Plein art

Fue el pasado domingo, como cada año: mi ciudad se tiñó de color porque salieron a lomos de sus caballetes una compañía de artistas, casi todos jóvenes, como a cazar a lazo las facetas de la luz. Salir al aire libre es salir a respirar. Y pararse frente a tanta belleza que la ciudad ofrece en ese primer día de Junio, suena también un tanto a desafío, a un David con su honda frente un gigante al que vencer. No es así. Creo que la naturaleza siempre "vence" al artista, aunque siempre el artista y su obra salen fortalecidos. Bella batalla. No se puede abarcar ni la luz ni la naturaleza pero se puede hacer tuya, dejarse tocar por su murmullo o por su grito, jugar a pintar su color, su tiempo.

Esto de abandonar alguna vez el estudio y salir a la plenitud del día es sanador. Algunos ya no quisieron volver a la dura soledad de otra luz encerrada entre paredes. Era como salir en busca de la inspiración casi con la certeza de que estaba allí. A empezar un diálogo sabiendo que dará más fruto que frustración. Y para que esto no suceda es conveniente empezar ese dialogo habiendo aprendido a hablar y conociendo al menos someramente cierto idioma o sus técnicas de traducción. La otra cosa es la humildad de saber de qué lado se encuentra la verdadera creación y de qué otro la interpretación, por libre que sea.

Vamos, que no se debe de ir a pintar del natural con el cuadro ya hecho.

Cuando paseaba viendo a afanados pintores (y no tan afanados) distinguía bien los que están en ese trance de búsqueda y los que no. Porqué esos reflejos en el suelo si no llueve, esos cielos tan oscuros con tan dorado sol. Hasta puedo recordar aquella viñeta antigua de un pintor ante el modelo de una mujer desnuda cuando en su cuadro solo se dibujaba un cuadrado, que sí, que está bien, que su constructivismo necesitaba cierta compañía, vale. Yo respeto cuando callo pero no me lo creo.

Estos certámenes de pintura rápida o de pintura al aire libre, cada vez más rápida y cada vez más libre, son siempre una fiesta. Para algunos de los que participan solo eso, la fiesta de pintar con compañeros. Para muchos es un estupendo juego, una oportunidad de confrontar estilos e ideas. Y para otros una dura competición en pos del prestigioso o suculento premio. Cada uno es cada cual. También hay un jurado con mayor o menor preparación, con diferente determinación, con una u otra incidencia en el resultado. Que impone una determinada tendencia o que se abre a cualquier tipo de obra bien realizada que además tenga algo más, eso precisamente que busca el arte. Que da mucha importancia a la técnica, destreza, maestría, estilo, o poca, o ninguna. Que valore un esbozo más que un acabado, que le agraden las torpezas naif, o el trazo perfectamente definido, más una promesa que un resultado. En este mundo tan confuso del arte el fallo de un jurado a otro pueden ser diametralmente distinto.(Me refiero principalmente a los expertos, porque la gente más o menos ilustrada suele tener un criterio más canónico y socialmente más fiel).

Aquí en Salamanca parece que ese realismo, o nuevo impresionismo de elaborada técnica que gana certámenes en otros lugares no tiene mucho que hacer, hasta corre el rumor que un Sorolla que se presentara no tendría ni mucho menos todo consigo, que esto si me da algo que pensar. El resultado va siendo un concurso de pintura generalmente más fresca y divertida, y un arte más provisional.

Vuelvo al plein art, con la pintura de este titulo de Ramón Casas. (Plein air 1890-91 Jardines del Moulin de la Galette)

A los 31 cuadros de Monet sobre la catedral de Rouen tratando de captar la resbaladiza luz y ese tiempo de horas y de clima una y otra vez.

Y a ese Sorolla portentoso en su visita a la dehesa salmantina pintando a plena luz esos cuadros que acabarían componiendo la gran "fiesta del pan". Sï, del pan nuestro de cada día.