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Napoleón Bonaparte: “Dadme cien portugueses y conquistaré el mundo”
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HISTORIA DEL CERCO DE ALMEIDA

Napoleón Bonaparte: “Dadme cien portugueses y conquistaré el mundo”

Actualizado 01/09/2017
Raquel Martín-Garay

La fisonomía de esta localidad portuguesa es bien reconocible y todos los que alguna vez la han visitado la asociarán a su fuerte militar

La villa fue una plaza importantísima desde el punto de vista estratégico-militar desde el s. XVII hasta comienzos del s. XX. Al igual que todas las fortificaciones similares en nuestro territorio rayano, tenía su igual en otra fortificación del lado de Castilla, en este caso, el Fuerte de la Concepción, en Aldea del Obispo.

En esta estrella de doce puntas fortificada que es Almeida, se desarrolla cada año a finales del mes de agosto la recreación de lo que fue el cerco de la villa en el contexto de la tercera invasión francesa, ocurrido entre el 15 y el 28 de agosto de 1810. Destaca esta ya consolidada recreación histórica por la alta calidad con que se realiza y por la gran participación de sus ciudadanos.

Este año tuvo lugar el sábado 26 de agosto en las Puertas y el Revellín de San Antonio. El fuerte de Almeida tiene planta en estrella irregular, con seis baluartes intercalados por seis muros con revellines y con unos 2.500 metros de perímetro.

A las diez y media de la noche las tropas de infantería, caballería y artillería ya habían traspasado las Puertas de San Antonio y atravesado el puente sobre el foso, dirigiéndose hacia el campo donde tendría lugar la recreación de la batalla. Hacia todos los lados de esta parte norte del fuerte nos hemos ido colocando los espectadores de esta batalla cuyo final ya conocemos, pero no por eso es menor el interés. Durante una hora y media asistiremos a un episodio de tiros, cañonazos y hasta la explosión de un polvorín, mientras el Coronel Américo José Henriques primero, argumentando las causas que llevaron a ese momento histórico y el Coronel Manuel José Ribeiro Faria después, contando el Cerco de Almeida propiamente dicho, nos dan una lección amena de Historia, un buen puñado de datos y algunos chascarrillos de temática militar.

Se agradece el tono distendido, aunque no por eso con menor rigor histórico, porque para sobresaltarnos ya bastan la cantidad de pólvora y su correspondiente ruido.

Papel clave de Portugal

Comencemos la lección de Historia de hoy: estamos iniciando el s. XIX, Portugal, que siempre tuvo en su ánimo el ser neutral, se ve enfrentada a Francia debido a su participación en la Guerra del Rosellón del lado de ingleses y españoles. El resultado de esta guerra fue la firma de paz impuesta a España por parte de Francia. Las consecuencias para Portugal fueron el hacer inviable de ahí en adelante su pretendida neutralidad, pues se había significado frente a Francia, hecho que después intentó cambiar, comprando su neutralidad, consciente de que su ejército era débil y desestructurado. Pero como dice el Coronel Américo J. Henriques "no es neutral quien quiere, sino quien puede".

A partir de ahí Portugal, por las características de su geografía, se va a ver inmersa en una encrucijada: defender y potenciar su frontera marítima o fortalecer su frontera terrestre.

En 1801 Manuel Godoy declara la guerra a Portugal, la que después pasará a la Historia como "Guerra de las Naranjas", por la cual el territorio portugués perderá Olivenza. En algunos mapas portugueses podemos ver que la línea de la frontera con España se desdibuja a la altura de Olivenza, y es que Portugal se reserva el que considera su derecho histórico a reclamarla para sí, pero esto forma parte de otra historia?

Nos encontramos en 1801 y el ejército portugués está formado apenas por 9.000 hombres. Se intenta mejorar, creando en 1804 las divisiones de Infantería, Caballería y Artillería, pero sigue siendo un ejército pequeño.

En 1805 el ejército francés es derrotado en la Batalla de Trafalgar. A partir de ahí Napoleón decide el bloqueo a Gran Bretaña y Portugal es invadido.

