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El salmantino Juan de Figueroa entre el p. Las Casas y el p. Vitoria
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¿Qué habría hecho el pionero de la ONU frente a las caprichosas intervenciones armadas de nuestro tiempo?

El salmantino Juan de Figueroa entre el p. Las Casas y el p. Vitoria

Actualizado 13/01/2016
José Antonio Benito

El rol de un jurista salmantino que se movió entre los dos gigantes del derecho indiano, Vitoria y las Casas, y la realidad descrita por el Inca Garcilaso.

Si Vitoria viviera probablemente habría dedicado su lección magistral como inauguración del curso académico universitario a la licitud de la intervención armada mundial amparada por la ONU frente a la provocativa ofensiva del estado islámico. Así lo hizo en sus célebres "Relectio de Indis" ante la polémica ante la conquista de América.

La documentación de estas notas la pueden encontrar en "La moral en la conquista del Perú y el Inca Garcilaso de la Vega, Conferencia de Ramón Menéndez Pidal, 1959" publicada en "Seis temas peruanos" (Conferencias pronunciadas en la Embajada del Perú en España), Colección Austral, nº 1297, Espasa-Calpe, Madrid, 1960

Cuenta el cronista Francisco López de Gómara que el emperador Carlos I de España y V de Alemania encargó al salmantino doctor Juan de Figueroa que tomase los pareceres jurados de muchos gobernadores, conquistadores y misioneros, acerca del trato dado a los indios y sobre la licitud de la conquista en América, y en concreto del Perú. Según el también cronista Alonso de Santa Cruz (Sevilla, 1505-Madrid, 1567), maestro de astronomía y cosmografía en la corte de Carlos V, autor de el Islario general del mundo (1560), y continuador de la obra de Hernando del Pulgar, Historia de los Reyes Católicos el Dr. Figueroa fue colegial de la Universidad de Salamanca, regente de Nápoles y hombre de la mayor confianza del emperador. Parece que a él le encargaron de participar y moderar las discusiones filosóficas, jurídicas y teológicas llevadas a cabo por parte de los frailes dominicos y en particular por el célebre misionero y polemista P. Bartolomé de las Casas y por el no menos famoso catedrático P. Francisco de Vitoria.

El primero, antes encomendero, luego misionero, canonista, publicista, se centra en dos utopías la idealización del "buen salvaje" americano, el indígena es el manso cordero, sobre el que se había cebado el hambriento y cruel lobo hispánico; la segunda utopía era la de que España sólo podía acudir a América con "frailes y seglares que puedan ayudar la labor misional, y unos 300 soldados a Méjico y 500 al Perú para evitar guerras y desmanes contra los misioneros".

El segundo, teólogo y catedrático de prima de la Universidad salmantina, padre del derecho de gentes y pionero de la ONU, 300 años antes de su fundación, cree que los indios ?al carecer de escritura y artes mecánicas, así como leyes regulares, como menores de edad, necesitarían un rey que los gobernase con caridad cristiana para habituar a los hombres nuevos a la vida de la civilización occidental .

Cuenta el Inca Garcilaso en sus "Comentarios Reales" que las reformas a favor de los indios propuestas por el P. Las Casas en 1540-42 no eran aceptadas por el Consejo de Indias pero sí por Carlos V. Dice el Inca: "Su Majestad, como tan católico, se persuadió fácilmente a lo que el fraile quería, por los cargos de conciencia que le puso, si no mandaba hacer las Nuevas Leyes para el bien de los indios". De hecho fueron redactadas y promulgadas en 1542.

[Img #527838]Al chocar con la realidad, en México se suspenden las leyes por su visitador Sandoval y en el Perú provocaron las tristes guerras civiles. En la obra "El parecer de Yucay", se informa en 1571 al virrey Toledo: "Fue tal el influjo del P. Las Casas y tal el escrúpulo que al emperador puso y también a los teólogos, siguiendo a aquel padre?que quiso Su Majestad dejar los reinos del Perú a los incas tiranos, hasta que fray Francisco de Vitoria le dijo que no los dejase, que se perdería la Cristiandad", y que si España se retiraba del Perú, los indios volverían a su idolatría.

El resultado de las juntas de Valladolid fue como si Vitoria hubiera intervenido. A Carlos V le pusieron escrúpulos sobre el mal trato de los indios y sobre la legitimidad de las conquistas. Fue Vitoria, quien influyó en el emperador y "dio firme base a la concepción del Perú incaicohispano, el Perú representado por los "Comentarios Reales" del Inca Garcilaso" (p.29). Garcilaso presenta un imperio inca utópico, idealizado. Era, al mismo tiempo, una preparación providencial del imperio hispano. De hecho, considera la conquista como protegida por el Cielo, como afirma en la "Segunda Parte de los Comentarios Reales" (Córdoba 1617). En ella señala que los tres españoles que aspiraban a conquistar el Perú, Pizarro, Almagro y Luque, más allá de una cierta dosis de locura y ambición, era "la buena dicha que hoy goza aquella tierra renovada, y lo principal de todo, era Dios que había misericordia de aquellos gentiles y quería por este camino enviarles su Evangelio, como lo veremos en muchos milagros que en su favor dellos hizo en la Conquista"

Termina Menéndez Pidal: "Ésta es la armónica y trascendente interpretación histórica sobre el ocaso incaico y la conquista española, que en un entusiasta prólogo dedica, con afectuosidad fraterna "A los indios, mestizos y criollos del grande y riquísimo imperio del Perú, el Inca Garcilaso de la Vega, su hermano, compatriota y paisano". Y esta trascendente visión histórica que el Inca nos da, la acogemos también nosotros, los españoles de España, como sus hermanos, sus compatriotas, sus paisanos" (p. 39).

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