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Perversión
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Perversión

Actualizado 12/07/2014
Julio Fernández

Profesor de Derecho Penal de la Usal

En la madrugada del 1 de julio de 1997, Ortega Lara, que estuvo secuestrado por la banda terrorista ETA desde enero del año anterior, fue liberado del infame zulo por miembros de la Guardia Civil. Nueve días más tarde, y en un episodio macabro de locura asesina, fue secuestrado el concejal de Ermua (Vizcaya) Miguel Ángel Blanco. Sus captores pusieron como condición para liberarlo que en 48 horas fueran trasladados a cárceles del país vasco a todos los terroristas de ETA recluidos en las cárceles españolas.

Debido a que el Gobierno de turno (como es natural en un Estado de Derecho) no cedió al chantaje de la banda armada, el 12 de julio el concejal de Ermua fue salvajemente asesinado. Fueron años de plomo, de sangre y lágrimas, provocado por una violencia sin sentido en un país plenamente democrático y con uno equilibrio económico y social que deslegitima siempre cualquier ataque contra el poder y sus representantes. No son lo mismo estos tipos de acciones terroristas que los ataques guerrilleros que surgieron en los países latinoamericanos que padecían dictaduras militares en el último tercio del siglo XX.

Afortunadamente, con los años, la lucha policial y judicial y el unánime rechazo de la ciudadanía, el terrorismo de ETA ha finalizado (esperemos que para siempre) con un "alto el fuego permanente" hace ya cuatro años. Y para su derrota, todos los gobiernos (de uno y otro signo político) han contribuido decisivamente.

Por tal motivo considero un acto de cobardía, mala fe e interés político, que se ataque despiadadamente (como, por desgracia se ha hecho y se sigue haciendo) a gobiernos en su día (los de Zapatero) y a ciertos políticos en la actualidad, de apoyar a ETA. Sentí vergüenza como español de bien que en el Parlamento el señor Rajoy cuando estaba en la oposición y en un debate posterior al atentado de la T-4 (en el que murieron dos personas), le dijese al entonces presidente Zapatero que "había traicionado a las víctimas".

Esto no es nuevo. Sabemos que algunos políticos de la derecha española tienen muy "mala baba" y justifican cualquier medio de ataque (en argot futbolístico dando patadas en las espinillas) para ganar al contrario. Aprovechan el lógico rechazo social hacia la lacra terrorista para acusar al adversario político de "coquetear" con la actividad armada de la banda, intentando manipular a la opinión pública (Ya lo decía José Luis Sampedro "¿la gente está loca? No, la gente está manipulada"). Son los ideólogos de la dialéctica amigo-enemigo que tantos problemas nos ha causado a los españoles a lo largo de nuestra historia.

Es lo que está ocurriendo con Pablo Iglesias, líder de Podemos, que ha irrumpido en la vida política española de manera brillante. Cuando éste dice que el terrorismo tiene un origen político, no está más que manifestando una verdad incuestionable. Los teóricos del Derecho Penal están de acuerdo en afirmar que lo que caracteriza al terrorismo frente a otros delitos que también afectan a otros bienes jurídicos (vida, integridad física, libertad) es su carácter político (la finalidad de "subvertir el orden constitucional", como aparece en el artículo 571.3 del Código Penal) sin que ello suponga ningún tipo de justificación o de disculpa para quienes con fines políticos utilizan la violencia, cometiendo brutales atentados contra la vida, integridad o libertad de las personas. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que Pablo Iglesias justifica el terrorismo como ha llegado a afirmar la mismísima Esperanza Aguirre? Evidentemente no. Una cosa es estudiar el fenómeno y otra bien distinta, compartirlo y ampararlo.

A los políticos del PP se les está viendo el "plumero", parece que lo único que les interesa es conservar el poder y a cualquier precio. De lo contrario ¿por qué Rajoy alega regeneración democracia y propone la modificación de la ley electoral para que en las próximas elecciones municipales sea Alcalde la lista más votada? Sencillamente porque la izquierda, fragmentada por la crisis económica y la debacle del PSOE, obtendrá más votos, pero en varias formaciones políticas que, unidas, quitarán muchísimas mayorías absolutas al PP. Si el PP quiere regeneración democrática, transparencia y limpieza, que comience por su sede, que tiene más basura que la ciudad de Lugo, donde hay huelga de los empleados de su recogida. Eso sí, ya se han encargado que los contenedores donde se almacena estén en una trastienda bien tapiada y no aparezca ante la mirada de cualquier persona que visite sus instalaciones.

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