Raphael en el Sonorama: El sigue siendo aquel

Sigue siendo aquel que se llevaba de calle a las jovencitas con sus canciones cuando comenzó hace más de 50 años, ahora se lleva de calle a sus fans de siempre y a la juventud más indie del territorio español. Y es que el festival Sonorama Ribera de Aranda de Duero (Burgos) es un festival diferente, ya no solo por el ambiente realmente saludable que se respira y por albergar a gente de todas las edades, sino porque edición tras edición lucha por serlo arriesgándose con apuestas difíciles.

En esta edición puso el grito en el cielo cuando, a principios de año, anunciaba como cabeza de cartel a Raphael, un veterano de 71 años que ha sabido permanecer en escena año tras año, recordándonos que sigue igual de entregado que en sus especiales de Navidad o en el anuncio de la Lotería Nacional. Es todo un ejemplo para todos esos artistas que al no saber reinventarse, terminan por convertirse en una sombra de lo que fueron. El no, él sigue siendo aquel.

Unas horas antes de su aparición en el Sonorama, no se podía saber muy bien cuáles eran las expectativas del público ante su concierto. Algunos seguían "flipando" al saber que iban a ser cómplices de uno de los conciertos más raros de todas las ediciones del Sonorama, otros estaban deseando verle en todo su apogeo, otros simplemente curioseaban y acudían para pasar un buen rato como si de un espectáculo "friki" se tratase.

Minutos antes de su actuación, en el mismo escenario, tocaban los Niños Mutantes. Su vocalista, Juan Alberto, se despedía con la conocida versión de "Como yo te amo" de Raphael, lanzando una invitación al artista para que les acompañara si le apetecía, pero no fue así.

A pocos minutos de las once de la noche salía Raphael a escena con su look inconfundible: traje, camisa y corbata de color negro y algo poco común en un festival indie; sobre el escenario un piano de cola.

Con las primeras canciones ya se auguraba que el concierto no iba a ser muy diferente a lo que hace habitualmente, pero con el segundo tema ya se había metido en el bolsillo a los más de 16.000 asistentes (según la organización del festival). Ese tema era "Mi gran noche".

Con cada gesto del artista el público aplaudía, sonreía y gritaba. En las pantallas auxiliares se podían ver carteles que versaban: "Raphael es Indie" y "Rafa, eres el puto amo" y a pesar de que la voz de Raphael, desde los últimos años, ha ido perdiendo fuerza debido al paso del tiempo, ha demostrado seguir estando muy en forma para esto del espectáculo.

Ya en su propio concierto, este invitó a escena a Juan (de Niños Mutantes) para cantar juntos la canción "Estuve enamorado", y es que ya se barajaba lo posibilidad de que hubiera colaboraciones. Luego llegarían las de Vega con "Hablemos del amor" y Alberto de Miss Cafeína con "Qué sabe nadie".

En sus casi dos horas de concierto (y porque como el mismo Raphael dijo, "? hay horarios que hay que cumplir?") hubo tiempo para todo, incluidos los largos espacios en silencio que suele dejar entre canción y canción, cantar sentado en una silla de oficina el tema "No puedo arrancarte de mí", cantar con la mano en el bolsillo "Digan lo que digan" o romper un "espejo" en "Frente al espejo". Cosas que, por otro lado, suele hacer de manera habitual en sus conciertos.

A pesar de todo comenzaba a ser "su gran noche", y aunque, en mi opinión, hubo algunos temas flojos que yo no hubiera incluido en un repertorio para una concierto de estas magnitudes y sobretodo en un ambiente tan indie, no faltaron canciones como la ya citada "Mi gran noche", "Todas las chicas me gustan", "Yo sigo siendo aquel", "En carne viva", "Escándalo" (con rap incluido) y, para finalizar el concierto, "Como yo te amo".

Imagino que siendo consciente de estar en uno de los festivales indie más importantes del país, Raphael quiso matizar con toques de guitarra eléctrica que, en alguna de esas canciones, se agradecieron enormemente.

Hay que reconocer que lo que más puede acercar a Raphael a la estética indie no es ni su aspecto, ni su voz, ni sus orquestaciones vintage, sino más bien las ideas que transmite en las letras, tales como ilusión, amor, rebeldía u optimismo, al igual que esa chulería innata en él que le hace aparecer y desaparecer del escenario a mitad de canción, o esa forma "torera" de quitarse la americana provocando gritos y silbidos entre los asistentes, ya sean hombres o mujeres. Y es que Raphael es tan entrañable que puede hacerse, sin problemas, con el público del Sonorama.

Al final, si nos ponemos a hacer un balance de su concierto, todos quedaron contentos; Raphael por verse conectando con los jóvenes y no tan jóvenes; la organización por demostrar ser ese festival diferente y sin límite de edades que tanto divulgan; y los asistentes que presenciamos una noche única e irrepetible y que al final no resultó ser tan mala como algunos habían vaticinado.

Tras Raphael, todo volvió a la normalidad. El festival siguió su curso habitual, tocaron Elefantes (que regresan a los escenarios) y tras ellos llegó Iván Ferreiro con un concierto soberbio, impresionante como en toda su gira, de traje como en pocas ocasiones y acompañado de unos músicos igual de elegantes y de grandes (entre ellos Ricky Falkner y Emilio Saiz). Pero a diferencia de los otros festivales, lo que pudimos vivir los asistentes del Sonorama Ribera esa noche fue un guiño al "Happy birthday" en el final del tema "Mi furia paranoica" para corear el cumpleaños feliz al propio Iván Ferreiro que cumplió 44 años.

Al final, felicitaciones y celebraciones para todos.