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Digresiones sobre monstruos burocráticos
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Digresiones sobre monstruos burocráticos

Actualizado 08/06/2017
Gustavo Hernández Sánchez

II parte: El Estado (y sus Ayuntamientos y Autonomías)

Otro gran monstruo burocrático, sin duda, es el Estado. Muchas personas se han partido la cabeza reflexionando sobre él. Desde la teoría clásica del marxismo, la cual lo considera como un instrumento de dominación de clase a través de distintas formas de violencia (desde la que ejercen la policía y el sistema judicial a través del Derecho hasta la que ejercen el sistema de enseñanza o los medios de comunicación de masas, la familia, etc.), a elucubraciones más recientes que nos hablan de formas de sometimiento centradas en nuestras propias subjetividades (Foucault nos habló de "microfísica del poder") y por la que nosotros y nosotras mismos nos hacemos partícipes y demandamos esa dominación. Según Max Weber, ese dominio se ejerce a través de la burocracia. Ella genera una normativa (mediante leyes u ordenamientos administrativos), reparte los deberes para su aplicación, posee autoridad para ello y, de alguna manera, se preocupa para su cumplimiento normal y continuado. Elementos que constituyen, de acuerdo con este autor, la "autoridad burocrática". Imagino que a ella es a la que se acogen todos los partidos políticos de nuestra ciudad cuando incumplen sistemáticamente lo acordado con plataformas como STOP DESHAUCIOS cuando les plantearon hace meses algunas medidas para paliar la denominada "pobreza energética" y que, a vistas de llegar el invierno, siguen sin suponer una preocupación para nuestros ediles. Aluden a este monstruo institucional su incapacidad para que muchas personas de nuestra ciudad puedan tener agua corriente y luz en casa porque no tienen dinero para pagarla. Como si el beneficio de determinadas empresas privatizadas que gestionan bienes de interés público estuviese por encima del derecho a la vida. Por no hablar del derecho a la vivienda y otras cuestiones fundamentales como el derecho al trabajo, el derecho a no emigrar, etc. también recogidos en nuestra Constitución y también sistemáticamente olvidadas como preocupaciones más inmediatas en una ciudad como Salamanca.

Pero lo que me resulta más curioso es hasta qué punto hemos interiorizado todo esto: el "no se puede hacer más" o "es lo que hay". O, incluso, en muchos casos: "ellos se lo han buscado"; cuestión que implica una criminalización de la pobreza (vinculado a otras cuestiones de carácter estructural como la consideración de fracasadas a aquellas personas que no encuentran un empleo -¡como si eso fuera sencillo!). Resulta a veces asqueante comprobar hasta qué punto somos incapaces de pensar fuera de este paradigma burocrático y darles la maldita luz y el agua a esas familias, o alojar a las personas que han sido deshauciadas en alguna casa vacía, sea de quien sea su propiedad y de manera inmediata. Cómo tendemos a darle sentido a cualquier forma de organización a través de esta "razón burocrática" para justificar cuestiones injustificables como puede ser el reconocimiento efectivo del derecho a la vivienda o del derecho al asilo para las personas migrantes o refugiadas. Así, nos parecen normales también las detenciones en Alsasua, que mantiene en régimen de FIES a varios jóvenes por una pelea en un bar, del mismo modo que nos parece normal que nadie pague tantos y tantos casos de corrupción institucionalizada sujeta a este monstruo burocrático, a estos mecanismos legales que regulan el Estado (y sus Ayuntamientos y Autonomías). ¿Hasta cuándo vamos a seguir permitiéndolo? ¿Qué otras nuevas excusas vamos a ponernos? ¿Alguien de veras va a creer al alcalde Mañueco cuando comparezca en el pleno del Ayuntamiento para dar explicaciones sobre su supuesta implicación en el "caso Lezo"? Y después de que lo haga? ¿Acaso cambiará algo en la ciudad?

Digresiones sobre monstruos burocráticos | Imagen 1

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