Despidos "low cost"

En el arte está bien el mundo de lo abstracto, pero en cuestión de despidos lo que priva es el realismo, lo concreto. Sin embargo, en nuestro país, parece que estamos luchando por hacer las cosas mucho mejor cuanto más ambiguas.

Y como se vive tan deprisa y no se acaba de digerir una propuesta cuando otra nueva llama a la puerta, lo primero que debemos preguntar a ustedes es si recuerdan aquella ocurrencia de cotizar la indemnización por despido. Imagino que se habrán acordado de ello los que están con el pie en el estribo laboral, y el resto, por ser descabellada.

Con permiso de la autoridad, les diré que estamos de enhorabuena. Ahora nos señalan que se ha modificado. Por tanto, tranquilos, ya no hay nada que temer. Parece que el gobierno ha dado marcha atrás y estudia una propuesta mucho mejor, y, además, como se acercan las elecciones municipales, autonómicas y generales, no la quiere imponer por decreto. Aunque esto último de las elecciones sea simplemente una suposición mía que no se la deben creer ustedes.

El Ejecutivo, tras dos años y medio de reformas laborales y de pensiones, pretende revitalizar el diálogo mediante acuerdos con los agentes sociales. Y como prueba de buena voluntad, Empleo negociará con los sindicatos un nuevo sistema de cursos de formación para evitar las malas costumbres del pasado.

Pero volvamos al asunto estrella, o sea, la tarea que tendrán que estudiar hoy, 29 de julio, gobierno y sindicatos, que presuntamente no serán medidas para dar solución al paro juvenil o al de los ancianos de cincuenta, ni tampoco a la inseguridad en el empleo o a los sueldos en bajada picada. ¡Eso ya está sin solución! Al parecer, hoy se tratará de reflexionar sobre maneras de despedir más civilizadas. Y como hemos dicho líneas atrás, aquello de que cotizara la indemnización por despido ya no vale.

Dicen que el Ministerio de la Buena Fe de la señora Fátima Báñez vería con muy buenos ojos una indemnización en la que parte de ella se daría en metálico y otra parte en especie. La razón, permitir a los trabajadores poder seguir con la actividad de una empresa que se encuentre en dificultades.

Hasta aquí, si los trabajadores quieren y el proyecto es viable, nada que objetar.

Lo que no me explico es el asunto del peritaje. Porque no todas la valoraciones han de ser la de quedarse los trabajadores con las empresas.

Expondré otros casos tipo:

a) Imaginemos el despido de un trabajador que pertenece al sector de la alimentación que tiene la tensión por las nubes y le quieren indemnizar con mil latas de sardinas. ¿Debe un juez aprobar tal indemnización?

b) Supongamos un señor que trabaja en una agencia de viajes y que se marea en los aviones, ¿le pueden dar billetes de avión para que dé la vuelta al mundo?

c) Piensen en el caso de una empresa que se quiere quitar a un operario con desgaste y cambiarlo por otro en mejor estado. Dicha empresa tiene una furgoneta, a la que le ha dado dos vueltas al cuentakilómetros, un ordenador de los noventa, la máquina de hacer retratos, etc. ¿Puede hacerse un lote con todo ello, trabajador incluido, y llevarlo al contenedor?

d) Otro suponer sería la de un empleado despedido de una pirotecnia. ¿A un hombre así le darán cohetes para que los tire hasta que se harte? Puede ser. Pero ¿y si apunta para otra parte?

e) Y una última suposición es la de un señor que trabaje en una funeraria. ¿Qué tipo de indemnización le correspondería en especie?

Ya ven que son sólo cinco puntos, pero se darían muchísimas situaciones y algunas, como el cuarto ejemplo, son un auténtico peligro. Deseo que por el bien de todos encuentren nuestros representantes, los del gobierno y los sociales, la mejor solución.