Obispos marca España

"Es verdad que no tenemos luz, ni agua corriente, y que aquí no hay cobertura de teléfono y que no hay médico y estamos aislados, pero sarna con gusto no pica", me contaba Jesús Ruiz en noviembre de 2011 en el lugar más remoto que jamás haya pisado, en Mongoumba, al sur de la República Centroafricana, a orillas del río Ubangui, lindando con la República Democrática del Congo ?capital Kinsasa- y con la República del Congo ?capital Brazzaville-, muy cerca del campo de refugiados de Batalimo, en una misión de los combonianos donde acogían a viudas ancianas acusadas de brujería, alimentaban a niños desnutridos, rehabilitaban a personas lisiadas y trataban de devolver la dignidad a los pigmeos denunciando las tropelías y los abusos de los bantús.

"Me me dan miedo las masas que son capaces de aclamar "Hossana" el domingo de Ramos y "crucifícale" el viernes siguiente", escribía este misionero burgalés intentando explicar la situación de violencia que viven en Monguoumba donde cristianos y musulmanes justifican con la religión todo tipo de atrocidades y tropelías. A él, por su pasado en Chad y su defensa de la vida, le acusan de ayudar a los musulmanes a pesar de ser misionero católico. Y le han amenazado.

A Jesús le acaban de nombrar obispo auxiliar de Bangassou, en la misma República Centroafricana, aunque más al Este. La diócesis tiene el tamaño de Andalucía y al frente hay otro obispo comboniano, otro español, otro defensor de la vida, el padre Juanjo Aguirre. Cordobés del Atleti al que tuve la dicha de entrevistar largo y tendido con motivo de un reportaje sobre el delincuente más buscado del planeta, sobre Joseph Kony. Un asesino genocida que vive en Bangassou y al que Juanjo ha denunciado ante el Senado español y el Parlamento europeo. Sin éxito. Juanjo está haciendo las veces de escudo humano para que en su diócesis, los que se dicen cristianos, no asesinen a 2.000 mujeres y niños musulmanes. Los tiene acogidos en la catedral y el seminario. Otro Jesús. Como Jesús Ruiz. Héroes españoles y católicos a los que en España ni los católicos parecen conocer. En fin?

La Obra Misional Pontificia, OMP, con motivo del nombramiento episcopal del bueno de Jesús, me hacía llegar una nota de prensa indicando que con él ya son cien los obispos españoles fuera de nuestras fronteras. Cien españoles de los que 40 tienen más de 75 años y están jubilados, pero de los que 60 siguen al frente de territorios complicados y, por lo general, muy extensos en Asia (2), África (10) y, sobre todo, en América (48).

Por mi trabajo en el programa de TVE "Pueblo de Dios" tengo la suerte de encontrarme con algunos de ellos cada vez que me toca ir a grabar por los arrabales del planeta. Y son gente increíble. Quizá porque antes de ser obispos han sido misioneros. Quizá porque se sienten tan españoles como ciudadanos del país en el que viven y al que sirven. Quizá porque su catolicidad, su universalidad, es el testimonio más creíble y real de que otro mundo es posible, de que la revolución de la fraternidad comienza con ellos, de que no son los únicos, de que hay 700 laicos españoles dando la vida por esos rincones remotos y otros 13.000 religiosos y religiosas extendiendo la marca España sin cobrar un duro, sólo porque creen en un tal Jesús, un judío palestino al que le dio por voltear el sistema de valores poniendo primero a los últimos. Como me dijo el bueno del obispo Casaldáliga en Sao Felix de Araguaia (Brasil): "Santi, podemos. Seguimos".