Salamanca y las balanzas fiscales

El último invento del gobierno, y de su incalificable Ministro de Hacienda, ha sido la publicación de lo que llaman "balanzas fiscales", un instrumento que pretende medir las diferencias entre lo que cada territorio aporta al Estado y lo que recibe de éste.

En principio se trata de una mera maniobra política para contrarrestar el argumento de los nacionalistas catalanes que asegura que Cataluña recibe un trato discriminatorio al recibir mucho menos que lo que aporta.

Sin embargo, al igual que sucede en los conflictos armados, la contienda produce "daños colaterales", que en este caso son las comunidades con menor desarrollo y mayor dispersión de la población. Así, según el Sr. Montoro, Castilla y León se beneficia de la política del gobierno porque recibe más de lo que aporta.

Se les olvida decir que estos números son absolutamente tramposos, porque la mayoría de las grandes empresas tienen su sede social en Madrid aunque desarrollen su actividad en múltiples lugares, por lo que se contabilizan sus impuestos como si se pagasen solamente en la Comunidad de Madrid. Se les olvida decir también que ni los impuestos se pagan por territorios sino que se pagan por los ciudadanos y ciudadanas (iguales según la Constitución sea cual sea su lugar de residencia) y que los servicios públicos deben estar dirigidos a los ciudadanos, no a los territorios. Se les olvida además decir que comunidades como la castellano-leonesa, sumidas en un perpetuo proceso de pérdida de población por falta de actividad no pueden generar mayores ingresos para el Estado porque sus jóvenes tienen que buscarse la vida en otras comunidades (o en otros países) en las que tributan lo que no pueden tributar en su tierra.

Y así, poco a poco, nos vamos convirtiendo en territorios dependientes, con una población envejecida y empobrecida que no puede equilibrar su "balanza fiscal". Y en la lógica enloquecida de este gobierno, obsesionado con el déficit (no se puede gastar más de lo que se genera) la forma de conseguir el equilibrio es continuar hasta el paroxismo su política de recortes, negar el derecho a los servicios públicos que como ciudadanos nos corresponde, olvidar todo principio de solidaridad y dejar a las personas a la intemperie; las consecuencias son evidentes, la brecha entre comunidades es cada vez más grande y las posibilidades de desarrollo cada vez menores. Hoy mismo se ha hecho pública por parte del Partido Socialista (ojalá que sea el comienzo de un cambio en su actividad política) la denuncia de que se han perdido más de seiscientos puestos de trabajo en la Universidad y el Hospital. Estos seiscientos puestos de trabajo no son solamente menores ingresos y actividad en la ciudad, sino que además ponen en serio peligro dos de los pilares de nuestra sociedad, un hospital público de referencia y una universidad pública con un prestigio que están destruyendo en unos pocos años. Si seguimos así nos convertiremos en un inmenso geriátrico, y finalmente, como no aportaremos nada, nos dirán que nada podremos recibir, que ni tan siquiera debemos esperar una pensión pública, y que de nuestros miserables ingresos debemos crear pensiones privadas que servirán para pagar las privadas residencias a las que podrán ir los que puedan pagarlas. ¿Por qué las provincias que más han perdido y que más tienen que perder con estas rancias políticas de la derecha son las que más las apoyan?, ¿cuándo tendremos el coraje de mirar de frente a los problemas?.

Desde ahora, y hasta que se haga justicia con el pueblo palestino, terminaré todos mis escritos en este medio reclamando, como ciudadano europeo y del mundo, que sean juzgados como criminales de guerra todos los integrantes del gobierno de Israel, su cómplice el premio Nóbel de la Paz Barack Obama, y los dirigentes de los gobiernos europeos por su cobardía y su permisividad.