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Odiseo, el caminante (I)
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Odiseo, el caminante (I)

Actualizado 29/04/2017
Fructuoso Mangas

Es el título, en griego y en español, de una obra muy conocida, poco leída y apenas interpretada. Es una guía, un modelo de conducta, un camino (o sea, una "odisea"), casi un catecismo ("conjunto de ecos y resonancias" para ser vivido como norma de vida) para todos los caminantes que en el mundo han sido.

Leída por encima es la vuelta a casa de un excombatiente de la guerra de Troya que pasa por una serie abigarrada de aventuras imposibles en una mezcla difícil de digerir y con no poco desorden a primera vista, cuando no se le entremezclan los capítulos que siguen a Telémaco buscando a su padre. En este plan, insoportable e ininteligible para un lector moderno casual, no es fácil pasar de las diez primeras páginas.

Pero el llamado Odiseo, que aquí es un nombre predictivo y casi profético, aclara ya con su nombre el hilo biográfico que va a venir. Ese hilo es un camino lleno de adversidades, recorrido con fortaleza y resistencia, a veces a favor y a veces en contra de dioses y de hombres. Es la vida misma. O mejor, es el camino mismo de la vida y las virtudes con las que hay que recorrerlo. El catecismo está servido. A través de aventuras y avatares (también Jesús prefería hablar en parábolas) el autor propone un espíritu, un estilo, un aliento que dé sentido a todo el esfuerzo y unas actitudes, con sus cautelas y prioridades, que harán posible el éxito final. Es un vademécum para andar por la vida, un prospecto con instrucciones para entender el sentido de la vida y vivirla con pasión y con buenos resultados. Por eso el protagonista de todos estos azares se llama "caminante", odiseo, para los latinos Ulises en muy mala traslación.

Y hoy, tiempo habrá para más, me detengo en el primer capítulo de este catecismo que tiene ya cerca de 30 siglos. Odiseo ha combatido junto a Troya durante diez años y por fin una idea suya, el caballo de madera metido dentro de la ciudad, acaba dando la victoria a los aqueos, venidos de media Grecia para solucionar contra Troya un problema comercial y un abuso de monopolio de paso. Aunque Homero, buen poeta y mejor narrador, recurra a Helena y a Paris para darle a la guerra una cara más romántica y menos prosaica.

Terminada la guerra Odiseo va de vuelta a su isla donde le espera su familia y su mujer Penélope, pero en una larga tormenta es arrastrado por las corrientes y acaba en el fin del mundo. Quizás no fue lo prudente que siempre había sido, quizás la prisa y el ansia, a veces malas consejeras, le empujaron al error en su viaje marino y acabó perdido. Perdido y preso de los halagos del placer y de la carne; la maga Calipso, "la que oculta y ciega", se encarga de ello; son largos días de sueño por volver a casa, tan lejana, y de ensueño por quedarse en la vida fácil y placentera junto a la magia de la dulce Calipso. Y en medio de todo hay días que sube al promontorio y ante el mar abierto sueña su camino de vuelta a casa, como ha inmortalizado el simbolista suizo Arnold Böcklin en un lienzo lleno de contrastes y de realismo.

No sabe cómo desprenderse, tampoco tiene consejero y los dioses le son adversos desde lo de Troya. Pero hay días y días. Días de aturdimiento y de huida hacia adelante, porque Calipso y su magia son capaces, aparentemente, de llenar una vida. Son días que se hacen cortos porque el tiempo es breve y el placer largo y mucho. Comamos y bebamos y en caso de duda "gaudeamus igitur?". Dice Homero de Calipso que "canta con voz hermosa y teje vestidos de plata con lanzadera de oro". Claro, así casi cualquiera?

Pero también hay días de meditación y de escucha, le llegan los ecos de su isla y de su casa, le duele la nostalgia de Penélope que sin duda aún le espera y piensa en su hijo vagando por tierras y mares buscando a su padre. Y se propone soltarse de los lazos de capricho y de magia que le atan para echarse a la mar y buscar su isla lejana. Quiere volver a ser el caminante, el Odiseo que era.

Al final sólo con la ayuda de una diosa logra rescatarse a sí mismo y embarcar. Es Atenea, es decir la sabiduría, el pensamiento, el buen juicio, la gestión inteligente? que son los valores del hombre bueno y sabio, con los que será capaz de superar en la vida cualquier obstáculo o trampa.

También hoy, de muy diversos modos, la abundancia y los placeres de la vida son capaces de engañar, adormecer y esclavizar. Se pasean entre nosotros anunciadores de todo: ¡No piense, disfrute! ¡Venga, compre y no sea tonto! ¡Ahí está, un lujo a su alcance! ¡Oro, compro oro, compro oro! ¡Duérmase tranquilo, nosotros vigilamos por usted! ¡No hay más dios que la riqueza y el dinero es su profeta! Es la nueva Calipso con su magia y sus encantos.

Esclavos por algún lado lo somos todos y a todos nos acecha la Calipso de turno, sea el dinero o la virtud, cualquier vicio o la buena vida, el trabajo o la trampa menos esperada. Ahí vamos, o atrapados estamos o acabamos de ser liberados. Ahí está nuestra primera estación, de la mano de Odiseo.

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