Alejandro Marcos no logra trofeos en Arnedo

Volvió a pegar con fuerza el malagueño Fernando Rey y el hierro de Baltasar Ibán: una impecable presencia mostró el primero de Baltasar Ibán, siendo incluso aplaudido de salida el novillo por la gran presencia del mismo: pitones amenazantes y buenas hechuras por detrás. No se dejó veroniquear de salida por el malagueño, que intentó andarle con garbo. Tras brindarle al torero Diego Urdiales, que recibió una sonora ovación por parte de su ciudad, vibró Fernando Rey ante en el inicio muleteril, por bajo, ante un novillo de embestida encastada y, además, enclasada, dos virtudes que pocas veces convergen. Fue sacando la bravura enmascarada en transmisión también en las dos siguientes tandas, por el derecho, entregándose en la muleta de Rey, que le bajaba muchísimo la mano. A partir de la tercera tanda, fue sacando la exigencia que debería soportar Fernando, y lo hizo de forma espléndida, sumándole al garbo que imprimía en cada muletazo, el valor que atesora el andaluz. Tenía más carbón por el pitón izquierdo, pues habría que aguantarlo por ese lado. Fue arrimándose en los finales, intentando que perdiera fuelle el de Ibán antes de dejar un soberbio estoconazo que tumbó a su oponente. Se las tuvo que ver en segundo lugar con un novillo que habría de templarlo por el pitón derecho, ganarle el paso y buscarle la colocación hacia adelante ya que el de Ibán salía hacia fuera en el embroque. Muy suelto anduvo especialmente en el epílogo muleteril, gustando muchísimo sus remates y mostrando las dos caras de su tauromaquia que atesora el de Málaga. Por el izquierdo también debió someter al de Baltasar, dejando su sello característico y levantando la ovación del tendido después de cada tanda. Midió perfectamente Fernando los tiempos ante un animal que le dejó estar mucho más cómodo, con el que tiró de recursos. Perdió el premio con la espada, pues se atascó con los aceros en el tramo final y se enfrió el calor que infundió la faena.

Más desagradecido fue el segundo, con el que tuvo que asentarse Jorge Expósito poco a poco para cogerle el aire a su embestida. Quizá tuvo que imprimirle más dominio por bajo en los inicios muelteriles antes de que el novillo se percatara de las distancias y, por ende, de que él mandaba en la faena. No lo hizo Expósito y acusó el de Ibán, por tanto, ese defecto durante el resto de la lidia. Se le mostró andarín en el epílogo de la faena y pasó las de CaínJorge para entrarle la espada, con la que se atascó largo rato. Se topó Jorge Expósito con un quinto encastadísimo, con muchas teclas por tocar y con una incesante embestida a más que habría que dominar y lidiar desde la primera toma de contacto capotera con el mismo. Tuvo su parte agria, pero habría que sonsacar su parte dulce a base de valor, lo que fue consiguiendo paulatinamente el valenciano. Manseó en los últimos compases el novillo madrileño, pero aguantó la muerte que Expósito le propinó, siendo ovacionada ésta por el público riojano.

Compuso muchísimo Alejandro Marcos en la faena, sobre todo por el pitón derecho, el más potable del animal. Supo encontrarse Marcos con la bonachona embestida del de Baltasar, gustando entre los tendidos. Su toreo clásico es un gran pasaporte que encaja en todas las plazas y así lo demostró en su concepto. Encajado y templadísimo en todo momento. Le persiguió el mal de los aceros, pinchando el premio, que se redujo a una sonora ovación por parte de Arnedo y una vuelta al ruedo del salamantino. Fue ovacionado de salida el cierraplaza por su presencia y Alejandro Marcos pudo gustarse con el mismo. Se acabó pronto el novillo, pero permitió mostrar al salamantino su carta de presentación también en este segundo, con el que anduvo templado.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Arnedo (La Rioja). Feria del Zapato de Oro. Segunda novillada picada.

Seis novillos de Baltasar Ibán, bien presentados

• Fernando Rey (blanco y plata), oreja y ovación.
• Jorge Expósito (marino y oro), silencio y ovación.
• Alejandro Marcos (rosa palo y plata), vuelta al ruedo y ovación.