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El buey y el latigazo
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El buey y el latigazo

Actualizado 23/07/2014
José Luis Cobreros

Los españoles, en política, estamos acostumbrados a que las palabras sean unas y los hechos otros. Son numerosos los ejemplos a lo largo de nuestra geografía e historia, en que los políticos que han dirigido los rumbos han proferido palabras, promesas y proyecciones que más tarde no han sido ciertas o no se han reflejado en sus obras. Lo que ahora vemos es la versión 2.0 del asunto, donde las palabras vaciadas de contenido y compromiso, o sea, las mentiras, van unidas de acusaciones, improperios o insultos directamente, dirigidos a una nueva fuerza política que ha venido poniendo nervioso al panorama bipartidista desde el minuto uno de su existencia.

Normalmente, que no se corresponda el discurso con la realidad se ha aceptado por parte del pueblo español de la misma forma que un buey acepta un latigazo. Acostumbrados estamos en los partidos tradicionales a que se diga una serie de cosas y se haga otra o sea realmente otra la real, a que se mienta impunemente desde un atril con un cuajo incomparable; es enternecedor asistir a demostraciones lingüísticas propias de genios del arte de hablar sin decir nada, nada nada, o nada recto; o lo que es peor, retorcer o pervertir el lenguaje llegando a terrenos que van desde la bobada a la mentira o al insulto, llevando al asombrado auditor a sentir que lo toman por estúpido o menor de edad mental. Cual espectador del charlatán vendedor texano de milagroso producto en el farwest o del trilero patrio, el ciudadano asiste al baile de palabras manidas (todos los lugares comunes, las falacias, las medias verdades?) huecas de significado práctico; o a actos que despiertan una diferida vergüenza ajena que pasa a miedo al pensar en que esa persona que estás viendo en televisión tiene un gran poder, no en ti directamente, pensarás, sino en la calidad de tu vida.

La entrada en escena de PODEMOS ha revolucionado el cómodo panorama político estatal y parece que ha desatado una guerra total por parte del partido tenedor del poder. Los viscerales ataques en forma de falsedades, embustes, difamaciones y tergiversaciones que ha hecho determinada parte enervada del status quo político y mediático español ha sido secuencial en su desarrollo y no se detiene.

Y el abanico va desde un inocente frikis a una escala que asciende desde castristas a chavistas y por último filoetarras (recordemos que cualquier cosa que no guste al bipartidismo en este país será terrorista como lo fue el 15M, la PAH, las mareas, etc sin darse cuenta de que sí que fue el tema terrorista lo que provocó que VOX fuera la primera escisión en ese extraño bloque que es la derecha). Primera de varias que vendrán.

¿De verdad piensan que los votantes e integrantes de podemos son idiotas, terroristas, chalados o radicales antisistema de algún tipo? ¿O por lo que están tan alarmados es porque saben que no lo son? ¿De verdad no ven el efecto que la entrada de PODEMOS ha supuesto en la cómoda élite gobernante, que cualquiera puede ver? Cambio en las palabras hacia los insultos (esperemos que pronto la tendencia sea decir la verdad en toda circunstancia). Cambio en las estrategias, en los ritmos antes paquidérmicos; sugerencias de cambios en leyes como la idea del alcalde más votado que pretenden blindar cotos... o es que lo han visto desde el principio?

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