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Esquizofrenia
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Esquizofrenia

Actualizado 19/12/2014
Luis Miguel Santos Unamuno

He dudado mucho en poner ese título por el respeto que le tengo al dolor de las familias en que uno de sus miembros padece esa enfermedad que tanto hace sufrir pero utilizar expresiones como escisión, término tan caro al psicoanálisis, o disociación no facilita la comprensión tanto como ese término, esquizo que enseguida nos hace pensar a todos en una división de la personalidad. Les pido disculpas.

En fin, con ello quiero referirme a la sensación que tengo de que los españoles somos cada vez más de derechas y de izquierdas? a la vez y sin darnos cuenta, digamos que cogiendo lo bueno, para nosotros, de cada posición. Así veo que somos cada vez más celosos de los nuestro, de lo privado, de la libertad de expresión, de que no me prohíban nada, de que pueda salir a la hora que quiera, hacer lo que quiera, acostarme con quien quiera, faltaría más, pedir prestado el dinero que quiera, navegar por internet donde y como quiera incluyendo el pirateo, conducir como quiera, ponerme el cinturón de seguridad del coche si quiero, beber el vino que quiera, envenenarme si quiero, suicidarme si quiero. Cada vez más en sintonía con los Estados Unidos un país que confía en las bondades del Mercado para que se autorregule la convivencia y que lleva por bandera el respeto a la libertad del ciudadano y se llena de protestas en cuanto sienten que se la coartan, nos irrita que se promulgue una Ley "mordaza" que penalizará grabar en video a un policía que creemos que se está extralimitando y nos enfadamos porque en cuanto hay una transacción de compraventa entre particulares aparece la lupa de Hacienda pidiendo su parte, ya casi con miedo de que nos carguen el IVA cuando vamos a pedirle media docena de huevos al vecino.

Y sin embargo al mismo tiempo estamos cada vez más agarrados a papá Estado al que miramos, como al cielo, desde que nos despertamos, para que se encargue de todo, para que nos proteja, para que subvencione la cultura, cómo no, para que me ayude en mi pequeña afición porque no se debe dejar morir la dulzaina ni el teatro en idioma aranés ni esa especie animal en peligro de extinción, ni la práctica del deporte que decaería si tenemos que pagarnos de nuestro bolsillo las equipaciones si no conseguimos un patrocinador privado. Los ejemplos son muchos como el de estos padres que empujaron a sus hijos a entrar en una secta y ahora piden al Estado que los ayuden a sacarlos, o los que practican deportes de riesgo porque quieren y luego necesitan ser rescatados.

Puedo ir más allá, aunque ya abordo terrenos pantanosos que me granjearán enemistades. Porque es verdad que al Estado le interesa proteger a sus integrantes, facilitar la demografía, que se invierta la pirámide poblacional, que haya más hijos por mujer? Pero la decisión de tener un hijo (aparte de ser una locura como dice un psicoanalista amigo mío con una luminosa metáfora del hecho de crear una vida) es algo íntimo, personal, que condiciona durante muchos años la vida de los progenitores, algo que ellos deben valorar sabiendo que tendrán que hacer sacrificios, modificar sus vidas, sus gastos, el usufructo de su tiempo que deja de ser suyo. Pero cada vez más lo hacemos con condiciones, si me ayuda el Estado, si no es demasiado gravoso. Lo siento, enfádense conmigo, pero nos estamos volviendo unos comodones. A donde no llega lo privado queremos que llegue lo público, lo exigimos. He visto en mi trabajo, lamentablemente, padres que "no pueden" con sus hijos y que piden que se encargue de ellos el Estado, que se los recojan; pero en una muestra más de esa esquizofrenia a la que me refiero, ponen el grito en el cielo si ese Estado les dice que quiere poner en el cole una asignatura para educar en la ciudadanía porque entonces dicen que no, que eso es una intromisión intolerable en la labor de los padres que son los que educan a los hijos. El comedor escolar al que se tiene "derecho" cuando es algo totalmente ajeno a la enseñanza (si bien imprescindible en ocasiones para llegar a toda la población en edad escolar por cuestiones logísticas y, últimamente, triste es decirlo, humanitarias) es otro ejemplo y hace que haya padres que lleven sus hijos a colegios privados porque les presta este servicio que no consideran raro que sea de pago. Y también es culpable el Estado de que no haya recursos suficientes para la ayuda a la durísima situación que viven los cuidadores de los dependientes cuando antes este era un asunto privado de las familias.

Hacemos responsable al Estado de todo lo malo como antes se hacía responsable a Dios lo que a muchos hacía perder la fe al no poder comprender la muerte, el dolor, las enfermedades en el mundo que Él habría creado. Ahora no se piensa que es la Ley de Dios o una fatalidad sino que el Estado debió vigilar, supervisar, encargarse, aportar recursos, responsabilizarse. En el caso del Madrid Arena se sancionará merecidamente a quienes quisieron sacar tajada y a los corruptos municipales pero también a unos médicos, a unos policías, que actuaron sin recursos y se exonerará a los miles que se colaron, a los que no debían haber estado allí configurando aquella ingente multitud. Y también en el caso de los estafados por entidades privadas, de los fallecidos en accidentes de tráfico, de los abducidos por sectas, de los arrastrados al abismo de las drogas, blancas o no, acabamos mirando al cielo, al nuevo Padre (ya no eterno ni distante, pues, en una suerte de nuevo panteísmo, somos nosotros mismos, los que pagamos los impuestos) para que haga algo. Porque gobernar e incluso legislar es tomar decisiones sobre la convivencia y el uso de los recursos, de unos recursos limitados. La vida en comunidad es lo que tiene.

Me viene a la memoria una célebre frase que no quiero buscar en Google para saber quién la dijo no vaya a ser que no me sea simpático: "No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino lo qué tú puedes hacer por tu país."

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