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Primera Guerra Mundial (Desarrollo)
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Primera Guerra Mundial (Desarrollo)

Actualizado 14/07/2014
Francisco López Celador

Habíamos dejado a Europa envuelta en un conflicto armado, a primeros de agosto de 1914, y dividida en dos grandes bloques: la Triple Alianza (Alemania, Austria- Hungría y, posteriormente, Italia), a quienes se unirían Turquía y Bulgaria, y la Triple Entente (Francia, Inglaterra y Rusia), que vieron incrementado su poderío con la participación sucesiva de Japón y Estados Unidos, entre otros.

Para poder comprender las razones que llevaron a prolongar la guerra hasta 1918 cuando, a poco más de un mes de su inicio, Alemania ya había sufrido una importante derrota, bueno será analizar algunas circunstancias. Los generales de ambos bandos habían estudiado las tácticas napoleónicas, lo que ocasionó que, unos y otros, cometieran errores debidos a la evolución de los medios. Su obsesión primera era obtener victorias rápidas por medio de ataques súbitos. Siguiendo el ejemplo de Napoleón, los franceses eran partidarios del ataque frontal para fijar al enemigo y darle el golpe definitivo. Los alemanes buscaban desbordar por el flanco al enemigo, una vez fijado. Los alemanes comenzaron su avance con escasa resistencia francesa, pero esta situación cambió rápidamente cuando acudieron los ingleses en su auxilio. Fueron frenados en la primera batalla del Marne y, a partir de ese momento, los dos ejércitos dirigieron sus planes a buscar una salida al Mar del Norte.

Estabilizado el frente, comenzó la verdadera "guerra de trincheras", en una línea defensiva que se extendía desde el Mar del Norte hasta la frontera de Francia con Suiza y que, prácticamente, perduraría hasta el final de la guerra.

La ventaja que ofrece la fortificación a quien está defendiendo, unido a la combinación del fuego y el obstáculo, hizo que, una y otra vez, los asaltos aliados para desalojar a las tropas alemanas de sus trincheras fracasaran dejando un elevado número de bajas en cada intento. El fracaso francés elevó de tal manera la moral de los alemanes que decidieron pasar a la ofensiva con la intención de alcanzar Verdún. De nuevo fallaron los cálculos y, tras los éxitos iniciales de los alemanes, el mariscal Pétain restableció la situación inicial. A pesar del escaso provecho por una y otra parte, el desgaste alemán fue lo suficiente como para que Alemania comenzara a plantearse la posibilidad de armisticio.

Antes de que Churchill, en contra del parecer de su Estado Mayor, se empeñara en la operación de los Dardanelos, que se saldó con más de 200.000 bajas, Inglaterra se embarcó en otras tantas operaciones llevadas a cabo en Palestina, Mesopotamia y Macedonia que le costaron al Imperio Británico más de 150.000 hombres. Este gasto humano también influyó ?y no poco- en la prolongación de la guerra.

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Mejor le fueron las cosas a Alemania en el frente oriental puesto que derrotó ampliamente a los rusos en la batalla de Tannenberg. Su aliado, Austria-Hungría no fue capaz de frenar el avance ruso por Galitzia, pero sí derrotó a Rumanía que se había unido a los aliados. De esta forma, Rusia renunció a cualquier iniciativa ofensiva durante el resto de la contienda. Conforme avanzaba el conflicto, la industria de los dos bandos exprimió sus recursos para dotarse de las necesarias unidades aéreas y navales. El tradicional dominio de la Royal Navy, la pujanza de los Estados Unidos y el férreo bloqueo marítimo, van minando lentamente la moral alemana.

Cuando, iniciado el invierno de 1916, el Presidente de los Estados Unidos se dirigió a todos los contendientes para preguntarles cuáles serían los objetivos que satisfarían sus aspiraciones , recibió como respuesta del Káiser la orden de proseguir la guerra submarina sobre cualquier embarcación, sin excepción ninguna. Si a esta situación añadimos el estallido de la revolución rusa y el abandono del zar Nicolás II, es fácil comprender la entrada en acción de los Estados Unidos que, posiblemente, evitaron que Francia e Inglaterra se vieran obligadas a adoptar una actitud defensiva, ante el desmoronamiento del ejército ruso.

La batalla decisiva se desarrolló en Amiens y vino a romper el equilibrio reinante hasta entonces. Si el empleo del fusil de depósito hizo que pico y pala tuvieran tiempo de preparar trincheras para protegerse de cañones y ametralladoras, el empleo de bombardeos de preparación artillera logró sembrar el campo de cráteres que, además de constituir por sí mismos un obstáculo no menor a la trinchera, suponían una dificultad para el avance de los vehículos de aprovisionamiento. El problema de verdad consistía de desarmar a los fusileros a base de parar sus balas. Ante la imposibilitad de que el soldado avance con una armadura a prueba de balas, la solución está en transportarlo en un vehículo acorazado capaz de desplazarse por terreno accidentado, dotado con ruedas o cadenas. Así nació el carro de combate.

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Casi coincidiendo en el tiempo, el empleo del arma acorazada fue simultáneo con el inicio de la guerra aérea. A su empleo como observatorio avanzado de artillería, se añade el uso en la fotografía aérea y, finalmente, como arma de fuego. También en esta guerra, por uno y otro bando, se hizo uso del arma química con el empleo de gases (irritantes, asfixiantes y vesicantes). La verdad es que, por desconocimiento, fue mayor el efecto moral que el real.

Pues bien, el 8 de agosto de 2018, en Amiens, tuvo lugar el mayor triunfo aliado desde la batalla del Marne, gracias al empleo de masas de carros de combate, más por el terror que provocó en el adversario que por el poder destructivo de esa nueva arma. El mando alemán vio la necesidad de parar la guerra pero sus intentos de solución diplomática chocaron con la exigencia aliada de tratar con gobiernos democráticos. La supremacía conseguida, tanto en el mar como en el aire, daba a los aliados una posición de ventaja en la solución final. Así se llegó a la firma del armisticio que tuvo lugar el 11 de noviembre de 2018, a bordo de un famoso vagón de tren, que volvería a aparecer en escena al final de la G.M.II, con reminiscencias de revancha. El final efectivo de la Gran Guerra tardaría muy pocos meses en llegar.

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