La vida a través de un parado

Antonio, arquitecto de carrera y parado de profesión, sigue viendo por la televisión cómo el paro baja mediante contratos "basura" (que ya quisiera para él), cómo Europa insta a España a que busque soluciones para generar empleo entre los menores de 25. Antonio, a sus 54 "tacos", suspira y piensa en lo absurdo del tema: ¿No somos los de mediana edad el pilar de una economía? ¿No somos nosotros, los maduros, los que podemos ejercer una labor profesional eficaz gracias a nuestra experiencia? ¿No somos nosotros, los "carrozas", los que tenemos bocas que alimentar?

Sentados en la cocina, Antonio y su amada María. Encima de la mesa: papeles arrugados, una libreta llena de números, un lápiz a la mitad y una calculadora solar, de esas que tienes que buscar la luz para que no desaparezcan los número en mitad de la cuenta. ? ¡No nos llega!- dice María con voz suave para que los niños, que están en la estancia contigua, no la oigan. Mientras, Antonio, mira y remira el "puñetero" recibo de la luz que se empeña, mes tras mes, en subir. Debajo de todos lo papelotes y de las lágrimas de María, se entrevé el diario de hoy, en cuya primera plana aparece en titulares: "Interior estima en 1.800 millones de euros la fortuna de la familia Pujol"

Fatigado y derrotado, Antonio sale de casa como cada mañana, no sin darle antes un beso a María, para comenzar su procesión diaria, sembrando cada tienda, comercio, oficina, portal, hipermercado o almacén, de currículos que su hija pequeña le sacó por la impresora. En su cara sonrisa, en su cabeza preocupación, en su corazón?. angustia. Cerca de él, unos "bancarios", enfundados en trajes, se carcajean con grandes risotadas - ¿Será por mí?, no puede ser, hace tiempo que dejé de trabajar con bancos.- Piensa Antonio apoyado en una marquesina de autobús para descansar su cuerpo, mientras mira sin mirar un cartel que reza: "Créditos a las familias" y en letra pequeña "Al 14'5% TAE". -¡Qué buen negocio!, ellos compran el dinero al 0'05%, equivoqué mi profesión- Sonríe irónicamente Antonio.

Rebusca ente sus bolsillos y halla unas monedas que María le ha dado para tomar un café o comprar cigarrillos. Para las dos cosas no. Se retira el sudor de la frente, fruto del sofocante calor, y decide comprar una botella de agua en un "chino". La bebe de dos tragos y tira la botella en una papelera cercana, -¡uy! Exclama mientras falla el tiro y ve cómo la botella cae debajo de la papelera. Al recogerla, una colilla de Marlboro, casi entera, aparece justo debajo de su pie. Antonio se plantea el dilema pero el vicio le puede.

Un sonido de "politono" antiguo sale de su bolsillo, la dulce voz de María se escucha al otro lado del viejo móvil -¡Antonio, Antonio! Ven a casa corriendo, tienes trabajo.- -¿Pero cómo?- pregunta ingenuo Antonio, -Haces una sustitución a un barrendero durante su mes de vacaciones- le responde la excitada María.

Antonio dirige sus pasos acelerados en dirección a su hogar, mientras piensa orgulloso: "Este mes llevo yo la comida a casa".