¿Se nace o se hace uno corrupto?

Aunque soy de los que defienden que el sistema educativo del que disfrutamos, con todas sus carencias, es de lo mejorcito (sí, sí, sorpréndanse), quizá sí me veo obligado a admitir que no conseguimos con nuestros alumnos avances significativos en determinados aspectos, en concreto en el del desarrollo del criterio moral. En realidad ni siquiera estoy seguro de que ésa sea una de las funciones de la Educación pero el hecho de trabajar con unos sujetos en un periodo clave de su formación te lleva a esperar que alguna incidencia deberían tener las actuaciones que se desarrollan durante el largo periodo escolar. Y cuando digo no conseguir avances me refiero a que no noto mucha diferencia entre los adolescentes en las aulas y los adultos en los despachos en aspectos muy importantes de la convivencia, de la ciudadanía. Y en ese sentido mis alumnos de la ESO no están tan mal educados como dicen los agoreros. O sí lo están, por decirlo de otra manera, pues ya apuntan maneras para incorporarse como ciudadanos libres a esta sociedad y no se diferencian mucho de sus mayores: pronto aprenden a aprovechar en beneficio propio los recursos de todos, los recursos públicos.

La psicología del desarrollo nos informa de que sería esperable que el egocentrismo inicial llevara a confusión entre lo que es de todos y lo que es mío en edades tempranas pero que el criterio moral (y no sólo por la fuerza de los reglamentos) debería avanzar hacia posturas honradas y solidarias buscando el bien común. Pero me da que no. No vean lo que me cuesta convencer a los alumnos de que no usen los ordenadores para entrar en su correo o en el tuenti cuando cubro una guardia o porque me dicen que ya han acabado la tarea. Si los ordenadores están allí, esperando, ¿qué tiene de malo? Y cómo lograr que acepten que no pueden subirse al autobús escolar de una ruta que no les corresponde para ir a un pueblo que no es el suyo porque se van al cumpleaños de un amigo y así no tienen que llevarles sus padres.

Quizá es que soy demasiado quisquilloso pero un centro educativo se sustenta casi en su totalidad sobre recursos públicos y es difícil detectar los lugares donde se produce esa yuxtaposición entre lo público y lo privado, y desde luego no siempre hay acuerdo sobre ello, incluso entre el profesorado. Algo deben intuir los responsables políticos de esa continuidad cuando el mismo portavoz Alfonso Alonso al principio de los viajes de Monago advirtió de que se tiene que confiar en la responsabilidad de los diputados: "es que esto no es un colegio" apostilló. Pero no son menos reveladoras las declaraciones del diputado por Teruel (que a diferencia del otro enamorado de la Henao sí ha dimitido) que se defendió argumentando que se debería dejar claro a los diputados lo que se puede hacer y lo que no como diputado. Móndate. Eso es lo que pretendemos sin mucho éxito en el instituto, compañero.

Yo mismo, por ejemplo, anduve con pies de plomo mientras fui director y prometo que no me traje a mi casa el sello del instituto para hacer como ese fenómeno que aprovechando que había sido un jefecillo de la Seguridad Social de Andalucía y conocía los entresijos ha estado cobrando durante 19 años la pensión de viudedad de su fallecida madre. Estarán conmigo en que no hay duda del dolo y de la intención de defraudar de ese hombrito. Porque lo que de verdad me parece grave es que me malicio que gran cantidad de los aprovechados de recursos públicos no parecen percatarse de ello, vamos que si se les preguntara si están obrando mal dirían que no, que aquello es suyo.

A tenor de las explicaciones exculpatorias que ha aportado éste es el ejemplo del oficial que llevó al pequeño Nicolás en el coche oficial en alguno de sus viajes o excursiones mientras el incipiente conseguidor lo inmortalizaba traicioneramente -le pudo el narcisismo- con la cámara de su móvil. Es que lo hice en mi tiempo libre, dicen, sin percatarse de que no se les sanciona por escaquearse unas horas del trabajo sino por utilizar el coche oficial que, se lo crean o no, no es suyo. Claro, como custodias las llaves te lo acabas creyendo. Y me temo que eso pasa mucho: mucha gente frisa la delincuencia hasta caer en ella empezando con un Tengo derecho a ello y porque se acaban convenciendo de que ese despacho, ese bastón de mando, ese palacete, etc. son suyos, sí, suyos. Por usucapión o derecho de conquista pensarán.

Así el presidente del gobierno canario Paulino Rivero proclama que esos recursos, esas aguas, "son nuestros", del pueblo canario, para oponerse a unas prospecciones que pueden interesarnos a todos. Bastó ver como increpó Pujol en el Parlament a los diputados catalanes para percatarse que se veía como un patriarca, un padre padrone al que se le soliviantan sus hijos o sus jornaleros. Y el mismo Mariano Rajoy utilizó interesadamente una comparecencia en el Senado como Presidente del Gobierno para pedir perdón como presidente de un partido por los desmanes púnicos de sus hombres de confianza. O el portavoz Homs ironiza con que si el presidente Rajoy va a Cataluña le invitarán al Palacio de la Generalitat, como si fuera suyo. Si viene a Salamanca yo podría negarle la entrada a mi casa, pero sólo a mi casa, al mismísimo presi Obama. Aunque la que ha rizado el rizo ha sido la mandamasa del PP en Madrid que con una audaz pirueta se ha pasado de su lado -privado-, el de los responsables, al nuestro -público-, el de los ofendidos que piden explicaciones.

Pero, ¿es sólo una cuestión de escalones que se van subiendo y tal como se empieza se termina?, ¿es sólo un cambio cuantitativo -porque se van incorporando nuevos contextos de esta especie de pequeña corrupción- o es algo cualitativo que de pronto hace aparecer la corrupción donde había sólo confusión? Porque estoy hasta dispuesto a aceptar que el antes senador Monago pensaba que no hacía nada malo cuando ajustaba su agenda de trabajo para disponer de un tiempo libre de refocile canario. Pero no que se tire de fondos del Congreso para cargar el billete de? un familiar en periodo vacacional. Al principio apenas hay diferencia pero me temo que pronto los aprovechados pasan a corruptos, y que entonces ya sí saben que están obrando mal, que si les pillan irán a la cárcel.

Porque esa es la cuestión clave: saber si se meten en política con intención de delinquir o les pasa, ya en el poder, que el dinero les corrompe. ¿Esos alcaldes corruptos lo son de largo aliento y ya desde niños apuntaban maneras y han seguido el camino: travesura - gamberrada - delito, por lo que en cierto modo es culpa nuestra por elegirlos; o en lugar de eso son seres que entraron miríficos en política y un malvado Yago vertió elogios y luego promesas en sus oídos y luego dinero en sus bolsillos para llegar a transformarlos en vengativos Otelos digo en corruptos Granados?. Porque mira que se ha dado prisa el propio de la Diputación de León que sólo hace seis meses que tomó el bastón de mando tras el deceso de su antecesora.

En el cole desde luego los padres siempre se acogen a que su hijo era bueno pero se ha juntado con malas compañías. Y da miedo que los alumnos empiezan a no querer ser futbolistas, bomberos o modelos sino alcaldes. En el fondo la pregunta es: ¿nos corromperíamos todos llegado el caso?