Vecinos de Barbadillo muestran su preocupación por el estado de unas ruinas con nidos de cigüeñas

A las afueras de la localidad salmantina de Barbadillo hay unas ruinas que además de peligrosas para el hombre, son el hogar de un grupo de aves. Se trata de un viejo edificio, de tres plantas, que soporta el peso de varios nidos de cigüeñas.

Decenas de vehículos circulan a diario por la carretera próxima temerosos de que la edificación siga derruyéndose como en los últimos años. Grietas y huecos se abren en sus paredes y amenazan a las personas que pasan por debajo y se preguntan por qué la deteriorada edificación debe seguir "en pie".

El problema es que los nidos de la cigüeña blanca también se encuentran protegidos, tanto a nivel nacional como internacional. Esto supone que si cualquier edificación en la que se encuentren quiere modificarse o derruirse, se deberán movilizar las moradas de esta especie garantizando su pervivencia y la continuidad de su ciclo natural.

Una especie protegida

La cigüeña blanca es sin duda alguna el ave más querido y cercano al hombre. Tras su periodo estacional en el continente africano, recorre miles de kilómetros para asentarse en campanarios y torres de nuestra Comunidad. Así, miremos donde miremos en las alturas de Castilla y León, encontraremos nidos de esta protegida especie.

Desde el siglo XX, la cigüeña blanca ha sido víctima del progreso del ser humano. El avance del hombre ha desembocado en la edificación de las ciudades y la consiguiente destrucción del mundo rural. Miles de individuos de esta especie han sido encontrados bajo tendidos eléctricos o en vertederos de la Comunidad.

Esta es la premisa por la que la decisión de proteger a la cigüeña gana seguidores diariamente. Sus grandes amigos, agricultores y ganaderos obtienen beneficios de esta ave, que los libera de insectos y otros animales perjudiciales para sus campos. El conflicto llega cuándo estas ventajas chocan con otros inconvenientes.