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Lo mismo en las casas que con el conde
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209ª representación de la obra

Lo mismo en las casas que con el conde

Actualizado 16/07/2018
Redacción

LAS CASAS DEL CONDE | El grupo de Teatro 'Lazarillo de Tormes' representó su montaje 'Teresa, la jardinera de la luz' en el marco del conjunto de actuaciones que la Diputación de Salamanca está patrocinando para conmemorar el Año Jubilar Teresiano

Teresa de Cepeda y Ahumada, más tarde Teresa de Jesús, monja carmelita del XVI, parece haber entrado el grupo teatral 'Lazarillo de Tormes' para dar luz a una especial 'jardinera' que la llevaba en sí misma. Teresa, la jardinera de la luz es el preciso y oportuno título de una obra de teatro que ha sabido llegar a todo tipo de espectadores por la nueva mirada que nos ofrece de una mujer que observó en su oscuro tiempo, y con ojos sinceros e inteligentes todo lo que la rodeaba. Supo perfectamente "dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios", pues su amor por Él hizo que caminara con pie firme por encima de la tierra, y no negara su palabra ni a humildes ni a poderosos. Desde su casa de infancia y adolescencia, pasando por un convento, salió después al mundo para crear otros nuevos, pisando por casas egregias y humildes moradas mientras llamaba a las puertas de san Pedro y del mismo Palacio Real con el estruendo de sus palabras y las sacudidas de su propia vida.

Por los bellos caminos que llevan a la Sierra de Francia, caminaron sin duda, con toda la carga de humanidad que ya conocemos de ellas, y el peso rudo de la lana de sus hábitos gravosos bajo el sol del verano, unas monjas carmelitas, que detuvieron sus pasos para contemplar maravilladas cómo un pequeño pueblo con la misma forma de las herraduras de sus mulas, colgaba de una de las laderas de la Sierra. En realidad es un espejismo al que se encaminan para descubrir que se encuentran de nuevo en la iglesia del convento de Alba de Tormes donde su querida madre Teresa agoniza. Siempre el mismo camino largo y duro, la misma fuerza y energía que ella ha dejado en sus vidas, y en sus corazones y cabezas siempre las palabras de una mujer entregada a Dios y a los hombres. Sin miedo, les ha hablado de igualdad, justicia y valor. Ahora estas mujeres saben de esto porque en la palabra está todo. Y todo sobre Teresa es lo que van a dar a conocer a los habitantes de Las Casas del Conde, que acogedores como con todos los que a su puerta llegan, las esperan impacientes.

Calles empedradas de siglos, con sus casas serranas que se arraciman por las cuestas que la ladera impone, y que hace de la estructura un bello Vía Crucis que culmina en un Calvario donde entre dos Cruces, hay una tercera donde un día agonizara el muy amado de su madre, Jesús de Nazaret. Pero el pueblo también guarda la alegría en los preciosos y coloreados geranios que cuelgan de sus casas y el coraje de unas gentes que lucharon por ser independientes del Condado al que pertenecían, para conservar unas tierras que aseguraban su modo particular de vida, como particular es su clima, y las tradiciones que guardan como un tesoro. Por eso cuando abrieron las puertas de su iglesia de santa Catalina para presenciar lo que Teresa, la jardinera de la luz venía a contarles, los caseños se dejaron atrapar rápidamente por el singular ambiente en que la obra les envolvió para viajar en el tiempo y espacio con unos actores que dejaron de serlo en cuanto accedieron al altar de su parroquia y fueron las personas que ante ellos como testigos, les presentaron a un ser de carne y hueso que ha marcado y seguirá marcando muchas vidas como las suyas.

La mujer monja que el padre dominico del púlpito quiere enviar a la hoguera, cometió el pecado de leer, escribir, saber pensar sobre Dios y el mundo y hablar con ambos. Con la paz, humildad y libertad que dan luz a la inteligencia pisó con fuerza los caminos que la llevaron a donde quiso llegar. Una historia normal, de una mujer cualquiera que eligió cómo vivir, vestirse y expresarse de palabra y por escrito para ser coherente con ella misma. Tan sencillo como comprensible, tan armonioso como la música renacentista que sale de un órgano que acompaña durante todo el montaje los momentos más duros, tiernos, bellos o elegantes que gracias a estos actores de 'Lazarillo de Tormes' los vecinos de Las Casas del Conde pudieron disfrutar.

Al volver a la realidad de la tarde de mediados de julio, todos los presentes, después de descargar una contenida emoción desbordada en aplausos, y tras haber felicitado al grupo teatral, corrieron sin duda a buscar lo mejor de sus productos como el pan, vino y aceite que sus tierras y manos producen, para agasajar a un grupo de personas que después de tan magnífico trabajo y por lo oído en escena no desdeñarían tan grato agradecimiento. Gran calidad la de los productos de este bellísimo lugar, que aún están por descubrirse en su totalidad, porque su buen vino y aceite empiezan como ahora Teresa de Jesús a ser vistos y valorados en su justa medida. La Diputación de Salamanca ha sabido valorar la calidad de todo lo que nuestra provincia produce.

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