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Soñemos
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Por María Fuentes, periodista

Soñemos

Actualizado 07/05/2017
María Fuentes

Un don innato se tiene o no se tiene. Se siente, o no. Marco Pérez tiene el don del temple, de la verdad, de la pureza, de la raza...

Don, dícese de esa gracia especial o habilidad de hacer algo. Un don innato se tiene o no se tiene. Se siente, o no. Marco Pérez tiene el don del temple, de la verdad, de la pureza, de la raza... tiene que eso que se sueña cuando en la mente prodigio de un niño de 9 años se aspira a ser mandón, porque aquellos ídolos con los que hoy se ha codeado y le procesa admiración absoluta lo han tratado de tú a tú, de igual, y eso, con 9 años, es de poseer el don de la genialidad como tuyo.

Fue genio cuando se plantó frente a la puerta de chiqueros y no se arrugó, en cada pase de pecho con aroma a grandeza, cuando baja la mano como los poderosos a los que admira y busca en cada trazo la colocación perfecta. Brilló marco al natural, también cuando le recetó a la brava becerra ceñidísimas chicuelinas y siempre con la verdad de quién entierra su minúsculo pie en la arena y encoje los riñones para pintar un cuadro.

Ese es Marco Pérez, la ilusión absoluta de sus maestros José Ignacio y José Ramón que no pestañeaban desde el callejón testigos de la gran obra que su discípulo estaba esculpiendo.

No tembló Marco antes cuando El Juli y Cayetano le brindaron su novillo y solo le salía dar gracias y multiplicar por mil sus valores. Sabe hoy Marco lo que es triunfar y dormirá con su sueño más cerca, también con un sueño cada vez más ambicioso, porque esta mente soñadora contempló en Ávila el oficio de un Paquirri que exprimió las condiciones del primero, justito de fuerza pero de excelente condición. Vio Marco desde el burladero como Juli le bajaba la mano al noble de Domingo Hernández e interpreta ese toreo que el sueña a base de exigir y mandar. Descubrió el mirobrigense la raza de Cayetano, la inteligencia para articular una faena de entrega a media altura o como José Garrido se topó con el más soso del encierro y tiró de oficio y colocación para dar fe de su momento. Fue testigo también el pequeño de la Escuela Taurina de Salamanca de como su ídolo Roca Rey volvió a arrasar interpretando el toreo bueno y el valor supremo, y es que el peruano tiene dentro ese don, y busca siempre la colocación perfecta y la suavidad en el trazo interpretando el toreo con la verdad más absoluta. Vio también Marco a su paisano Alejandro Marcos con ese gusto que atesora el de la Fuente en los detalles, que está vez además sí mató, aunque a su actuación le faltó continuidad.

Todo eso contemplaba Marco desde el burladero ansioso por salir a expresar lo que lleva dentro, y lo hizo al máximo exponente consciente de que si es bueno vivir, todavía es mejor soñar. Soñemos.

FICHA DEL FESTEJO | Plaza de toros de Ávila. Festival taurino benéfico de la Unión de toreros. Novillos de Talavante, Domingo Hernández, Luis Algarra, Montalvo, Núñez del Cuvillo y La Ventana del Puerto.

Paquirri, ovación.

El Juli, dos orejas.

Cayetano, dos orejas

José Garrido, oreja

Roca Rey, dos orejas y rabo

El novillero Alejandro Marcos, dos orejas

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