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La política y los políticos. Desafección ciudadana y Reforma del Sistema político
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La política y los políticos. Desafección ciudadana y Reforma del Sistema político

Actualizado 12/12/2017
Miguel Ángel Perfecto

Cuentan que estaba Franco hablando con un ministro recien incorporado al Gabinete y como consejo le dijo: "Haga como yo, no se meta en política", esa era la idea de democracia que tenía el Dictador. Gestión sin Democracia.

Hoy en los regímenes democráticos europeos y el español se manifiesta una creciente desafección de la ciudadanía hacia los partidos y los dirigentes políticos, algunos opinan que las razones se encuentran en las medidas antipopulares que los distintos Gobiernos de izquierda y derecha están imponiendo a sus ciudadanos, y ese descontento impulsa el proceso de desafección.

En parte, es cierta esa afirmación, la Europa de la abundancia, espejo democrático y económico para otros continentes menos desarrollados con un Estado de Bienestar construido a lo largo del siglo XX había sabido combinar un modelo económico capitalista de éxito con un Estado árbitro que, mediante un sistema progresivo de impuestos reducía las desigualdades sociales.

Este modelo de Estado de Bienestar, producto de un pacto entre las clases poderosas y las más débiles, limitaba los excesos del liberalismo económico vía control económico e impositivo y permitía el desarrollo de una inmensa clase media, al tiempo que favorecía las oportunidades para los grupos sociales menos favorecidos.

En España el sistema funcionó bastante bien durante años y el ciudadano se sentía representado y partícipe del sistema, lógicamente no todo funcionaba bien, la universalización de la educación igualó por abajo e impidió la mejora necesaria en la formación y la investigación, probablemente una de las carencias más visibles de España, su bajo nivel educativo.

Igualmente, el sistema sanitario dependiente de autonomías políticas de distinto signo se fragmentó y burocratizó en exceso con el resultado de 17 modelos sanitarios, lo importante para los responsables políticos eran las estadísticas y mucho menos el enfermo convertido muchas veces en un caso clínico. Por otra parte, la llegada masiva de emigrantes en un corto periodo de tiempo tuvo un destacado impacto sobre la sanidad y la educación con el resultado de que se abrieran las costuras del sistema educativo y sanitario. Si a eso añadimos el progresivo envejecimiento de la población nos encontramos con un Estado de Bienestar con graves insuficiencias de financiación económica.

La entrada de España en Europa en el año 86 una meta antigua y la ilusión por construir una Europa Social más integrada culminó el orgullo de los españoles por su país. De hecho durante muchos años los españoles fuimos uno de los paises más europeistas, facilitado por supuesto por los ingentes recursos de Europa que regaron a los agricultores, las infraestructuras e incluso la Banca española.

Sin embargo, había nubarrones muy espesos en el horizonte que no se vieron o sencillamente se despreciaron el primero la caída del comunismo que en cierto modo dejó descolocada a la Socialdemocracia europea y española ante la consiguiente euforia de los defensores del capitalismo.

La desaparición del comunismo no fue seguida de una reflexión por parte de la socialdemocracia europea y española en torno a la reforma urgente del modelo de Estado de Bienestar y a la posible integración europea, el resultado fue una social-democracia sin discurso, ni referente ideológico convertida en gestora del capitalismo.

El segundo elemento que se entrevió fue la mundialización económica de los años 90 del siglo pasado que debilitaba el papel soberano de los Estados Nacionales en beneficio del control económico transnacional, tanto de organismos internacionales, como de especuladores de todos los pelajes.

La globalización ha supuesto sustraer los asuntos económicos de manos de los Estados y del ámbito de la política, la independencia de la economía respecto de la política ha convertido a los dirigentes políticos en rehenes de intereses oscuros y nada transparentes; y por otra parte, ese debilitamiento ha hecho que las decisiones económicas dentro de un país no se encuentren en manos de la ciudadanía soberana, sino en otros ámbitos de decisión que no tienen nada que ver con la democracia.

La mundialización económica ha hecho posible la vuelta al capitalismo rapaz del siglo XVIII a través de la deslocalización de empresas, las presiones para acabar con muchos derechos de los trabajadores y en definitiva para debilitar el Estado del Bienestar, rompiendo el pacto tácito establecido entre clases sociales característico del Estado de Bienestar.

La extensión de la ideología neoliberal por el éxito de la globalización económica y el debilitamiento de la socialdemocracia es el síntoma más evidente de lo dicho anteriormente.

El tercer elemento fue el notable fracaso en el proceso de unificación europea plasmado en el rechazo ciudadano en los referéndum de algunos estados.

La ampliación descontrolada de la Unión Europea favorecida por los intereses estratégicos de Estados Unidos y de Alemania ha impedido la integración social y política de Europa en una amalgama de países, algunos escasamente democráticos a los que solo interesa el dinero de Europa. Europa se ha convertido en un ente inútil tanto a nivel político, como social y económico, dirigida por unos líderes incapaces.

El cuarto elemento a destacar es la fosilización del sistema de partidos en toda Europa, los partidos tanto los viejos como los nuevos se han convertido en máquinas electorales, dirigidos por oligarcas con hiperliderazgo . Este esquema ha funcionado demasiado tiempo y las advertencias ciudadanas no han servido para que los líderes políticos planteen una profunda revisión de ese modelo. De hecho, en los nuevos partidos españoles Ciudadanos y Podemos, el dominio del líder es absoluto y al que discrepa se le fulmina.