En 1806 España y Francia firman el Tratado de Fontainebleau y se produce la invasión franco-española de Portugal por el Miño y por el Duero. El ejército hispano-francés está formado por 32.000 hombres?

La corte portuguesa estaba dividida, unos eran partidarios del Reino Unido, otros, de Francia. Lo que no había era partidarios de Portugal. João de Bragança asumió la regencia al morir su hermano y primogénito, José, una vez que su madre, la reina Maria I fue declarada incapaz. Fue proclamado rey del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve.

En octubre de 1807 las tropas franco-españolas avanzaban ya por el centro de Portugal en dirección a Abrantes. Nadie les hacía frente. La familia real portuguesa se prepara para huir a las Azores, pero el Reino Unido no se lo permite y se ve obligada a partir para Brasil. Un día negro y lluvioso del mes de noviembre de 1807 el gobierno y la familia real abandonan Portugal. Pero lo peor fue que con ellos, 15.000 portugueses emigraron también a Brasil. María I, la "reina loca" se opuso vehementemente a esta vergüenza: "pero ¿qué clase de gobierno somos, que nos vamos sin haber disparado ni un solo tiro?". Los gobernantes del país zarpando del puerto de Lisboa y el pueblo portugués a "ficar a ver navios".

El 3 de diciembre de 1807 ondea ya en el Castillo de San Jorge de Lisboa la bandera francesa. Acababa así la primera invasión francesa de Portugal, la más cruel de todas. Dice algún portugués que no son demasiado conscientes de este hecho y de las desgracias que causó porque no tuvieron un Goya que pintase un 2 de mayo?

La segunda invasión francesa se produce en marzo de 1809. Una tropa compuesta por 50.000 hombres entra en Portugal por Chaves y avanza hacia Oporto, con el apoyo de la división francesa instalada en la ciudad de León. Esta vez fue el pueblo, levantado en armas, quien le hizo frente, con una estrategia de "tierra quemada": quemaban todos los cultivos, los molinos, para que los franceses no tuvieran nada que comer, a riesgo de perecer ellos también de hambre.

Las tropas francesas lo vuelven a intentar en julio de 1810, después de haber tomado Ciudad Rodrigo. Comienza así la tercera invasión francesa. El ejército portugués es dirigido por generales ingleses ya desde hace tiempo. Dice el Coronel Américo José Henriques que es en esta época cuando Napoleón, valorando más al ejército portugués que los propios portugueses y considerando a sus hombres excelentes soldados, pronuncia la frase "dadme cien portugueses y conquistaré el mundo".

Un ejército de 5.000 hombres, entre soldados portugueses e ingleses aguarda en Almeida. Están al mando del Coronel William Cox. Están presentes las tres divisiones militares, infantería, caballería y artillería. Los "casacas rojas" se distinguen entre ellos, hace tiempo que el ejército inglés adoptó el color rojo en sus uniformes por su efecto psicológico sobre sus soldados: sobre el rojo bermellón no se distingue la sangre cuando el soldado es abatido.

Hay muchas mujeres en esta guerra. Algunas son guerrilleras armadas, otras son auxiliares que llevan los bienes de sus señores y se desplazan con ellos conforme avanza la contienda. Otras son las denominadas vivandeiras, que venden víveres y todo tipo de artículos a los soldados. También tiene su papel el clero, que incentiva a sus fieles. Conocida y brutal es la leyenda del párroco de Ponte de Lima, que, al parecer, les dijo a sus fieles "os bendigo con estas manos que purificó sangre francesa".

Un hecho imprevisto y trágico precipita el final del cerco de Almeida y su rendición: la explosión del polvorín del castillo, que mató a quinientas personas.

Almeida se ve obligada a claudicar, cuando creía tener todo para aguantar un asedio prolongado. Doscientos veinte mil muertos y un país destruido son el balance de las llamadas invasiones francesas.

La fortaleza de Almeida aguanta firme y robusta el paso de los años y el suceder de acontecimientos y es hoy una de las señas de identidad rayana que nos une y cuya historia no podemos ni queremos olvidar.

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