La XVI Matanza Típica de Hinojosa reconoce el papel de la mujer en el medio rural

Mantener viva la tradición de la matanza y al mismo tiempo reconocer el papel que siempre ha jugado la mujer en el mundo rural.

Esos eran los principales objetivos de la XVI Matanza Típica de Hinojosa, celebración ya tradicional en el calendario de actividades del puente de la Constitución y la Inmaculada por tierras de Las Arribes, y que por segundo año se incluye en el calendario provincial del II Circuito de la Fiesta Tradicional de La Matanza impulsado por la Diputación.

Y es que, por primera vez en una matanza típica, hacía de Matancera de Honor una mujer, un nombramiento que en este caso iba más allá de la designación, pues Ángeles Frutos ejercía de matancero con todas sus letras, aunque con la 'a' al final. Como confesaba a LAS ARRIBES AL DÍA, "es para mí un orgullo", unas palabras que reconocía son fáciles de decir, aunque a Ángeles le salían del alma. "Llevo 26 años en carnicería y si eso ha valido para ser la primera matancera de Hinojosa, encantada de la vida, ha merecido la pena.

Además de sentirse orgullosa de ser matancera, "ser la primera mujer significa muchísimo. Hay pocas mujeres en Salamanca que pueden hacer de matancera", pues recordaba que a sus 26 años trabajando en carnicería suma ser "una de las primeras mujeres que ha deshecho terneros en Salamanca".

Por su parte, el alcalde de Hinojosa, José Francisco Bautista, hacía una valoración de estos 16 años en los que la Matanza Típica ha marcado el camino a muchas otras actividades similares: "Año tras año hemos ido manteniendo la tradición que conlleva la matanza. Todos los años ha salido muy bien, unos con más gente que otros dependiendo del día elegido para celebrarla, y esperemos continuar así otros 16 años por lo menos. A la gente le gusta, y ya se comienza a apreciar que hay mucha gente que no conoce la matanza".

Sobre la designación de Ángeles Frutos como la primera matancera, Bautista recordaba que "también en San Juan tuvimos la primera presidenta de plaza de toros, y es reivindicar un poco el papel de la mujer en todo el proceso de la vida de los pueblos. Aunque siempre han estado un poco en la sombra, o mucho, es una manera de darle importancia y decir alto y claro que todos somos iguales y que podemos hacer todo sin distinción de sexos o edad. Y ese es un poco el objetivo, realzar el trabajo de la mujer en el campo, en los pueblos, en la casa, y que siempre ha estado un poco oculto y escondido, y a lo mejor sin demasiada valoración por parte de los demás".

En cuanto al matancero 2018, el alcalde señalaba tener ya "un par de ofrecimientos", aunque matizaba su deseo por "que fueran personas mayores, pero cada vez hay menos. Hay dos jóvenes que se han ofrecido y vamos a darle salida a todos porque espero que la matanza no se acabe en mucho tiempo", concluía.

Desarrollo de la matanza

El protagonista de la jornada, junto a la Matancera de Honor, era un cochino de unas 12 arrobas de peso. El sacrificio tenía lugar en la intimidad de la matancera y sus ayudantes para evitar herir sensibilidades, así que el marrano llegaba inerte en un remolque a la plaza de La Panera, donde le aguardaba el público, en ese momento dando cuenta del desayuno de perronillas, pastas y aguardiente que repartía Pepi, o el caldo caliente que ofrecía Juanmi.

Guaito y Ángel Javier se afanaban con el heno para el chamuscado y el 'Che' se hacía cargo de la manguera para evitar que el soplete de Juanma levantase el cuero por exceso de temperatura, pues es este proceso tan importante como sacar las tripas sin averías. Limpio el tocino, las tapas de los pucheros y cuchillos ejercían la función del raspado para dejar el cuero como una patena.

En el interior de la antigua Panera, Rosi, Juanita, Isabel, Sali, Marusa, Pepa, Mª José, Jose Vicente, María y Rosa pelaban 100 kilos de patatas para la comida de patatas meneas y chichas. Por su parte, Mabel comenzaba a tirar fotos a la matancera, que guiada por Juanma Frutos comenzaba a levantar la panceta para sacar el manto hasta concluir dejando las hojas de tocino limpias de carne.

Y todo esto pregonado por Josechu Morán, que con su corneta anunciaba cada paso y la importancia que siempre cobró el cerdo en la economía familiar de los pueblos, porque como recordaba el actor de la Diputación, Venancio Mateos, "del cerdo hasta los andares". Entre pieza y pieza, caldo y caldo, Manuel Arruza hacía sonar la gaita y el tamboril para darle un mayor toque tradicional a la matanza de Hinojosa; y con la carne del cochino en los varardeles, público y colaboradores darían cuenta de las patatas meneas y carnes del cerdo asadas a la lumbre, una degustación que finalizaría en fiesta.