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Fallece en Perú el misionero salmantino Amador Martín del Molino
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Antropólogo, escritor y claretiano, murió este sábado en Arequipa

Fallece en Perú el misionero salmantino Amador Martín del Molino

Actualizado 31/05/2015
José Antonio Benito

Vitalista, mantenía una intensa actividad tanto religiosa como intelectual, incluso a través de las redes sociales

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Este sábado falleció el misionero salmantino Amador Martín del Molino, antropólogo, escritor y un erudito, reconocido a nivel internacional. Por su interés reproducimos el artículo publicado en este mismo periódico a propósito de la edición de una de sus últimas obras.

Los cien años de los Claretianos en Perú. Una apasionante historia narrada por el salmantino padre Amador Martín del Molino, residente en Arequipa (Perú), doctor en Antropología por la Universidad Complutense de Madrid, en la que llegaría a ser profesor de Etnología, y relacionado desde joven con la Escuela de Antropología de Viena.

Ha partido de una formación científica para penetrar, con una metodología rigurosa, en el alma del pueblo bubi. En 1956 publicó su primera monografía, La figura del Abba en la Religión de los Bubis, a la que siguieron otras obras y numerosos artículos en revistas especializadas en temas etnológicos. En 1959 fundó el Instituto Claretiano de Africanistas, en cuyo seno se formó el mejor museo y biblioteca de África de Guinea Ecuatorial. Amador Martín del Molino es también el descubridor de los dos mil años de presencia Bubi en la isla de Bioko. En 1965 publicó Secuencia Cultural en el Neolítico de Fernando Poo, de gran impacto entre los estudiosos de la arqueología ecuatorial. A sus 88 años siguía al pie del cañón y lo pueden ver a través de su face: https://www.facebook.com/amador.martindelmolino

Quiero rendir gratitud a su gesta presentándoles la obra "Misioneros Claretianos en el Perú. Cien Años al servicio de la Iglesia" (Delegación del Perú-Misioneros Claretianos, Lima 2009, I, 611 pp; II, 459 pp).

¡Cuántas horas, cuántos desvelos? para darnos un cuerpo vivo! Al leer sus páginas, sentimos que Claret ?"otro Toribio" ?como lo define el autor- revive en los cientos de misioneros que han volcado sus energías en esta bendita tierra del Perú. En ellas aparecen claretianos famosos como el P. Simón Llovet, creador de la basílica del Corazón Inmaculado en Magdalena, el P. Antonio San Cristóbal, el mejor historiador del arte barroco del Perú, el P. Manuel Rodríguez, fundador de Jn 19, el nuevo obispo auxiliar de Trujillo, P. Javier Travieso, el P. Eusebio Arróniz, muerto en olor de santidad, el P. Juan Miguel Atucha, teólogo, P. Luciano Lletjós, apóstol de los callejones en Cocharcas, P. Conrado Oquillas, historiador del seminario de Trujillo y los que vivieron en la sombra pero con la misma pasión misionera que Claret y de los que se ofrecen precisas semblanzas en los apéndices y oportunos datos en los listados de miembros de la congregación. Y a pesar de encontrarnos con una historia científicamente elaborada por el método usado, campea el espíritu y la vida por cada una de sus páginas. No me resisto a compartirles una cita en la que el autor se retrata de cuerpo entero, cuando habla del P. Arróniz: "Como San Antonio María Claret, como Santo Toribio, no se queda en la Iglesia central esperando que se acerquen los fieles; quiere conocer a todos y comunicarse con todos siempre en plan apostólico".

La obra se articula en cinco apartados, los correspondientes a los cinco periodos propuestos y que se corresponden con la organización de la congregación dividida en cinco partes I. 1909-1925 Unidos a Chile, II. 1915-137 Viceprovincia dependiente de Chile, III. 1937-1962, Viceprovincia de Perú y Bolivia, IV. 1963-75 Viceprovincia y provincia en formación; V. 1975-2009 Delegación independiente. Cada uno de ellos se subdivide a su vez en cortos capítulos que hacen fácil y grata su lectura.

A pesar de que no silencia algunos errores, la tónica dominante la da el rico abanico apostólico de los misioneros cordimarianos, "que abrasan por donde pasan", sea en las parroquias (Cocharcas, Porvenir, Maranga, Magdalena, Miraflores-Arequipa, Trujillo, Huancayo, Paramonga), los colegios, la casa de Retiro en Chaclacayo, la dirección de los seminarios de Santo Toribio de Lima y San Marcelo en Trujillo, la Procura Misionera y JPICC (Justicia, Paz e Integridad de la Creación), el voluntariado y la ONG PROCLADE, el servicio social como en el Hogar María, promoción vocacional, la catequesis con el P. Aurelio Garrido, la prensa como el P. Ángel Busto, la docencia universitaria del P. Antonio San Cristóbal, la enseñanza de la Teología en la Facultad Pontificia y Civil de Lima, la TV (como el P. Manuel Rodríguez en Jn 19), y otros muchos más. Baste con citar la Misión de Atalaya, en el Vicariato de San Ramón, desde el 2007, en la que los misioneros claretianos se han comprometido con la parroquia, con los animadores o catequistas, con la universidad Nopoki (Universidad Católica Sedes Sapientiae), con los grupos juveniles, la Casa-Albergue "Corazón de María", expediciones misioneras a las comunidades nativas.

¡Cuántos beneficios ha recibido Perú en este siglo claretiano! Primero en la propia congregación, especialmente con las vocaciones peruanas, algunas en apoyo a casas extranjeras como ha suecdido con los P. Domingo Zúñiga a USA, Juan Carlos Bartray Jorge Castillo a Taiwan, Percy Omar a Canadá, Antonio Mansén a Nigeria, Alfredo Vargas a Filipinas; luego, con la familia claretiana (Filiación Cordimariana, Misioneras Claretianas, Movimiento de Seglares Claretianos; más allá, con el servicio a la jerarquía como el P. Basilio Aguirre en el Tribunal Eclesiástico de Lima, el P. Amador Martín en la Asociación Arquidiocesana de Laicos en Arequipa, Anisio Lope como Visitador Apostólico para Institutos de Vida Consagrada, Mons. José Javier Travieso, obispo auxiliar de Trujillo?

Al culminar de leer esta suerte de enciclopedia de la vida claretiana en el Perú, he tenido un sentimiento parecido a cuando vi la imagen del Corazón de María ?diez metros de altura y cuatro de base-coronando la cúpula del templo votivo iniciado por el P. Simón Llovet. Tantas veces lo había visto inconcluso, que me parecía un sueño; realmente gocé y gozo al contemplarla como clavada en el Cielo; y no pude menos que dar gracias a Dios y al P. Amador, quien la describe con emoción: "Hoy luce la imagen como faro en nuestra vida con el templo iluminado que permite ser vista en las noches de Lima".

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