90 años de transporte público urbano en Salamanca

En diciembre de 1924, parece ser que el día 21, comenzó a funcionar en Salamanca la primera línea de transporte público formal, utilizando autobús. En concreto la que unía la Estación de Ferrocarril con el entonces municipio de Tejares, pasando por la Plaza Mayor (existe una foto de Venancio Gombau de un autobús, de los dos de entonces, junto al Pabellón Real), recorrido conservado en la actual línea 1. Es posible que cumplir 90 años no merezca una celebración especial, y casi prefiero que se olviden de ello tras ver lo ocurrido a la Unión Deportiva Salamanca al cumplir esos años (aunque las situaciones son, lógicamente, distintas), pero merece la pena recordarlo.

Durante todos esos años la gestión de este servicio público municipal, cada vez más indispensable, ha sido privada en régimen de concesión, por parte de empresas salmantinas excepto la actual. Servicio público, recordemos, de obligada prestación por parte del Ayuntamiento según la ley. Los períodos de concesión siempre han sido muy largos. Seguramente eso ayude a explicar que hasta finalizar los años 80, el servicio ofertado no fuera nada ejemplar, llena de problemas y con una calidad rayando lo lamentable en demasiadas ocasiones.

Recordemos que el anterior concesionario tuvo que retirar casi todos los vehículos en 1986, al no cumplir con los requisitos mínimos tras una inspección de vehículos, lo que adelantó el cambio de empresa. Es evidente que alguien no cumplía entonces con sus obligaciones. El concesionario al no proporcionar la calidad y seguridad mínima exigidas. Pero también varias corporaciones municipales obviaron su obligación de inspeccionar y exigir esos mínimos para un servicio público.

Desde entonces hay que reconocer que el cambio ha sido notable, con sus altibajos, aunque la actual concesión empezara forzando el pliego de condiciones con algún despido innecesario y que suena muy raro. Pero llevamos unos años estancados, incluso perdiendo viajeros, necesitando un cambio radical en su concepción. Todavía se percibe por parte del Ayuntamiento a este servicio público, que nos cuesta mucho dinero, como un mal inevitable, para los que no tienen coche en sentido peyorativo. Como curiosidad, digamos que la velocidad media comercial oscila entre los 10'6 y los 15'8 km/h, situándose la mayoría de líneas entre los 12 y los 13 km/h.; y frente a los dos vehículos originales ahora hay 64.

El transporte público colectivo es clave para conseguir una movilidad más sostenible, para una ciudad con una calidad de vida (problemas sociales aparte) bastante envidiable. Y, socialmente, es más barato que cualquier otro medio de transporte motorizado. Darle preferencia en la calzada, crear una pequeña red de carriles bus, ventajas en los cruces, remodelar las paradas y conseguir una verdadera convergencia con un sistema metropolitano de calidad, son los retos que se obvian desde hace años. Y no olvidemos la participación de los ciudadanos en su gestión, en forma de encuestas de calidad vinculantes y algún órgano de control ciudadano. Y desde luego eliminar innecesarios intermediaros, como la empresa concesionaria, que sólo encarecen el servicio pagado con el dinero de todos. Confiemos que en el próximo centenario por fin los salmantinos hayan entendido la necesidad de contar con un servicio de gestión pública de verdadera calidad y eficacia al servicio de todos los ciudadanos.