La cueva de Salamanca

Salta ahora al escenario tragicómico, que es todo el mapa de España, que el PP de Salamanca pudo financiarse de forma irregular en la campaña de las elecciones municipales de 1999. Eso dice al menos el PSOE salmantino que por medio de su secretario provincial, Fernando Pablos, ha presentado una denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción. Los socialistas piden que se investigue, cosa muy sana, y más sana lo sería si esa investigación abarcara muchos más años y a todos los partidos. ¿ Por qué?, pues porque todos sabemos que una de las causas principales, si no la principal, de nuestras corruptelas, es la falta de un sistema legal de financiación de los partidos desde que vivimos en democracia.

Hay que partir de la base que la democracia es cara al exigir el juego de los partidos políticos y éstos nunca han tenido un duro. Las cuotas de los afiliados no les ha servido nunca ni para comprar palillos. ¿De dónde han sacado el dinero, por tanto, para pagar sedes y estructuras megalómanas? ¿Del dinero que les corresponde por ley según los resultados electorales?. Eso sólo le vale al ganador de las elecciones, y no de forma suficiente. ¿Qué pasa con los partidos que no gobiernan y deben desde la oposición dar la sensación permanente de presencia?

Todos los ciudadanos sabemos que los partidos políticos han sido ( y no sé sin siguen siendo) el gran agujero negro del sistema democrático. Ellos fueron los primeros en prostituirse porque necesitaban dinero para pagar alquileres y nóminas, así como financiación para las campañas políticas. ¿De dónde sacar ese dinero?. Pues de las empresas y los empresarios a los que a su vez se les "debía" compensar desde el poder con subvenciones y otras prebendas. Nadie da nada por nada, y por eso la bola fue engordando. La cosa es tan clara que cuando aparece un partido independiente, o de siglas nuevas, y pasa a ser bisagra, lo primero que pide es quedarse con la concejalía o la consejería de urbanismo, justo donde corre más el vil parné. El caso Malaya, y otros casos de semejante tenor, han demostrado con los hechos lo que digo. Y lo de Marbella ha pasado en muchos sitios más, como en la Comunidad Valenciana, donde el reguero de irregularidades sigue llevando imputados y procesados a los tribunales.

Otro de los sectores más apreciados por los sin escrúpulos ha sido la formación, sector preferido de sindicatos y patronales. El dinero fresco de Europa, o del Estado, o de las Comunidades Autónomas, ha servido para formar a pocos y a enriquecer a muchos. Eso también se sabe. Por toda la piel de toro se extendieron las corruptelas formativas, paralelas a las de la construcción y otras semejantes.

La corrupción, que tanto nos golpea ahora, curiosamente, no se produce en estos momentos ( esa todavía no la conocemos), sino que viene de los polvos de hace años, décadas incluso. Lo que sucede es que saltan ahora porque, ¡oh milagro!, surgen gargantas profundas que lo delatan, o porque la fuerza de los hechos hace que salten las líneas rojas que estaban aparentemente apagadas.

Lo que ha saltado sobre el PP de Salamanca es un ejemplo más de lo que puede haber. ¿Se imaginan que un fiscal se pusiera a mirar todas las cuentas provinciales o regionales del PP y del PSOE? ¿ Qué descubriría? Por supuesto que no siempre aparecerían apuntes contables o fichas delatoras, pero al menos se demostraría que el dinero habría llegado a las arcas de los partidos tras un milagro tipo la multiplicación de los panes y los peces.¿ De dónde si no ha brotado tanto dinero para pagar, por ejemplo, campañas mediáticas de costes espectaculares?.

Al principio, en los años de la Transición, las campañas electorales se hacían con cuatro perras, incluso algunos líderes debían ir en coches particulares, de algún amigo rico, de pueblo en pueblo, de mitin en mitin, pero después la cosa cambió. Ya con el poder, de unos y otros ( porque el que no domina la comunidad autónoma lo hace en el Estado o en alguna capital o pueblo importante), todo cambió. Se instaló el trueque: "tu me das un sobre con tanto y yo después te compenso con alguna obrita de un montante mucho mayor".

Así se fue gestando esta España que gracias a la crisis( hasta los jueces se han cabreado) está viendo como muchos corruptos entran en chirona. No es verdad que quien la hace la paga siempre, como dice Rajoy, pero al menos es una alegría que algunos, al menos algunos, de los que nos han robado, pasen por taquilla a por el traje de rayas. Uno no le desea mal a nadie, pero lo primero es la ley. O sea, que la justicia actúe y lo haga con celeridad.

Queda mucha gente de las extintas cajas de ahorros pendientes de que se resuelva "lo suyo", en general por administración fraudulenta, cuando no de chorizadas puras. Queda gentío pendiente de que se sepa dónde se metió tanto dinero de formación. Queda sin saberse muchos trueques en el mundo del urbanismo. ¡Queda tanto por descubrir! Si hasta Jordi Pujol, el intocable catalán, ha caído( y lo que caerá) ¿ cuántos no caerán?. Es ejemplarizante lo de Matas, Pantoja, Bárcenas, Urdangarín ( aún pendiente), Díaz Ferrán, Roca, Costa (también pendiente), Granados y tantos otros?. La Justicia debe ser ciega, sorda y muda, pero ir a lo suyo sin parar.

Lo del PP de Salamanca ya está en el tablero. El tiempo dirá que hay de verdad en el asunto, y si es cierto que la famosa cueva de Salamanca es una realidad y está llena no de fantasmas, si no de tramposos. Por cierto, estaría muy bien que el PSOE de Salamanca expusiera cómo se ha financiado siempre en esa ciudad para desterrar las dudas de los escépticos. Los socialistas salmantinos tienen derecho, y obligación, de denunciar lo que consideren oportuno, pero no deberían acogerse a la presunción de inocencia porque en lo relativo a la financiación de los partidos hace tiempo que no existe. Porque el problema es eso que está tan extendido: los del PP, mal, pero los demás, igual. O sea, que el ciudadano cree que en cuanto a la financiación de los partidos, ninguno se libra. ¿ Es así?. ¿Recordamos Filesa, Malesa y Time Sport?. En fin, que uno es descreído porque si nada nos conduce a creer en la bondad humana mucho menos en la de los políticos. En general, claro.