Qué Pablo queréis

Podemos es, de lejos, el gran amo de la crisis, la casta de la crisis, como diría Pablo Iglesias el Joven, o sea, el que mayor rédito le está sacando. Me recuerda a ese vaquero que quiere ser sheriff y para ello se coloca en la plaza del pueblo, pregunta a cada vecino cuál es su problema y su secretario lo va anotando. Al finalizar la ronda les dice: "Pues todo eso os lo daré si soy elegido sheriff".

El gran éxito de Podemos fue estar antes que nadie tomando notas en aquella Puerta del Sol de los indignados, de donde surgió Ada Colau para interponerse ante los guardias. Ahora, en el Partido Socialista hay quien está constreñido porque no pudo correr más que la crisis de Lehmans Brothers, caso de Zapatero, o está depauperado como víctima del "tú más" de Rajoy, caso de Rubalcaba. Así, el espacio de la izquierda es una partida de ajedrez que la tendrán que jugar gente nueva: Pedro contra Pablo o Pablo contra Pedro.

Todo lo ocurrido es de manual. Y para conseguirlo, en Podemos ha sido de suma importancia que su dirección proceda de las aulas de Ciencias Políticas. Podemos hace reproches a derecha e izquierda llamándoles "casta". ¿Pero se puede hacer reproches a Podemos? Desde el punto de vista del PP ya lo están haciendo en un intento de ningunear al Partido Socialista; y desde el Partido Socialista son muy pocas las censuras a Podemos por un calculado deseo de no molestar a los posibles hijos pródigos.

¿Y desde el punto de vista del votante?

Si el PP saca la carta del "miedo a Podemos", quizá se vacíen los conventos y residencias y la abstención no llegue ni a los "servicios mínimos", ya que irían a votar tanto la intendencia como los residentes.

Por parte del PSOE, a día de hoy, gran parte de su ala izquierda no deja de mirar con suspicacia el programa de Podemos, ya que el 80% de las quejas y reivindicaciones de esta nueva opción política las han realizado los simpatizantes socialistas a lo largo de toda la legislatura. ¿Para qué? ¿Para nada?

El socialista de corazón no entiende que los herederos de aquel socialismo de las ideas, con pesos pesados como Llorente, Peces-Barba, Tierno, Felipe, Guerra, Ibarra, Teresa de la Vega, etc., que dieron tantos años de democracia al país, se haya apartado para dejar un espacio tan contundente a Podemos.

Nadie de aquellos iba a abandonar a Pablo Iglesias el Viejo, hombre atesorador de avenencias, por unos encantadores amigos que acaban de aterrizar. Me hubiera costado creerlo. Pero hoy todo es posible. ¿Dónde están los líderes homónimos? No los busquen. No existen porque apenas se movió banquillo. Están quemados entre el culo y el asiento de la poltrona de quienes han hecho de la política oficio.

No obstante, quedan algunos mimbres, además de un pasado con balance positivo y tiempo para cualquier cosa. Así que, dependiendo de las encuestas, el dilema lo tienen de su mano Pedro Sánchez y Susana Díaz, que tendrán que hacer las listas echando a los mercaderes del templo y pedir el voto a los trabajadores desengañados del PP o a las desbandadas de su partido que han llamado a las puertas de Podemos.

Hasta ahora, el talante de Pedro Sánchez parece que quiera dar imagen de líder serio y de poder. Pero le espera ese día que tendrá que elegir entre pedir el voto desde la frontera con el PP para ganar el centro, o acercarse a la aduana de Podemos para ocupar la socialdemocracia. Opción esta última deseable para la mayoría de sus votantes aunque con ello corra el riesgo de dejar un espacio considerable para UPyD /Ciudadanos.

¿Y qué pasará con Podemos? Podemos, si no quiere arrastrar el lastre de populismo, tendrá que pactar ya con un partido con historia como IU, esqueje del PCE, pese a que puedan caer juntos en un socialismo utópico al que el capitalismo y la globalización los intentará convertir en casta.