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La felicidad y la herencia: lo mucho que nos viene dado
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La felicidad y la herencia: lo mucho que nos viene dado

Actualizado 31/03/2017
Redacción

El bienestar de las personas, concepto menos ambicioso y más preciso que el de la felicidad, como ya hemos escrito, depende en buena medida de la herencia, no solo por la influencia de los genes y fisiología heredada, sino también por la base emocional (humor y emociones), el temperamento y la personalidad. Ya hemos hablado del humor y las emociones.

El temperamento es un concepto que podríamos situar entre humor y las emociones, por un lado, y la personalidad, por otro, dando la mano a ambos lados. Es un concepto que se ha usado desde la antigüedad y aun lo hacemos en psicología, con tipologías diversas. Nuestra manera de ser y reaccionar, con una consideración más global que el humor y las emociones, porque no pone el acento en cómo nos sentimos emocionalmente, sino en cómo somos y nos comportamos. Una frase popular refleja muy bien este concepto cuando, por ejemplo, decimos de alguien: "es muy buena persona, pero tiene un genio que no hay quien le aguante, es un botarate, se descontrola y se pone insoportable, se le cruzan los cables y se pone muy tonto," es muy bueno, pero me amarga la vida", etc. Con ello expresamos una de las características temperamentales de algunas personas: la impulsividad o descontrol emocional y de conducta que le lleva a pensar, sentir y decir lo que en realidad no piensa, no siente y no querría decir ni hacer. Estas personas pueden ser muy valiosas, pero incómodas o incluso insoportables en una relación de pareja o en cualquier actividad grupal, laboral, deportiva, etc. Recuerdo un decano que con frecuencia nos obligada a interrumpir las Juntas de Facultad, porque perdía el control en las disputas y debíamos suspender durante un rato la sesión, para que todo volviera a la calma. Yo sentía una enorme vergüenza, especialmente por los alumnos que asistían atónitos. Mejor hubiera sido que se aplicara un refrán chino: "uno es dueño de su palabra mientras no ha salido de tu boca". Efectivamente una vez dicho el insulto se convierte en una "hecho" social como, cuando jugando al dominó, ya la hemos puesto la ficha sobre la mesa, no hay vuelta atrás.

Aunque esta manera de ser se puede aprender a dominar, ello requiere mucha disciplina y siempre es una amenaza latente, justo porque es una herencia estable. Y es solo un ejemplo de la diversidad de temperamentos que existen. Todos conocemos personas más o menos cercanas con temperamentos facilitadores (personas activas, estables, confiadas, tranquilas) y temperamentos muy conflictivos (irritables, nerviosos, etc.).

Los rasgos, dominios, dimensiones, etc. de la personalidad ponen el acento en características bastante estables de la persona que afectan a nuestra manera de ser psicológica y social. Es un concepto muy usado en psicología, con multitud de investigaciones, teorías y tipologías. La influencia de la herencia en ellas es evidente, aunque en este caso, se trata de rasgos que están más condicionados por las relaciones familiares, especialmente en la infancia y adolescencia, las relaciones de amistad y los compañeros de similar edad. Por ejemplo, un niño acosado en el colegio, especialmente si es a lo largo de los años, como puede llegar a suceder, puede ser una personas "insegura" y susceptible de por vida. Unos padres incoherentes o chantajistas en el trato emocional y disciplinario con un hijo, pueden convertirle en "ansioso" e inestable de por vida.

Sabemos también que hay personas que tienen una personalidad más abierta y social, extrovertidas, que tienen, como en el caso del temperamento, sentirse bien.

Por tanto, lo cierto es que nuestro mundo emocional, el temperamento y la personalidad son en buena medida heredados, por herencia genética o social, aunque, como veremos, ésta última tiene los tentáculos mucho más largos: "quien nace señorito, dicen en mi pueblo, muere señorito".

Espero que para usted todo esto no sean malas noticias, porque la herencia y la familia no la elegimos, así es la vida. Conocerse y reconciliarse con uno mismo es el primer paso para operar desde lo que somos y aprovechar el margen que dan sus recursos y posibilidades.

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