuamente. Ya hace muchos años que no se tiene noticia de guerras ni atentados terroristas y, ante la necesidad o las calamidades, las naciones se apoyan mutuamente para que nadie carezca de lo necesario para vivir dignamente. En las familias sigue primando el respeto a los mayores; claro que los mayores son el ejemplo para los más jóvenes. En resumen, estamos hablando de un mundo feliz".

Y lo bueno de este cuento es que no se hace realidad sólo en Navidad. No, aunque parezca extraño, la vida es así todos los días. ¿Qué ha pasado en ese mundo tan paradisíaco? Pues que la gente ha cambiado odio por amor, barbarie por civilización, ignorancia por cultura, intransigencia por tolerancia, avaricia por caridad, tiranía por justicia, y algo que hoy se echa mucho de menos, egoísmo por solidaridad. Con estos "mandamientos" es más fácil que el mundo sea feliz. Pero, al fin y al cabo, es un cuento y, como tal, la realidad nos devuelve a hechos tan inhumanos e irracionales como el de Paquistán. Por eso, para los que todavía creemos en un Dios que viene cada año para no dejarnos solos; y también para los que no creen en Él, o no le conocen ?que también viene para ellos-, para todos, os deseo unos felices días navideños, a ser posible con vuestra gente, y poniendo un poco de nuestra parte para que nuestro mundo acabe pareciéndose al del cuento.

Francisco López Celador (Coronel, hijo de la Villa de Cantalpino)

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