Y, ahora, ¿qué?, pregunto a la mano derecha

¡Qué manía tiene la mano derecha de hacer de menos a la mano izquierda! La mano derecha es una acaparadora y manipuladora, se hace la protagonista en todo y de todo: a la hora de acicalarse, de comer, de escribir, de saludar, de dar un abrazo, vamos es que de todo, nos quiere hacer ver que la tonta, la inútil, la culpable de todo lo que le sale mal, la tiene siempre la mano izquierda.

Y se tiene que lesionar la mano izquierda, para que la mano derecha se dé cuenta de la importancia y de la influencia que tiene la mano izquierda en sus tareas y éxitos, que siempre son éxitos de la derecha, pues la izquierda es como la cenicienta de la casa, la sirvienta doméstica, la que aparece en ningún sitio.

Y es ahora, lo estoy comprobando en mi propia piel, que la inútil es la mano derecha, porque, sin la mano izquierda, necesita de dos manos extrañas para cualquier cosa: acicalarse, vestirse, comer, hacer las tareas, echar la llave a la puerta, vamos para cualquier cosa, menos las más intranscendentes y privadas.

Y yo le pregunto de buena fe, sin acritud, como el coordinador corporal de ambas acciones, a la mano derecha, y ¿cómo puedes tener el cinismo de mantenerte en tus humos de grandeza? ¿En el no transigir ante la evidencia?

Pero ella en sus trece, no se atreve a dar su brazo a torcer: es el mal de todas las "manos derechas", incluso de las que viven de la política.

Y yo, pacientemente, sigo el espectáculo de la paciencia, mientras se van consumando los tiempos de la sutura.