Recuerdos

Queridos amigos: Avanza el verano y permanecen los recuerdos mejores. Elena Díaz Santana me ha enviado esta foto del Mediterráneo, y desde una isla del Mediterráneo ?a la que mi vida y mis libros le deben mucho? os escribo y aporto otra foto del islote mágico de Es Vedrà. Andan por mi cabeza recuerdos de la última primavera, que se abrieron con los días en la India, pero lo que sobre todo aprecio son esas horas de ?"misiones lírico-pedagógicas" las llamo yo?, por nuestra tierra. Por eso, recuerdo el entusiasmo musical de Ana Caramanzana en Rioseco y el órgano de Roberto Fresco interpretando a Bach. O la infinitud del horizonte y los versos desde las alturas de Urueña. O el homenaje que rendimos en La Bañeza a Fernando Manzano, en noche fría, pero con el fervor de la amistad muy ardoroso. O el sol dorado en las piedras doradas de Castrillo, por donde pasan los peregrinos recibiendo un eco de poemas y traducciones gracias al fervor de personas como Javier, Karina, Isabel, José Enrique, Petra Strien? O esa visita fugaz, pero intensa, del pintor Pepe Carralero y Maca para ver en Vidriales ese símbolo que me ha obsesionado desde mi infancia, el del viejo castro. O la última conversación serena con Susana y Luis. Pero aquí quedan también en mi memoria todos los demás nombres y amigos que me acompañáis.

Quiero dar especialmente las gracias a los que han estado cerca de mi último libro de poemas, "Canciones para una música silente". Quizás él sea el verdadero protagonista de los días que antecedieron al verano. Son muchas las personas que generosamente se han ocupado de él; unas veces, en los medios de comunicación, pero también de una manera directa, en esas cartas, mensajes y palabras que son las que me conmueven especialmente: la sintonía con ese lector que acaso ni siquiera conocemos, pero que responde a la llamada de nuestros poemas, a veces desde muy lejos.

Tenía muchas dudas con este nuevo libro, pero sus lectores me habéis tranquilizado y me habéis hecho ver en él aquello que ni el propio autor a veces ve: que en las ocho secciones del libro puede haber ocho pequeños libros; o, como ha señalado Antonio Lucas, que en él pueden darse ocho de mis "voces", una "suma" de todo lo que he deseado decir a lo largo de muchos años. Ahora siento ese vacío que queda tras escribir y publicar un nuevo libro, esa sensación de que quizá ya no vamos a escribir más. O que ya lo hemos dicho todo. Pero, por fortuna, aquí tengo en otro cuaderno, otro libro en marcha que me espera y que me acompaña este verano, el que habrá de ser mi "Cuarto tratado de armonía".

Es un tipo de libro que, como los de poemas, no se puede forzar, pero que va tomando forma y llena en parte este tiempo del verano en la isla, este vacío-vacío de la mente que a veces necesitamos y que sólo nos puede proporcionar la distancia, cierto ocio, la luz blanca, fogosa de la mar. O la preparación de esa intervención sobre Pasternak que voy a tener en las "Conversaciones de Formentor" en septiembre.

Acaso en las tierras de León por los pinares de Nogarejas, ya habrá de nuevo en estos días versos, o sonará la música de Caccini. Sin duda en el Castillo de Palacios, Felipe, ya habrá mantenido el pulso poético en las riberas con los versos de nuevos poetas. (Con él estoy en deuda, pero espero no faltar a la cita en cuanto pueda, en cuanto el tiempo sea más mío y haya sometido mi vida a otro ritmo.) Ahora sólo me queda ensoñar en la isla el tiempo que precisamente viví a través de los poemas de "Un verano en Arabí". Aunque no va a ser posible, porque en la vida, como dicen dos de mis versos, "no se vuelve a soñar lo que se vive,/no se vuelve a vivir lo que se sueña".

Nos queda, pues, siempre, la palabra, la poesía. Y esa fuerza de los símbolos, como el que aparece en estas dos fotografías que os adjunto: el de la mar. Luego, en otoño llegarán por las riberas y el monte otros símbolos salvadores, como los de los ríos de oro de los chopos, como el de la mar de tierra, o la de los pinares; o la del firmamento, que por cierto en estos días ya es protagonista con su lluvia de estrellas, con la noche de Las Perseidas. "Siempre lo que está arriba guía siempre", dice otro de mis versos. Os deseo un buen verano a todos y gracias por vuestra amistad y compañía.