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15 meses
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15 meses

Actualizado 23/08/2017
Manuel Alcántara

Hay lapsos en la vida de duración variable, aunque, me apresuro a complementar esa afirmación frente a quien esté torciendo el ceño; a la extensión temporal de todo periodo debe añadirse la intensidad con que se vive y el sentido moral que lo imbuye. Las tres dimensiones dan significado al transcurrir del tiempo. No obstante, ahora quiero solo centrarme en la más prosaica que únicamente mide la permanencia: el sumatorio de otras pequeñas unidades que convencionalmente se refieren a años, meses, semanas, días? Cada persona luego define el máximo tolerable o el mínimo para que la experiencia, el suceso, pueda ser tenido en cuenta. Tampoco todo el mundo está en posesión de la misma vara de medir. Por ejemplo, la edad influye en la percepción del peso del paso del tiempo. "Veinte años no es nada", rezó el tango ante improperios y desacuerdos, pero también frente a parabienes y conformidades.

En mi caso 15 meses justos, ni un día más ni uno menos, es un lapso fetiche que, desde una perspectiva concreta, no solo me corresponde a mí y que, además, a quienes nos concernió formamos una generación que se acerca al desguace de la vida. Con seguridad es un tiempo que no quiere decir nada a los varones españoles que hoy tienen menos de 45 años. De duración flexible, según las armas o el carácter de la conscripción voluntaria o forzosa, ese lapso era lo que venía a durar el servicio militar. Una época ruin que ahora no deja de verse como algo, cuanto menos, estrafalario; donde a la pérdida de tiempo se unía el reino del absurdo, cuando relaciones sociales espurias articulaban desde las novatadas con el gregario sentido de la veteranía a las constantes vejaciones por la menor maña de algunos, el acento regional de otros y los trampantojos psicológicos de muchos ante la disciplina. Una época para olvidar, pero sobre la que se imponía el encorsetamiento preciso de su extensión.

Claro que se trata de una cifra que al final puede ser tan arbitraria que casa con otro tipo de actividades. La duración de un trabajo, de una estancia en un país extranjero, de un noviazgo, de un internamiento hospitalario, ¿por qué no?, de un encarcelamiento. Diferentes situaciones que la mayoría tienen en común su aleatoriedad, es decir, cuando comienzan no se sabe a ciencia cierta la fecha de su final. En la mili la historia era sencilla y la cuenta atrás comenzaba desde el primer día, pero no conozco una relación de pareja cuyo final esté tasado o la propia extensión de un tratamiento que apenas si puede tener un término aproximado. Claro que siempre hay un listillo que a toro pasado puede proclamar aquello de "si se veía venir, tenían los días contados". ¿De verdad tenemos los días contados en nuestros periplos? Si es así, ¿15 meses es un plazo razonable? ¿Razonable para qué?, preguntarán. Para ser consciente de la inmensidad de la existencia, de la intensidad del paso del tiempo, respondo.

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