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El terrorismo machista evidencia nuestra hipocresía como sociedad
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El terrorismo machista evidencia nuestra hipocresía como sociedad

Actualizado 30/12/2017
José Fermín Rozas

He insistido muchas veces que nuestro país debe repensarse, y en tiempos de crisis (sí esa que dicen que hemos abandonado aunque no parece que todas y todos los españoles) el momento no puede ser más adecuado. No me voy a discutir sobre el valor de la Transición democrática, es indudable que esta España es mucho mejor que la anterior a 1976, pero también es más que manifiestamente mejorable. Son muchas las cosas que han de cambiar para convertirse en un país mejor para todas las personas que lo conforman. Para que seamos felices, porque este mundo no puede ser sólo un valle de lágrimas como predican algunos siempre para dominar a los demás.

Entre las cosas que hay que cambiar hay un tema fundamental, que además no acabo de comprender su existencia. Es la violencia de género o machista, que evidencia que la mitad de la población quiere dominar como sea a la otra mitad, algo que ya dura demasiado en nuestra historia como ¿civilización?. Resulta sorprendente que la mejor forma que tienen de mostrar amor algunos, demasiados, sea maltratar y tratar de asesinar al otro 51% de la población, las mujeres. A pesar de ufanarnos como mejores que otras formas de civilización, que suele simbolizarse en las religiones, se sigue considerando en el fondo de nuestras conciencias a la mujer como inferior a nosotros, que está a disposición de los hombres que pueden (¿o deben?) ser sus dueños y señores por ¿mandato divino?.

Sí lo siento, la religión, machista todas sus diferentes manifestaciones sigan el "libro" que sigan, tiene mucho que ver con esto. Según lo que proclama la norma básica de nuestra convivencia, la tan manida Constitución de 1978, la desigualdad no cabe en ella. Pero las religiones no permiten esa igualdad en su organización y funcionamiento, y nadie las ilegaliza. Incluso la justicia no las mide con el mismo rasero que a los demás cuando pontifican respecto a temas relacionados con el sexo (¿hablamos de la homosexualidad por ejemplo?). Sin olvidar la aconfesionalidad que se proclama de nuestro estado.

Pero me preocupa especialmente la Educación. No creo que nadie pueda decir que esta no es una actividad básica y clave en cualquier sociedad, la educación nos forma en su momento para afrontar la futura ciudadanía. Y en democracia, siguiendo la Constitución, lo debe conseguir partiendo de un principio básico de igualdad sin excepciones. Pero, tas 40 años de vigencia de esa Constitución, la violencia, mejor el terrorismo machista, sigue presente. Incluso la percepción (y las prácticas) de dominación de la mujer crece entre los jóvenes formados en democracia. Resulta curioso que cuando se habla de reformar la educación este tema no suele aparecer, en realidad la cabida de la religión en ella (vaya otra vez esto) termina monopolizando todo el debate. La educación está siendo uno de nuestros mayores fracasos.

En realidad parece que a una gran parte de la población, incluido el gobierno actual, no le preocupa demasiado la desigualdad, el dominio del machismo. Dicen que se toman medidas, pero o bien se hace nominalmente y sin medios (como le ha pasado a la legislación que impulsó Zapatero) o se firman pactos que luego se olvidan como el último. Por no hablar de la Justicia, y lo que le rodea, con su proverbial falta de medios, que incluso sirve de coartada para que algunos de sus integrantes no estén a la altura (y se terminen convirtiendo en cómplices por acción u omisión). Y eso que no entro en temas tan importantes como los relacionados con la organización del mercado laboral, sueldos, apoyo a las familias, becas, etc.

De repente me acuerdo de otro terrorismo, tan execrable como cualquier otro, que durante casi 50 años amenazó nuestra convivencia, el provocado por la banda criminal de ETA, que mató a unas 850 personas durante ese tiempo (aunque hay discrepancias en la cifra, es posible que sean más). Todos somos consciente del enorme esfuerzo realizado para acabar con ellos. Incluso todavía vivimos sorprendentes secuelas en forma de crecientes sentencias por incitación al terrorismo, a pesar de que todo eso acabó.

En los últimos 14 años las mujeres asesinadas por hombres superan las 920, (por cierto, ¿por qué miente el gobierno con respecto a las cifras anuales?), ¿de verdad se ha hecho como sociedad un esfuerzo adecuado en todos estos años?, ¿hasta cuándo seguiremos impasibles?

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