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Las tertulias cinegéticas
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Las tertulias cinegéticas

Actualizado 27/08/2017
Redacción

NOTA: Por eso de variar. Voy a iniciar en esta?OPINIÓN?una serie de relatos que me he permitido modestamente titular como?Historias Inolvidables?Pero, para allanar el camino no se tiene que olvidar que: "Se hace camino? al cazar" fue un libro mío, que se publicó en el 2007 y cuyo Prólogo lo escribió quien es actualmente Director de este Periódico?Salamanca al Día?Juan Carlos L Pinto--.

En él, entre otras afirmaciones de amigo; Juan Carlos decía, algo de lo que siempre le estaré agradecido: "Todos los que conocemos a Anselmo Santos sabemos que es fiel cumplidor. Y que se ha empeñado con aquello del hijo, el árbol y el libro" (ignoraba Juan Carlos, que también he montado en Globo)?

Y en algo (que dio en el blanco, nunca mejor dicho, por el tema a prologar) que acertó plenamente, fue cuando aseveró; "Aunque sea contradictorio, no es un libro para cazadores (que también) y si para un lector que quiera disfrutar de pasajes donde el tiempo no lo marca el reloj sino el instinto más noble de los que, a veces huyen del mundanal ruido porque aman la vida, la conversación y hasta la buena comida"?

Y a ello vamos. Al iniciar hoy esta serie de?10 Historias Inolvidables--. Os invito durante unas semanas a: "Indagar en las entrañas de ese hombre que necesita la Naturaleza para encontrarse a sí mismo" (que en la época desconcertante en que ahora nos toca vivir; es importante).

"Habíamos invitado a cazar a unos amigos de Madrid, pero uno de ello no tenía escopeta, así que para que no se aburriese el encargado de la finca le proporciono una, antigua y que no se utilizaba desde largo tiempo.

El encargado, con mucha paciencia, le dio las instrucciones pertinentes y el buen hombre aseguró que ya sabía manejarla. Pronto disparó y al acercarnos intrigados por saber el resultado de la experiencia; pronto vimos que en una mano sostenía el arma y con la otra se tapaba la boca?

Entonces uno de nuestra cuadrilla preguntó ingenuamente: ¡qué! ¿Cuántas piezas han caído? Y el buen hombre muy avergonzado y lastimero, quitándose la mano de su boca dijo;? de ¡arriba todas!"

Cosas como estas se cuentan en las tertulias de caza, que hacen llevaderas las esperas de las vedas y las incertidumbres de la carencia de especies cinegéticas y piscícolas. Pero la verdad es que las tertulias han ido perdiendo su aquel, que lo tenían sin duda; aquellas viejas tertulias en las que no podía faltar el jamón y el buen vino, en las que se contaban sabrosas historias y sucedidos y en las que no faltaban los peces más grandes, descomunales perchas de perdices, tiros inverosímiles, dobletes increíbles y pescatas disformes. Cada cual contaba su batallita particular con gestos y actitudes tales como si estuviera repitiendo otra vez "in situ" lo acaecido en la práctica de la caza y la pesca.

"Cuando íbamos de caza a Moraleja, solíamos parar siempre en el mismo bar para comer. Allí se preparaba una buena tertulia de cazadores bromistas. Un día Antonio comenzó a contar y no parar cosas y bondades de una perra que tenía. Entonces Juan metió baza y dijo: ¡Ya lo creo, como que hay perros más inteligentes que sus amos? Y entonces, el dueño del bar, tal vez un poco despistado y ante el jolgorio general, aseveró las palabras de Juan diciendo: ¡El mío mismo!..

Inefables tertulias en las que se desgranan recuerdos y se hacían amigos y en donde todos, alguna vez, nos convertíamos en protagonistas cuando contábamos "nuestra historia". Se contaban cosas increíbles de la rabona, se aseguraba que hay muchas liebres hermafroditas y que podían hacer de macho y hembra, se decía que la liebre no hace ascos a la carne de caballerías muertas. Se aseguraba las aventuras de un matacán que, rotas sus patas traseras a causa de un escopetazo, y teniendo solo dos muñones, aún así trajo en jaque durante mucho tiempo a todos los galgos del pueblo?

Pero que nadie piense que las cosas que se contaban en estas tertulias (que nunca volverán) eran mentiras, medias verdades o verdades enteras. En las tertulias de caza se contaba lo que a uno le había sucedido o? lo que le hubiera gustado que le sucediese. Las demás conjeturas (¡que haberlas? las hay!) es cuestión de los que desde fuera no miran con el cristal adecuado los logros y desventuras de los esforzados cazadores. ¡Por Diooooooss diría nuestra inefable Mari Loli.

El próximo domingo continuaremos con historias inolvidables. ¡Si Dios quiere!

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