noches de verano, noches de libélulas.

No puedo decir exactamente cuando empezaron a influir en mí esos maravillosos insectos llamados libélulas, yo creo que han estado siempre en mi vida. Naci al lado de una charca en una calurosa noche de verano y de pequeña me encantaba escuchar historias, especialmente de libélulas, donde se fusionaba lo real con lo imaginario. Me contaban que mis repetidos sueños con libélulas simbolizaban mi necesidad de libertad, principio que ha marcado mi vida. Con el paso de los años las libélulas han seguido estando conmigo, siempre me las he encontrado, las he conocido y, sus historias y leyendas me siguen pareciendo apasionantes. LLegaron a mi vida para quedarse.

El Museo de la Casa Lis me permitió seguir soñando con ellas, sobre todo en aquellas veladas nocturnas, a las que mi querida amiga Lucia López bautizó con el nombre de "las noches de las libélulas". Organizadas con mucha ilusión y cariño, con más voluntad que medios, donde compartíamos risas, confidencias, poemas, música y, las viandas que todos los amigos de la Casa Lis aportábamos cuando éramos una familia. Eran noches fascinantes y mágicas. Algunos, sentíamos la presencia de las libélulas, observábamos su vuelo circular, haciendo piruetas, bajaban, subían, se quedaban quietas en el aire y se posaban en nuestras cabezas, en nuestras manos, las tocábamos, todo producto de nuestra imaginación, de esas noches de luz y magia, de poesía y misterio que desgraciadamente han desaparecido.

Las libélulas han servido de inspiración a pintores y poetas, desde los poemas más viejos en la antigua Mesopotamia hasta nuestros días. Han sido iconos del modernismo, influidos especialmente por la estética y cultura japonesa. Dice una leyenda que el primer emperador japonés, salió a cazar y fue picado por un tábano que se poso en su brazo, rápidamente bajo una libélula y se lo comió, en agradecimiento el emperador honro a la libélula nombrando una región del Japón Akitsushima (isla de las libélulas) por su parecido a una pareja de libélulas. Para los japoneses son símbolo de libertad y triunfo y fueron escogidas para hacer parte del escudo de la familia Samurai. Son insectos victoriosos.

Pero su representación difiere mucho de las diferentes culturas, mientras que en Japón representan la bondad, el coraje, la victoria o la felicidad, en China, por el contrario, representan la maldad, indecisión o duda. En alguna tribu mejicana son la pureza del agua. Cuentan los mayas, como las libélulas, ayudaron al sol a guardar en los huecos de los tronzos de los árboles, los trozos de la luna que fue destrozada por un rayo. La mitología hindú cree que cuando morimos nuestras almas se transforman en libélulas y esperan en la naturaleza para renacer en otras personas. Los italianos piensan que las mandó el diablo para desgraciar el mundo. Los nórdicos la asocian con la diosa del amor.

Surgen muchas creencias sobre las libélulas. En algunas pueblos se denominan "La aguja zurcidora del diablo", que cosía la boca de los niños mentirosos. A los hombres mientras duermen los maldice, a las mujeres las regaña. Si se reposa en tu cabeza te vendrá la locura, cuando entran en una casa es que vas a recibir visita, si vuela a tu alrededor sufrimos heridas y tu alma se hará más pesada. Tienen dones curativos, anuncian buenos augurios y dan buena suerte.

Como verán hay de todo, les invito a conocer el apasionante mundo de las libélulas y seguir descubriendo su significado, su simbología, creencias, mitos y tradiciones. Decoren su entorno con libélulas, pañuelos, broches, collares. Las libélulas aportan armonía y paz. En las noches calurosas de verano es bueno acercarse a la orilla de los ríos o charcas para escuchar su danza en la oscuridad de la noche, seguro que les inspirarán los sentimientos más bellos.