Martes, 19 de marzo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
La soledad en Navidad
X

La soledad en Navidad

Actualizado 19/12/2014
Eutimio Cuesta

[Img #170761]

EI anciano animaba la lumbre de burrajos con la punta de las tenazas. Se inclinaba sobre sus rodillas e intentaba, inútilmente, aumentar el calor con cuatro cachos de ascuas y cuatro puntas de palo de vides, que se escondían, distraídamente, entre la ceniza. Muchos años tenían Antonio y la Francisca. Francisca se encontraba más ligera, embozada con un pañuelo negro y descolorido anudado a la barbilla; en cambio, Antonio tenía el rostro más arrugado y las piernas más torpes: el peso del legón y de las parihuelas habían apelmazado demasiado sus huesos, hasta el punto de paralizarlos: de su nariz, pendía una "guinda" que él intentaba, sin disimulo, atrapar con un moquero negro, que se columpiaba de su muslo derecho; una lágrima se despanzurraba inerte sobre la pernera de su pantalón de pana. No me miraba. Su vista estaba lejos, en otro lugar, en otro ensueño más gratificante que aquel de la cocina llena de frío por todas las partes. Musitó con voz casi imperceptible: "Trabajar de sol a sol para esto?" La señora Francisca me ofreció una galleta "María". No me resistí, no me pude resistir, porque aquel plato con galletas entrañaba el valor más grande de generosidad, la generosidad del pobre: la auténtica porque da lo que tiene.

Y, para hacerlos retrotraer a aquellos años más jóvenes, no menos angustiosos, pero más ilusionantes, les hablé de aquella otra Navidad, de la suya. La de la luz del candil, la del silencio en las calles y la del calor más familiar, porque nadie no tenía excusa para no comparecer.

Pero Antonio permanecía impertérrito, no le animaba nada, seguía triste con la mirada perdida tras el hollín de la chimenea. La soledad. Antonio y la señora Francisca estaban mordidos por la angustia de la soledad. Ni siquiera habían tenido hijos. La soledad del "portal"; la soledad de una sonrisa ajena; la soledad de la compañía del maullido de un gato hambriento.

Me salí de aquella cocina contagiado de soledad, y avanzaba por la calle acompañado de bullicio, de trajines y prisas; de gente, de mucha gente; de escaparates agresivos; de luces de magia; de viajes galácticos; de material bélico incendiario y letal; de ambiciones desmedidas; de hipocresías inconfesables?; y, por qué no, también de familias enteras sumidas en el dolor y en el hambre.

Aquella familia de Nazaret salió de su pueblo huyendo camino de Egipto. Todo el mundo le cerró las puertas; se desplazaban en burro; hoy también se huye del hambre y del abuso de poder en pateras; y también el mundo les cierra las puertas; en los portales de Belén, se hacinan miles de madres, de niños y de hombres solos. La soledad de los incomprendidos y de los marginados. Mientras suceden estas cosas en la intemperie del mundo, nosotros celebramos la Navidad. ¿Qué Navidad: la de Belén o la de Herodes?

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.

Comentarios...