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Mil novecientos setenta y siete
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Julio Fernández / miezuco y miembro de la peña el coro

Mil novecientos setenta y siete

Actualizado 05/09/2017
Redacción

MIEZA | La peña El Coro celebra sus 40 años en esta nueva edición a punto de comenzar de las Fiestas del Toro en honor a la Virgen del Árbol

A la memoria de VELENTÍN y de CÉSAR,
quienes, junto a otros jóvenes miezucos,
contribuyeron a la creación de la peña "El Coro" y que,
por desgracia, cuarenta años más tarde,
ya no están entre nosotros;
aunque estoy seguro que desde el espacio que ocupan en el paraíso,
brindarán con el mejor vino celestial para que la peña se mantenga unida
en el cariño y en la amistad, muchísimos años más.

Pensar en las vivencias experimentadas en la infancia y juventud durante las fiestas de nuestro pueblo, me genera sensaciones indescriptibles, en las que siempre hay emotividad, inquietud, ternura y una felicidad absoluta, esa que de adultos ya no percibimos con la misma intensidad; tal vez, porque el transcurso del tiempo nos va tejiendo una piel más dura e impermeable, que nos protege más contra la adversidad, pero que, a su vez, nos impide reaccionar con la candidez y espontaneidad infantil ante las caricias y los placeres que también nos aporta la vida cotidiana. Para mí, la llegada de las fiestas era la explosión de entusiasmo más fuerte que experimentaba, porque estábamos todo el año pensando en el puesto de caramelos y helados del 'Tío Cirilo', en corretear por la plaza al ritmo de la música de las orquestas hasta altas horas de la madrugada y escondernos por los recovecos del camino de la Code durante los descansos del baile, para juntarnos con las niñas, sonrojarnos con su presencia e intentar hacer alguna travesura.

Por aquél entonces, las fiestas no eran más que eso (aunque para nosotros era lo mejor del mundo) y no conocíamos otras actividades diferentes. Pero en el año 1974, un grupo de hombres emprendedores muy amantes de Mieza y de sus tradiciones, decidieron comprar una vaquilla (churra en nuestro argot miezuco) para lidiarla, matarla y hacer una comida para el pueblo con la carne del animal. Parecía que las fiestas, según la gente mayor, resurgía de las cenizas, puesto que, aunque los chavales de la época no conocíamos más fiestas que aquéllas, hasta finales de los años 50 se celebraban corridas de toros en la plaza del pueblo y el mero hecho de comprar y lidiar una churra era encender la mecha de la ilusión en los miezucos que habían vivido aquéllas fiestas en las que había toros.

En este contexto (1974) surgió también el primer grupo de jóvenes que decidieron crear la primera peña con la única finalidad de divertirse, contribuir al resurgimiento de las actividades festivas y, con ello, a la promoción de nuestras fiestas patronales entre los pueblos de la comarca de Vitigudino. Esa peña, como todo el mundo sabe, es la de 'El Empuje'.

Y en el verano de 1977 otro grupo de jóvenes seguimos la estela de 'El Empuje' y decidimos fundar la segunda peña. Como, además de disfrutar de la juventud y del jolgorio, nos dedicábamos a cantar en la celebración de las misas, la bautizamos con el nombre de "El Coro" y tanto ese año como el siguiente no tuvimos una sede física (local) estable, algo que se consiguió en 1979. Desde ese año, las camisetas, banderas y estandartes que identifican nuestra peña son el color naranja. Durante los dos primeros (1977 y 1978), vestíamos camisa blanca, construimos instrumentos musicales con latas de aceite de coches (famosa fue la que llevaba Angelín para asustar a la vaquilla), además de alguna guitarra que sufrió más golpes que los coches chocones pero que nunca se rompió y gastábamos todo el dinero que poníamos en beber y beber (también ingeríamos litros de agua, pero cuando nos levantábamos de la cama).

Los primeros años de la peña, producto de la edad, disparidad de intereses y masificación del grupo (llegamos a ser casi 50 miembros), la desorganización y el caos interno eran la nota característica, aunque de cara a la juerga éramos los que más nos hacíamos notar. No obstante, como en todos los órdenes de la vida y en todos los grupos humanos, el transcurso del tiempo se encargó de poner la guinda de la sensatez (bueno, o de la monótona formalidad, depende como se mire) y en 1989 el grupo se dividió en dos subgrupos, cada uno de ellos más homogéneo, aunque también algunos otros miembros aprovecharon esa coyuntura para salirse definitivamente y no pertenecer a ninguno de los dos subgrupos finales ('El Coro' y 'El buen comer y el buen beber'). No obstante, nos quedamos en la peña El Coro la mayoría de los miembros fundadores de la misma y actualmente, cuarenta años después de su fundación, ha llegado el momento de mayor estabilidad (la madurez manda), solidez, cohesión y firmeza. Y se ha llegado porque se respeta la libertad individual y la diversidad que, aunque resulte paradójico, es la mejor forma de estar unidos.

Al igual que para Serrat en su canción "Decir amigo" es decir juegos, escuela, calle, niñez, es decir vino, guitarra, trago y canción, para mí decir fiestas es decir peña El Coro y las casas de la peña donde hemos disfrutado de cenas y comidas, de beber sangrías, vino, cubalibres y queimadas, de tomar chocolate antes del pasacalles, de quedarse dormidos y a oscuras algunos ratos, de bailar música en corro de los años 70; decir fiestas es decir camiseta naranja, amistad, unión, cariño, compromiso y recuerdos inolvidables; decir fiestas y decir peña El Coro es una simbiosis total y, a pesar de los años y de los palos que da la vida, es decir, felicidad.

Y lo más importante de todo es que el grupo se mantenga unido y fuerte, que nos divirtamos como sabemos, que nuestra peña sea un referente para las fiestas de Mieza y para los niños y jóvenes que comienzan su andadura en estas lides y que tengamos siempre presente los ideales de fraternidad, respeto, tolerancia, solidaridad y generosidad.

¡MUCHAS FELICIDADES A TODOS LOS MIEMBROS DE LA PEÑA 'EL CORO'!

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