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Paco Pérez Correas, orgullo y alma de alfarero
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ESPECIAL ALFARERÍA

Paco Pérez Correas, orgullo y alma de alfarero

Actualizado 13/06/2018
Roberto Jiménez

Pionero en muchos ámbitos de la alfarería albense, su legado es reconocido a nivel internacional en países como Japón, Estados Unidos y Alemania

"Desde muy joven bajé a las cuevas para arrancar de sus entrañas las betas de greda y pizarrilla. El monte fue fiel testigo de cómo acarreaba en mis propios hombros haces de retamas para cocer. Con el frio de los inviernos, el barro helado encorchaba mis manos. Sufrí los rigores del verano cuando cocía y el horno lanzaba lenguas de fuego sobre mi rostro. Más tarde, la tierra me fue enseñando sus secretos, el torno la magia del pulso y las formas, el fuego todo un recital de sorpresas y misterios. Este bagaje ha dejado tal impronta en mí que pienso firmemente que si volviese a nacer, elegiría de nuevo ser alfarero".

Son palabras del reconocido alfarero albense Paco Pérez Correas, que definen a la perfección lo que significa ser alfarero, lo que se siente extrayendo y moldeado el barro. Hijo de Tadeo Pérez y Josefa Correas, hijo, nieto y bisnieto de alfareros, Paco era el mayor de diez hermanos: Bernardo, Piedad, Nicasio, Pepi, Tadeo, Agustina, Carmen, Marí y Pepe.

Con el barro desde pequeño

Paco comenzó desde muy pequeño a trabajar con el barro, primero pisando el barro a los oficiales, sacando y metiendo loza y transportando el agua, muy necesaria en la alfarería. Poco después realizaría sus primeras tapaderas y sus primeras piezas en el alfar que la familia tenía en la zona del antiguo Matadero.

A los 26 años Paco se casa con Loren Miguel Tejedor, de profesión modista y establece su propio negocio de alfarería. Fruto del matrimonio nace su único hijo Paco Pérez Miguel, profesor y gran conocedor de la obra de su padre.

Durante cinco años, Paco enfoca el negocio a la creación de cántaros y barriles, así perfecciona su alfarería y comienza a dominar a la perfección el torno, algo que era para él "la base de la alfarería y la cerámica".

Al igual que otras familias alfareras de Alba de Tormes, Paco y su mujer llevaban a cabo el trueque, intercambiaban cazuelas y otros productos alfareros a cambio de víveres. Loren deja de ser modista y ayuda a su marido en la decoración de las piezas.

Innovación y creatividad

La visita de un exportador alemán marcó un antes y un después en la alfarería de Paco Correas, que abandona las formas bastas y empieza a dedicarse a la realización de juegos de té, de café y consomé, tal y como reconoce en una entrevista para el libro 'La alfarería de Alba de Tormes'. Comienza entonces una nueva etapa en su alfarería, marcada por la innovación en las formas, en el color de las piezas y en la inclusión de nuevos motivos ornamentales.

Realizó muchas piezas para médicos, arquitectos, profesionales de la cultura y la educación. Su obra es reconocida no solamente a nivel nacional, sino también en países como Japón, Alemania y Estados Unidos.

Correas siempre dio mucha importancia a la creatividad. Confesaba ser una persona inquieta "en cuanto a formas y colores". "Siempre he sido muy innovador, me ha gustado la creatividad, me ha gustado lo nuevo, a veces he fracasado, sobre todo en los esmaltes, pero creo que me ha ido bastante bien, no sólo en el aspecto económico, sino a la hora de crearme un nombre", explicaba Paco Correas.

De su marido, Loren destaca el afán por "progresar, avanzar y crear formas nuevas para no pasar calamidades en la alfarería".

Museo alfar

Paco fallece a los 75 años y lo hace cumpliendo el sueño de convertir su lugar de trabajo en un museo de alfarería. "El deseo de Paco era realizar una representación de lo que es la alfarería", explica Loren.

El museo alfar, compuesto por dos salas, permite conocer la evolución de la alfarería de Paco Pérez Correas, especialmente de su última etapa, la más creativa y artística. Actualmente el museo permanece cerrado a las visitas y simplemente abre sus puertas cuando algún antiguo cliente quiero verlo.

Quizás este museo sea el mejor premio y homenaje a la vida y obra de un alfarero diferente, pleno de imaginación y pionero en muchos aspectos de la alfarería albense.

El primer botijo toro

Una de las piezas más reconocidas de Paco Correas es el botijo toro. Una figura que a Paco le costó casi tres años sacar adelante. Estudió las posturas y quiso realizar un toro que se acampana, aunque le fue imposible realizar el tronco con el torno, por lo que le fue necesario contar con un molde de escayola, que realizó un aventajado alumno del Padre Belda en el Seminario San Jerónimo. El toro tuvo una gran aceptación y hoy en día es una de las piezas más reconocidas de su alfarería.
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