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El concurso de microrrelatos San Silvestre Salmantina ya tiene ganadores
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FALLO DEL JURADO

El concurso de microrrelatos San Silvestre Salmantina ya tiene ganadores

Actualizado 20/11/2017
Redacción

Primer premio para Carmen Gómez, con 'Estampida'; segundo premio para María José Viz , con 'Cuenta atrás'; y tercer premio para Gabriel Pérez, con 'A contratiempo'

Carmen Gómez Mirumbrales, con 'Estampida', se ha alzado con el primer premio del concurso de microrrelatos San Silvestre Salmantina. Segundo premio para María José Viz Blanco, con 'Cuenta atrás'; y tercer premio para Gabriel Pérez Martínez, con 'A contratiempo'. La cuantía de los premios es de: 500 ?, para el primero, 300 para el segundo y 100 para el tercero.

El jurado de esta edición estaba integrado por Francisca Noguerol Jiménez, presidenta y profesora de la facultad de Filología de la Universidad de Salamanca; Sigifredo Crego Martín, director del Colegio San Estanislao de Koska; Jerónimo Hernández de Castro, bloguero y comunicador, miembro del gabinete de Comunicación de la Universidad de Salamanca; y Jerónimo Hernández de Castro. Alberto Marcos Guillén, corredor veterano, que actuó como secretario.

El jurado reconoció la labor del profesor Antonio Sánchez Zamarreño por su labor en las primeras ediciones del concurso y dio la bienvenida a la nueva presidenta Francisca Noguerol.

Primer premio

Carmen Gómez Mirumbrales, Estampida

Atravesaban la calle en dirección al parque. Habían salido a buscar comida y ya era hora de regresar. Iban en fila, perfectamente organizadas. De pronto, lo percibieron. Primero fue un temblor en la tierra, luego un ruido descomunal. Una muchedumbre se acercaba corriendo a gran velocidad. Las zapatillas golpeaban rítmicamente el suelo. Parecía una estampida humana. Un pisotón así, sería mortal. Aceleraron. La que iba en cabeza esquivó hábilmente la primera zapatilla, pero una gota de sudor se precipitó al asfalto y la dejó empapada. Las demás no corrieron mejor suerte. Había bajas en el pelotón, algunas compañeras yacían aplastadas. Afortunadamente, otras habían sobrevivido y corrían como nunca lo habían hecho para llegar a la meta, su refugio. Mal día para salir a buscar comida fuera de los límites seguros del parque. Pero cómo iban a saber ellas, unas simples hormigas, que precisamente hoy se celebraba la San Silvestre Salmantina.

Segundo premio

María José Viz Blanco, Cuenta atrás

La ambulancia se aproxima. Una zapatilla y un dorsal para la San Silvestre, ensangrentados. A cincuenta metros, el cuerpo inmóvil de Andrés. Piensa en María, su amor, cuando atraviesa corriendo la calle. Mira, como todas las mañanas, la figura de piedra del jardín, por si se ha movido. Baja a desayunar con el chándal puesto. Se da una ducha. Se levanta. Suena el despertador. Recibe un whatssap de María, que rompe con él.

Tercer premio

Gabriel Pérez Martínez, A contratiempo

En cuanto dieron el pistoletazo de salida, la clave de sol despuntó en la segunda línea. El pentagrama se constituyó sobre el asfalto y arrancamos. Mi esposa Carmen corría a ritmo de semicorchea tras dos pequeñas fusas: nuestros gemelos que construían una escala ascendente de cuatro octavas con siete bemoles. Dos arpegios a su derecha, Mario (su amante) avanzaba en un sí sostenido con tempo Allegro, sonido en el que yo desafinaba desde que sólo escuchaba mi propio diapasón. Mientras intentaba alcanzarlo, me caí en un silencio de duración indefinida y tuve que esperar a que las notas de otros corredores me ayudaran a levantarme. Con sus ligaduras, consiguieron reintroducirme en la partitura de la carrera. Recuperé el compás y aceleré en un do de pecho. Aún podía formar un nuevo acorde con mi familia.

MENCIONES ESPECIALES

Ander Balzategi Juldain, Palabras que corren

Escucha su nombre en una sinalefa, "correHector, correector". Es alguien del público que le anima, le da impulso, una fatigosa energía, y sabe que eso es un oxímoron. Siente Salamanca bajo sus pies, tierra adherente, tierra atrayente, anáfora que repite desde que se produjo aquella elipsis en su vida, de correr hostigado en la arena de su tierra hasta dar aquel salto de gigante, el exilio, la hipérbole que le trajo a esta nueva patria. Sufre una digresión, se ve en su tierra, está corriendo y le persigue la policía, es un poeta, se llama Héctor, y vivirá la paradoja de ser alguien que corre perseguido por sus palabras, a que sean las palabras las que le persigan cuando corre.

Isabel Crespo López, Un dorsal para Lázaro

De tal magnitud parecióme lo que en sueños presencié, el último día del año de Nuestro Señor, que me demoré en ponerlo en conocimiento de Vuestra Merced por temor a que pensase que hechizado hallábame. Sabe que mozo he sido de muchos amos en la carrera de vivir y que el hambre me hizo correr para huir de mil entuertos. Pero por una vez púsome la fortuna en «otra Salamanca» con cientos de forasteros, y digo forasteros no por su castellano ?que aunque distinto no tenía dificultad de entender? sino por sus ropajes y su hacer. Me falta el resuello al recordarlos que por decoro no me atrevo a relatar. Si acaso no fuere suficiente tamaña visión, la multitud comenzó a correr, pero no huyendo, no, pues a fe mía que júbilo mostraban y orgullosos se sentían. Asombrado mi nombre escuché: «Muy logrado el disfraz, pero Lazarillo ¡ponte el dorsal!».

Patricia Collazo González, Por fin un por qué

Corre porque sabe que corriendo, las lágrimas se secan antes. Corre para acortar la distancia entre el aula y su habitación de adolescente. Para huir de risas crueles, de espejos a los que no quiere asomarse. Más tarde, corre para llegar a tiempo a un trabajo que no le gusta, recoger los niños en el colegio y enlazar la rutina de extraescolares, tareas, baños, cena, que en silencio aborrece. Apuntarse a la San Silvestre es algo no planificado. Alguien en el trabajo, taza de plástico en una mano, despreocupación en la otra, comenta que correrá. "¡Cómo se nota que eres tío, te sobra el tiempo!", piensa ella. Pero se sorprende especulando un "¿Por qué no yo?". El día de la carrera, el pequeño tiene fiebre y el mayor, partido. No desiste. Deja la culpa prolijamente doblada, los niños a cargo del padre y corre. Por primera vez, por ella misma.

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