El aumento de la abstención tanto en elecciones europeas, como de otro tipo fue una llamada de advertencia no escuchada hasta que saltó la sorpresa cuando al hilo de la llegada continuada de emigrantes a Europa algunos partidos de extrema derecha empiezan a cosechar triunfos evidentes ( Austria, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, etc). Los partidos políticos tradicionales de derechas y de izquierdas sufren una erosión del voto constante en manos de partidos más pequeños, la mayoría extremistas de derecha y por si fuera poco nacionalistas y antieuropeos. Muchos de estos partidos de extrema derecha alientan secesiones de sus propios Estados como la Liga Norte italiana, los partidos Flamencos o bien apoyan los movimientos separatistas de otros como la Derecha Nacionalista británica o el Frente Nacional francés que apoyan el separatismo catalán.

En España este fenómeno también se ha dado, pero no con la aparición de partidos de extrema derecha potentes, sino con la deslegitimación constante del sistema político tanto por parte del partido mayoritario de la derecha el Partido Popular, como por el partido Podemos que se esfuerza en destruir desde dentro tanto el marco constitucional que rechazan como la organización de las Autonomías donde como sucede en el Pais Vasco o Cataluña alientan y apoyan el separatismo.

El Partido Popular ha conseguido con éxito, a lo largo de los años aglutinar desde la derecha democrática a la extrema derecha, pero la percepción de la pérdida de su hegemonía económica y social después de las reformas socialistas de los 80 y 90 le han llevado a una deriva preocupante donde el desprestigio del sistema político es el medio para su vuelta al poder, el fin justifica cualquier medio con tal del desalojar al adversario y esto es así desde 1993 hasta hoy. Si a eso añadimos su implicación en una corrupción más o menos institucionalizada y su parálisis en el caso Catalán no es dificil comprender el desencanto y enfado de los ciudadanos con los políticos.

La crisis económica de 2008 derivó en crisis social y política ante la incapacidad de los políticos por explicar sus causas y elaborar un catálogo creíble de medidas que pudiera paliar al menos las consecuencias sociales mas duras, sin llevar a cabo una política de bandazos.

Nadie ni siquiera los economistas que ahora dan recetas para todo había previsto una crisis de esa magnitud y extensión cuando surgió en Estados Unidos antes de propagarse como la espuma por Europa.

Con anterioridad a la crisis vivíamos como un país rico con crédito fácil para cualquier cosa, incluso nos permitíamos dar consejos económicos a Alemania y Francia como hizo Jose Maria Aznar en el año 2000; la crisis con el aumento galopante del paro nos tiró súbitamente del pedestal y de repente nos dimos cuenta de que éramos pobres, pero no nos lo hemos creído hasta hace poco tiempo.

El despertar de las vacas gordas ha sido durísimo y no estábamos preparados para asumirlo, lo cual ha llevado a muchos ciudadanos a echar balones fuera: la culpa es de los políticos, son unos incapaces y unos corruptos.

Sin menospreciar el cáncer de nuestra democracia actual, la corrupción política, conviene señalar que es un cáncer socialmente muy extendido, desgraciadamente en España quien no roba es porque no puede.

Asi que la culpa habrá de repartirse tambien con la ciudadanía que tolera y admite socialmente defraudar a Hacienda o estafar de otras maneras a particulares y al propio Estado, o sino, ¿cómo se explica que políticos imputados por corrupción en media España hayan sido premiados electoralmente ?. Desgraciadamente, vivímos en una sociedad sin valores éticos y morales, individualista y consumista donde el único pensamiento es enriquecerse como sea.

El éxito del movimiento 15M fue porque supo sintonizar con una gran parte de la sociedad española que deseaba cambiar las maneras de gobernar este pais, harta de resignarse a pensar que la deuda pública y privada es el único problema grave y, en consecuencia, todas las medidas deben servir para evitar el endeudamiento.

Desde mi punto de vista, ha sido muy negativa la resignación ante la imposición europea de unas medidas económicas discutibles pero que tienen un impacto social extraordinario y por eso el 15 M con sus incongruencias e inexperiencia fue tan importante porque supo poner el foco no en la economía y en la resolución de los problemas económicos, sino en los ciudadanos soberanos y en la necesidad de contar con ellos para acabar con una crisis que no es solo económica, sino estructural de nuestro sistema democrático.

Lástima que los que se presentaron como sus herederos el partido Podemos haya dilapidado en poco tiempo aquél caudal de esperanza en la sociedad española en medio de luchas intestinas, incongruencias políticas y deseos de hacer tabla rasa del sistema político español con el fin de crear una supuesta Arcadia donde la gente viviera feliz.

Lo que puso en cuestión la crisis es el déficit democrático de nuestra democracia, el desprecio partidista de los ciudadanos y la necesidad de contar con la ciudadanía para gobernar este pais porque la fuente y origen de la soberanía es el pueblo, quien elige a sus representantes.

En este sentido, sería urgente que el debate sobre la calidad de nuestra democracia no se redujera a la necesaria reforma constitucional , sino que se ampliara y extendiera a los partidos políticos, agentes sociales y económicos y al propio Parlamente español con la finalidad de reformar políticamente el sistema actual con medidas que acerquen a nuestros representantes a la ciudadanía, eviten la falta de democracia interna de los partidos políticos y los sindicatos, amplien la representación a otros grupos políticos y en definitiva establezcan de nuevo un pacto entre ciudadanos y partidos políticos como representantes legítimos de aquellos. De esa manera, terminará la desafección grave de los ciudadanos con la clase política.

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